Me acuerdo de Diecisiete instantes de una primavera. El
serial soviético producido en época de las pantallas blanquinegras que
revelaba el ocaso nazi y las peripecias de un James Bond al estilo bolo,
con tramas cargadas de conflictos, accidentes y sospechas que
exacerbaban a los telespectadores.
El exitazo basado en la novela de Yulian Semionov, al igual que el
desempeño histriónico de su protagonista Stirliz —un frío e intuitivo
agente del NKVD, interpretado por el actor Viacheslav Tijonov―, fue el
móvil que inspiró al departamento ideológico del Partido Comunista y al
Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) a crear una pléyade de
super-espías made in Cuba.
Por consiguiente, de las molleras de los guionistas brotó una sarta
de agentes de la Seguridad del Estado tan sagaces y listos, que
despistaban con geniales tretas a los sabuesos de la CIA y el FBI.
Culebrones como: En silencio ha tenido que ser y Julito el pescador, acapararon los espacios estelares. Solo que sus episodios fueron tan reiterados que terminaron por aburrir a la teleaudiencia.
En esencia, los personajes derivados de estas ficciones,
representaban el pináculo de los "héroes anónimos de la patria" y,
muchos de los nacidos en la época, fueron bautizados o apodados con los
motes de David, Reinier o Julito, que por supuesto, eran las identidades
falsas de los protagonistas.
Más adelante, la ficción le abrió paso a la realidad con otros
super-espías de carne y hueso. A través de varias funciones circenses
fueron exhibidos especímenes de la talla de José Fernández Brene
(Orión), Percy Alvarado (Fraile), Carlos Serpa Maceira (Emilio), Raúl
Antonio Capote (Daniel) y otros tantos chivatones, que en la actualidad
han pasado al olvido.
Pero la contradicción más sublime en torno a la "inmaculada" leyenda
de la inteligencia castrista, es que los cinco héroes de la República de
Cuba —únicos espías honrados con la máxima condecoración que otorga el
Consejo de Estado— forman parte del descalabro más atronador del
espionaje cubano.
De los catorce efectivos de la Red Avispa, cinco colaboraron con el
FBI y fueron declarados a discreción traidores a la patria, entretanto
los cuatro restantes aguzaron el olfato y pusieron pies en polvorosa en
vísperas o después del 24 de febrero de 1996, fecha del derribo de las
avionetas de Hermanos al Rescate.
En entrevista concedida a la cadena CNN durante la VIII Cumbre
Iberoamericana celebrada en la ciudad de Oporto, Portugal, en octubre de
1998, Fidel Castro soslayó las preguntas sobre la desarticulada red de
espionaje cubano que operaba en EEUU. La incertidumbre sobre las
posturas de los agentes no le proporcionó confianza para quemarse por
Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René.
Diecisiete años después y tras cumplir su condena, Fernando González
(Rubén Campa) el segundo espía excarcelado, ha llegado a La Habana.
En sus primeras declaraciones ante la prensa, dirigió sus
agradecimientos al resto de sus cuatro hermanos de lucha y al general de
ejército Raúl Castro, pero ignoró su gratitud —como está
institucionalizado— al líder histórico de la revolución Fidel Castro,
¿acaso fue un olvido imperdonable?
El ocultismo
Según consultas informales realizadas para este trabajo, el 95% de
los examinados desconoce la verdadera historia de la Red Avispa.
El 90% considera que espiar es un acto delictivo. Pero el 80% cree
que los llamados "cinco agentes antiterroristas" cumplían una misión
filantrópica destinada a impedir que los "fanáticos anticastristas"
hicieran estallar petardos en hoteles y centros turísticos en Cuba.
Sin embargo, el 100% desconoce detalles sobre la efectividad de la
Red Avispa y se preguntan: ¿cuántos planes terroristas fueron
interrumpidos gracias a sus informes?
"A la Red Avispa la echaron pa'lante", asevera S.L., un exoficial del
MININT quien aduce que según las declaraciones de Héctor Pesquera
—entonces director del FBI para el sur de la Florida—, se presentaron en
el juicio más de 1.800 páginas conteniendo textos de mensajes cifrados,
que revelaban la premeditación del derribo de las avionetas de Hermanos
al Rescate, llamada también "operación Escorpión". Los volúmenes
incluían imprudentes felicitaciones por parte del mando superior y de la
Dirección General de Inteligencia (DGI) dirigidas al jefe de la Red,
Gerardo Hernández (Giro) por el éxito de la misión.
