Por Andrés Pascual
Yunier
Dorticós es un crucero que se ha ido imponiendo a fuerza de nocaos,
tiene 16 en 16 peleas; es decir, igualó la racha de Florentino Fernández
en recetas de anestesia general consecutivas, aquel oriental “que
pudiera tumbar un caballo si le da por el costillar...” como dijo un
americano, hombre de boxeo famoso, en 1959.
Es
que, cuando de pegadores del boxeo cubano se trate, es obligatorio
mencionar a Tres Toneles cada vez que un criollo hilvane una cantidad
tan generosa como la del pupilo de Higinio; o, como ahora con Dorticós,
que pudiera superarla si noqueara en la próxima.
El
viernes pasado el criollo masacró al brasileño Hamilton Ventura en San
Diego; el carioca subió al ring con récord invicto de 13-0-1, que
pisoteó el oriental propinándole una pateadura de Padre y Señor mío.
En
el primer round, luego de que el referí Pat Russell apreció un claro
golpe como un resbalón y no le aplicó el piadoso conteo protector, el
cubano tiró otras dos veces al perdedor hasta que, a los 2.19, el
tercero en el ring decidió detener la pelea, que hubiera sido un riesgo
para la salud de Ventura si continuaba.
Dorticós
es un aporreador, el tipo de pegadores que logran derribar contrarios
porque persisten en el golpeo salvaje e inmisericorde, que tiran varias
veces al enemigo, pero no logran dejarlos horizontales con un solo
disparo.
Noqueador
de knockout punch es al que, la mayoría de las veces, le basta un buen
golpe para ganar, como Joe Louis, como Robinson, como Moore, como
Zárate, como Durán cuando su paso por la división ligera, como Julian
Jackson o como el cubano Floro Fernández. Por supuesto que hay más;
pero, nadie lo dude, no todos los boxeadores con abultados guarismos por
fuera de combate gozaron del impacto casi homicida, cuya respuesta
inmediata es llamar al médico al ring.
Hasta
hoy, Dorticós se proyecta como una de las piezas valiosas del establo
cubano en el boxeo profesional, por supuesto, le queda camino por
recorrer para alcanzar la cima de su división y la gloria pugilística,
pero tiene condiciones.
A
la hora de establecer un récord cubano para el boxeo profesional por
cantidad de nocaos consecutivos; sin embargo, se debe tener en cuenta
que Florentino formó parte de las carteleras estelares mucho antes de lo
que ha podido hacerlo Dorticós, incluso la diferencia de plazas cuenta,
si se toma en consideración que el oriental, recientemente fallecido en
Miami, impuso su récord en Cuba, durante una etapa en la cual La Habana
era la ciudad principal para el boxeo ajena a los Estados Unidos, en el
orden, quizás, de la 4ta más importante en Fistiana entonces.
Florentino
Fernández estableció su importante racha de nocaos entre el 28 de
diciembre de 1957, cuando anestesió a Marino González en La Habana en 6,
y el 19 de junio de 1959, al derribar por la cuenta irremediable a
Stefan Redl en 4 episodios en el Garden neoyorquino.
Once de las peleas del gran pegador cubano, que nunca se ciñó una faja, fueron a 10 rounds y 5 a seis episodios.
La
distribución de nocaos por asaltos fueron 2 en el primero; 3 en el
segundo; 4 en el tercero; 3 en el cuarto; 1 en el quinto; 1 en el sexto y
2 en el séptimo.
Es
decir, desde poco después del inicio de su brillante carrera, el
peleador zurdo de guardia derecha más efectivo en los anales del
pugilismo cubano, entró a formar parte del turno estelar del difícil
programa del Trejo, del Palacio de los Deportes, de la Ciudad Deportiva y
del exigente Madison Square Garden de ayer.
Por
su parte, Yunier Dorticós, (16-0, 16 KO's) ha peleado dos veces a 10
rounds; 1 a 8; 3 a 6 y 10 a 4. Distribuyendo los impactos paralizantes a
razón de 9 en el 1ero; 2 en el 2do; 3 en el 3ero; 1 en el 4to y otro en
el 6to.
Como
quiera que se vea, la oposición a Florentino, muy superior, no es
comparable a la que ha enfrentado Dorticós; ni la era, en que la
brutalidad y la clase superaban con creces la de este boxeo de 4
campeones mundiales y tantos retadores como chinos hay sobre la tierra;
pero con muy pocos designados para el combate que les coloque en nivel
de monarcas, con un poco de dinero para comprarse una casa, un Merceders
Benz y un Rolex Presidente.
¡Ah!
Y sin tantas intervenciones del referí por un golpe que nadie vio ni
tantos nocaos técnicos decretados contra hombres que, por lo general,
hubieran podido seguir y quién sabe si hasta ganar.
Son,
a fin de cuentas, estados obligados a señalarse al momento en que se
empate o rompa un récord del pasado, no solo por justicia, sino por
decencia, por deportivismo.
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