Luis, un militar retirado y partidario del régimen, tiene pocos
argumentos para rebatir a varios vecinos que juegan dominó en el portal
de una bodega en la barriada habanera de Lawton.
El tema del día es el diálogo entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro,
emitido la noche del jueves por el canal Telesur. Entre los jugadores
hay profesionales, desempleados, ex reclusos y jubilados.
"Cuando vemos ese tipo de debate cara a cara, uno se da cuenta que
estamos viviendo en pleno feudalismo. Cuba duele. Aquí tenemos un montón
de problemas que se han ido acumulando en estos 55 años. El Gobierno no
tiene respuesta. La salida es huir hacia adelante: más impuestos,
prohibiciones al trabajo privado y elevar el precio de la leche en
polvo. ¿Por qué no toman el ejemplo de Venezuela y se sientan a dialogar
con la disidencia?", se cuestiona Joel, antiguo maestro que ahora
sobrevive vendiendo frituras de harina en la Calzada 10 de Octubre.
El exmilitar Luis se siente descolocado por las diversas piruetas
ideológicas de los Castro. Machista y homófobo a prueba de balas, los
nuevos tiempos le resultan un código indescifrable.
"Hasta yo tengo mis dudas. Tiré tiros en Angola. Nos formaron con
aquellas teorías del Che que al enemigo ni un tantico así (y señala con
sus dedos). Pero ahora todo es un relajo. Los maricones de carroza, que
antes censurábamos, andan besándose en cualquier esquina. Un
cuentapropista gana cinco veces más que un trabajador estatal. Y a los
gusanos los tratan de señor. Si el Gobierno se equivocó de camino que
hable alto y claro. Ya sus partidarios tenemos pocos argumentos
razonables para ripostar", señala Luis, molesto.
La mesa de diálogo entre oposición y Gobierno en Venezuela fue un
suceso para muchos en Cuba. Arnaldo, gerente de una tienda recaudadora
de divisas, siguió el debate hasta cerca de las dos de la madrugada.
"Estaba asombrado. No sé si fue una pifia de la censura oficial. Pero
al otro día en la calle, la gente se preguntaba por qué en Cuba la
disidencia sigue siendo un estigma. A mí me llamó la atención el
discurso de la oposición venezolana. Hablaban sin gritar, con
estadísticas que demostraban el fracaso de ese modelo económico y muy
críticos con la injerencia cubana en Venezuela", apunta el gerente.
Noel, taxista privado, considera que "si la pretensión era
ridiculizar al MUD con el discurso de los chavistas, les salió el tiro
por la culata. Capriles y compañía tenían análisis más profundos y
objetivos que el Gobierno. Como ocurre en Cuba, los del PSUV se
defendían atacando y hablando mal del pasado capitalista. No se dan
cuenta que de lo que se trata es del caos del presente y de cómo
intentar resolverlo en el futuro".
En una rápida encuesta a 11 personas que observaron el debate, 10
consideran que la oposición fue superior. Las mejores notas fueron para Guillermo Aveledo y Henrique Capriles.
"Los fascistas parecían los del otro bando. Crispados, con un
discurso mecánico y repleto de dogmas parecido al de los talibanes del
Partido Comunista cubano. La peor entre los chavistas fue Blanca Eekehout. Es más fanática e incoherente que Esteban Lazo, que ya es mucho decir", comenta un estudiante universitario.
Aunque las instituciones y la democracia en Venezuela, tomadas por
asalto con privilegios por debajo de la mesa, populismo a chorro y
compadreo político de los camaradas del PSUV, anda en franco retroceso,
el solo hecho que exista una oposición legal permite dar batalla en el
campo político.
Cuba es otra cosa. A pesar de los esfuerzos de la CELAC y la Unión
Europea pasándole la mano por la espalda al añejo gobernante y
seduciéndole con un trato de alfombra roja, sigue siendo el único país
de hemisferio occidental donde la disidencia es un delito de Estado.
La oposición en la Isla es reprimida con golpes y linchamientos
verbales. Está vigente una ley, la 88, que permite al régimen encarcelar
por 20 años o más a un disidente o periodista libre por escribir una
nota que las autoridades consideren lesiva a sus intereses.
A Ana María, profesional que durante años aplaudió los discursos de
Fidel Castro, ver por Telesur un diálogo político como el de Venezuela,
le ha permitido analizar las cosas desde otra perspectiva.
"Esto es una dictadura. Ni mejor ni peor. Lo difícil es aceptar que muchos cubanos estuvimos equivocados demasiado tiempo. Perdí mi juventud engañada, repitiendo consignas y aceptando que otros, sin pedirme siquiera mi opinión, nos manipularan a su antojo", confiesa.
"Esto es una dictadura. Ni mejor ni peor. Lo difícil es aceptar que muchos cubanos estuvimos equivocados demasiado tiempo. Perdí mi juventud engañada, repitiendo consignas y aceptando que otros, sin pedirme siquiera mi opinión, nos manipularan a su antojo", confiesa.
Once administraciones estadounidenses, programas polémicos o de
dudosa efectividad como Zunzuneo, no han podido propagar un mensaje
novedoso y revertir criterios en los ciudadanos de a pie, como la
perenne represión, disparates económicos, corrupción galopante,
prohibiciones de los cines 3D y ventas de autos a precios de Ferrari,
entre otros.
En estas sociedades autocráticas, nunca se sabe si una aparente
reforma producirá beneficios o será un hoyo para empezar a cavar su
propia tumba. Es como caminar sobre un campo minado.
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