De trazos firmes, nítidos, resueltos y muy pocas tachaduras, la letra
de Leopoldo López habla, más allá de los contenidos, de alguien que
mantiene su firmeza de convicciones. Limitado para su comunicación con
el exterior (al menos de adentro hacia afuera) al viejo recurso del
lápiz y el papel, se vale de estas herramientas que, en la Venezuela de
hoy, ya no resultan un anacronismo que creíamos superado hace ya
bastante rato. Privado de los medios habituales, de los cuales disponen
otros presos, Leopoldo recurre a la tinta y a la página en blanco
(todavía se consiguen) para responder un cuestionario de 13 preguntas, a
casi un mes de cautiverio, desde una estrecha celda, aislada, de la
prisión militar de Ramo Verde, en Los Teques.
Pero no es lo mismo responder preguntas en la simultaneidad de una
entrevista verbal, cara a cara, en libertad, que hacerlo desde la
condición de prisionero, sometido al castigo y la incertidumbre, aun
cuando se disponga del tiempo (algo que falta en la libertad y sobra en
la cárcel) para sopesar sus respuestas. Por eso los papeles que
recibimos, vienen de un Leopoldo más reflexivo y conciso, aunque tan
vehemente y determinado como cuando andaba por las calles.-¿Cómo matas tu tiempo tomando en cuenta que estás sometido a un aislamiento relativo?
-En la cárcel no mato el tiempo. Lo aprovecho. Decidí hacer de mi
encarcelamiento una oportunidad. He desarrollado una rutina que
comienza, todos los días, a las 6:00 de la mañana, leyendo La Palabra
del Día. Luego, de 6:30 a 8:00 de la mañana, hago ejercicio, entreno,
desayuno y cumplo con un primer bloque de lectura de historia. En la
tarde escribo y dedico un segundo bloque a la economía, con énfasis en
temas petroleros, así como a la literatura. Antes de cenar vuelvo a
entrenar y reviso los periódicos que me llegan. Trato de ser muy
disciplinado porque estoy consciente de que el principal terreno de mi
lucha, en la cárcel, son mi mente y mi espíritu.
Lea la entrevista completa en El Universal >>
No hay comentarios:
Publicar un comentario