Digo el precio, y no el valor, no por lapso mental o confusión, sino
porque de eso se trata: la dictadura cubana se niega a reconocer el
verdadero valor de los deportistas, y les fija precio arbitrariamente.
Hay diferencias fundamentales entre precio y valor. Karl Marx trató el tema en su obra clásica, El Capital,
esa que no ha leído completa ninguno de los sicarios verbales del
régimen que se llaman marxistas y que acostumbran a participar en estos
foros Y trató de explicar sus dislates de teórico de biblioteca
londinense con un pretendido tiempo de trabajo socialmente necesario y
frágiles conceptos de precio de producción y cuota media de ganancia,
para no reconocer que el mercado y la oferta y la demanda —así de
sencillo— determinan el valor, sea de un plátano, un automóvil o un
deportista de alto rendimiento.
Con esa aberración en mente los
ideólogos que hacen de soportes teóricos de la dictadura —la
gerontocracia en el poder nunca pasó de una pobre cultura campesina y
provinciana— han aplicado sus taras y carencias a la economía, lo que ha
llevado a algunos tontos o infelices sabios de feria a creer que una
libra de frijoles racionada tiene un valor de menos de un centavo de
dólar y un auto nuevo cuesta más de doscientos mil, mientras que el
salario de un biólogo genetista o un ingeniero nuclear se establece en
menos de treinta dólares mensuales y el precio de un litro de aceite
vegetal de discutible calidad en una Tienda Recaudadora de Divisas se
acerca a los tres dólares.
Ahora el experimento de ingeniería
social llamado en Cuba “actualización del modelo” ha comenzado a
aplicarse a los deportistas como un remedo de profesionalismo miserable,
y en un ridículo intento de ofrecer alternativas a las opciones que los
atletas estelares podrían disfrutar en cualquier circuito profesional
en el mundo, han establecido ajustes salariales y premios que si no
fueran porque dan rabia, al ver la burla a los cubanos, darían deseos de
reír a mandíbula batiente.
Según un vicepresidente del INDER,
organismo encargado de controlar y regular, así como de explotar a los
deportistas cubanos, se pretende con los nuevos sistemas de pago
consolidar “la voluntad, la abnegación, el espíritu de sacrificio, el
esfuerzo, la solidaridad, el patriotismo y el agradecimiento a la
Revolución y al pueblo” por parte de los deportistas.
Cualquier
deportista en el mundo, en cualquier país, si pretende triunfar, debe
poseer tesón, voluntad, perseverancia, abnegación, espíritu de
sacrificio y esfuerzo, sea en Cuba, Australia, Rusia, Guatemala, Etiopía
o Estados Unidos. Sin embargo, solidaridad en abstracto, patriotismo y
agradecimiento a la Revolución y al pueblo no son principios y valores
universales, sino exigencias de proxeneta de la dictadura cubana a “sus”
deportistas de alto rendimiento, a cambio de lo cual pretende pagarle a
un pelotero en la Serie Nacional el equivalente a 41 dólares mensuales,
o a un medallista olímpico 104 dólares, o 14 a un campeón
centroamericano.
Reto difícil del régimen para ganar corazones y
mentes de peloteros cubanos de la Serie Nacional, que saben que los que
hasta hace poco jugaban junto a ellos en Cuba ahora ganan en Grandes
Ligas mucho más, como Yoenis Céspedes, 10.5 millones de dólares este
año; José “Pito” Abreu, 7 millones, más el bono de 10 millones por
firmar (diez millones de dólares, no de toneladas de azúcar que nunca se
produjeron en la Isla); Erisbel Arruebarruena, 5 millones de dólares
más el bono que recibió de 7.5 millones por firmar; Aroldis Chapman,
algo más de 5.7 millones este año; o Yasiel Puig, que recibirá este año
poco más de 3.7 millones. Todo esto sin mencionar a los que reciben
menos o han sido enviados a ligas menores, aunque ninguno de los cuales
cobrará menos de medio millón de dólares anuales. O los que pueden jugar
en otras ligas profesionales en todo el mundo, aunque los salarios no
sean tan elevados como en Estados Unidos.
¿Cuánto vale realmente
un deportista en el mercado contemporáneo? ¿Cuánto valen Lionel Messi,
Usain Bolt, Novak Djokovic, Lebron James, Miguel Cabrera, Michael
Phelps, Tiger Woods, Sebastian Vettel, Magnus Carlsen? ¿Valen lo que el
mercado en el mundo está dispuesto a pagar, o lo que la gerontocracia
cubana y sus comisarios del INDER desean reconocer?
¿Cuál sería el
verdadero valor del destacado corredor cubano Alberto Juantorena? ¿Como
doble campeón olímpico, mundial, panamericano y centroamericano
corriendo 400 y 800 metros planos, recordista olímpico y mundial en 800
metros planos? ¿O su valor como dirigente en el INDER? De seguro será
mucho más recordado en Cuba y el mundo como el excepcional atleta que
fue que como el esbirro del deporte cubano que es hoy.
El régimen,
a través de su Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y
Recreación (INDER), y mediante su inútil “perfeccionamiento” y
“actualización del modelo”, podrá continuar pretendiendo tasar el precio
de deportistas cubanos a partir de sus retrógrados y ridículos esquemas
de economía feudal, válidos únicamente en sus exclusivos tablados,
ministerios y órganos dictatoriales, insignificantes en la realidad y el
mercado mundial.
Como mismo la práctica enseñó a Karl Marx que su
teoría del valor era solo alpiste para gorriones revoltosos, la
dictadura cubana aprenderá, lo reconozca o no, que su intento de imponer
precio al mercado de “sus” deportistas vale tanto como una “reflexión”
de Fidel Castro o un comentario de un sicario verbal suyo.
Es decir, nada.
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