"Las meteduras de pata y la responsabilidad del régimen en el caso de
los cinco espías acarreó el compromiso de pagar desmesurados subsidios a
los familiares. Viajes, mansiones, vacaciones en centros turísticos
exclusivos y otras prebendas, más los millones invertidos en las
campañas mediáticas pro indultos", apunta S.L.
"Suavizar el perfil de los cinco espías cubanos, con la cualidad de
'antiterroristas' es una burda propaganda", afirma Carlos C.P.,
matemático de 48 años.
"El rechazo mundial al terrorismo no puede justificar el espionaje
—asevera—, si fuera así, la intervención telefónica masiva por parte de
la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA) denunciada por Snowden y
tan criticada por la opinión pública mundial, también estaría
justificada."
"La detención y condena de Alan Gross [contratista estadounidense
preso en Cuba] tiene un objetivo: la venganza —alega, por su parte,
Carlos F., un informático de 32 años—. Cuba ya levantó las restricciones
al uso de internet, y aún éste inocente permanece tras las rejas. Día a
día observamos aquí cómo delincuentes comunes que asesinaron, robaron y
estafaron, ni siquiera cumplen cinco años de cárcel.
"Las indefensas computadoras para conectarse a internet vía satelital
traídas por Gross, nunca representaron un atentado contra la seguridad
de Cuba. En cambio la Red Avispa tenía entre sus objetivos espiar varias
bases militares. Pero la mayor decepción corre a cargo de la comunidad
internacional, que ignora el encierro de Gross para darle un espaldarazo
a la causa de los cinco espías", dice.
En innumerables ocasiones, el expresidente del parlamento cubano,
Ricardo Alarcón, cuestionó la parcialidad del jurado que falló a favor
de la culpabilidad de los cinco espías, alegando una evidente hostilidad
hacia los acusados en un enclave anticastrista como Miami.
Héctor Pesquera, ejecutivo del FBI, aseveró que los cubanoamericanos
fueron excluidos de la selección del jurado a petición de la defensa y
en su lugar eligieron a afroamericanos y miembros de otras minorías.
Contrariando el criterio de Alarcón, Juan Antonio Madrazo, líder del
Comité Cubano Pro Integración Racial (CCPIR), opina que la presencia
afroamericana en el jurado favoreció, sin dudas, a los acusados.
Según Madrazo, en sus contactos con la sociedad civil norteamericana,
pudo constatar que los miamenses afroamericanos miran con buenos ojos
al régimen cubano. "Las campañas bélicas libradas en África propulsan
parte de esa admiración", expresó.
"También el sentimiento anti-establishment de los
afroamericanos, inclina su balanza a favor de Cuba en el diferendo con
EEUU, a lo que se suma su probada confrontación con la comunidad
anticastrista de Miami", citó.
"Al parecer —asevera Madrazo— si los doce miembros del jurado
lograron ponerse de acuerdo para fallar en contra de los cinco espías,
significa que las pruebas presentadas por la fiscalía tenían el
suficiente peso específico para considerarlos culpables, inclusive para
desestimar el concepto de 'duda razonable'. Soy de la opinión que el
prejuicio político aludido por Alarcón no tiene fundamentos."
"La silla eléctrica debió ser el castigo para Gerardo Hernández y sus
compinches —sentencia, por su parte, un opinante anónimo de 65 años—.
El crimen donde resultaron pulverizadas las dos avionetas indefensas de
Hermanos al Rescate demandó más severidad en la sanción. Si algo similar
hubiera sucedido en Cuba, les hubieran dado 'palito', ninguno de ellos
pensó en el sufrimiento causado a los familiares de las víctimas".
Pero A. G., otro exoficial del MININT, opina lo contrario. Cree que
las sanciones aplicadas a los cinco héroes fueron demasiado severas.
Reconoce la complicidad, pero no la autoría intelectual del crimen. A
Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René los embarcaron con la orden de
no declararse culpables y confirma que la Red Avispa agrupó a agentes
bien entrenados pero no con la calidad requerida para bailar en casa del
trompo.
"El caso de los cinco espías desbarató la imagen de la 'gloriosa
inteligencia cubana', y si no me creen, que le pregunten al exgeneral y
exjefe de la inteligencia Bermúdez Cutiño: ¿por qué lo tronaron?".
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el perfil de los agentes de la red avispa aqui >>
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