lunes, abril 07, 2014

El precio de un deportista en Cuba

Digo el precio, y no el valor, no por lapso mental o confusión, sino porque de eso se trata: la dictadura cubana se niega a reconocer el verdadero valor de los deportistas, y les fija precio arbitrariamente.
Hay diferencias fundamentales entre precio y valor. Karl Marx trató el tema en su obra clásica, El Capital, esa que no ha leído completa ninguno de los sicarios verbales del régimen que se llaman marxistas y que acostumbran a participar en estos foros Y trató de explicar sus dislates de teórico de biblioteca londinense con un pretendido tiempo de trabajo socialmente necesario y frágiles conceptos de precio de producción y cuota media de ganancia, para no reconocer que el mercado y la oferta y la demanda —así de sencillo— determinan el valor, sea de un plátano, un automóvil o un deportista de alto rendimiento.
Con esa aberración en mente los ideólogos que hacen de soportes teóricos de la dictadura —la gerontocracia en el poder nunca pasó de una pobre cultura campesina y provinciana— han aplicado sus taras y carencias a la economía, lo que ha llevado a algunos tontos o infelices sabios de feria a creer que una libra de frijoles racionada tiene un valor de menos de un centavo de dólar y un auto nuevo cuesta más de doscientos mil, mientras que el salario de un biólogo genetista o un ingeniero nuclear se establece en menos de treinta dólares mensuales y el precio de un litro de aceite vegetal de discutible calidad en una Tienda Recaudadora de Divisas se acerca a los tres dólares.
Ahora el experimento de ingeniería social llamado en Cuba “actualización del modelo” ha comenzado a aplicarse a los deportistas como un remedo de profesionalismo miserable, y en un ridículo intento de ofrecer alternativas a las opciones que los atletas estelares podrían disfrutar en cualquier circuito profesional en el mundo, han establecido ajustes salariales y premios que si no fueran porque dan rabia, al ver la burla a los cubanos, darían deseos de reír a mandíbula batiente.
Según un vicepresidente del INDER, organismo encargado de controlar y regular, así como de explotar a los deportistas cubanos, se pretende con los nuevos sistemas de pago consolidar “la voluntad, la abnegación, el espíritu de sacrificio, el esfuerzo, la solidaridad, el patriotismo y el agradecimiento a la Revolución y al pueblo” por parte de los deportistas.
Cualquier deportista en el mundo, en cualquier país, si pretende triunfar, debe poseer tesón, voluntad, perseverancia, abnegación, espíritu de sacrificio y esfuerzo, sea en Cuba, Australia, Rusia, Guatemala, Etiopía o Estados Unidos. Sin embargo, solidaridad en abstracto, patriotismo y agradecimiento a la Revolución y al pueblo no son principios y valores universales, sino exigencias de proxeneta de la dictadura cubana a “sus” deportistas de alto rendimiento, a cambio de lo cual pretende pagarle a un pelotero en la Serie Nacional el equivalente a 41 dólares mensuales, o a un medallista olímpico 104 dólares, o 14 a un campeón centroamericano.
Reto difícil del régimen para ganar corazones y mentes de peloteros cubanos de la Serie Nacional, que saben que los que hasta hace poco jugaban junto a ellos en Cuba ahora ganan en Grandes Ligas mucho más, como Yoenis Céspedes, 10.5 millones de dólares este año; José “Pito” Abreu, 7 millones, más el bono de 10 millones por firmar (diez millones de dólares, no de toneladas de azúcar que nunca se produjeron en la Isla); Erisbel Arruebarruena, 5 millones de dólares más el bono que recibió de 7.5 millones por firmar; Aroldis Chapman, algo más de 5.7 millones este año; o Yasiel Puig, que recibirá este año poco más de 3.7 millones. Todo esto sin mencionar a los que reciben menos o han sido enviados a ligas menores, aunque ninguno de los cuales cobrará menos de medio millón de dólares anuales. O los que pueden jugar en otras ligas profesionales en todo el mundo, aunque los salarios no sean tan elevados como en Estados Unidos.
¿Cuánto vale realmente un deportista en el mercado contemporáneo? ¿Cuánto valen Lionel Messi, Usain Bolt, Novak Djokovic, Lebron James, Miguel Cabrera, Michael Phelps, Tiger Woods, Sebastian Vettel, Magnus Carlsen? ¿Valen lo que el mercado en el mundo está dispuesto a pagar, o lo que la gerontocracia cubana y sus comisarios del INDER desean reconocer?
¿Cuál sería el verdadero valor del destacado corredor cubano Alberto Juantorena? ¿Como doble campeón olímpico, mundial, panamericano y centroamericano corriendo 400 y 800 metros planos, recordista olímpico y mundial en 800 metros planos? ¿O su valor como dirigente en el INDER? De seguro será mucho más recordado en Cuba y el mundo como el excepcional atleta que fue que como el esbirro del deporte cubano que es hoy.
El régimen, a través de su Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), y mediante su inútil “perfeccionamiento” y “actualización del modelo”, podrá continuar pretendiendo tasar el precio de deportistas cubanos a partir de sus retrógrados y ridículos esquemas de economía feudal, válidos únicamente en sus exclusivos tablados, ministerios y órganos dictatoriales, insignificantes en la realidad y el mercado mundial.
Como mismo la práctica enseñó a Karl Marx que su teoría del valor era solo alpiste para gorriones revoltosos, la dictadura cubana aprenderá, lo reconozca o no, que su intento de imponer precio al mercado de “sus” deportistas vale tanto como una “reflexión” de Fidel Castro o un comentario de un sicario verbal suyo.
Es decir, nada.


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