lunes, febrero 24, 2014

Venezuela: contrarrevolución o barbarie

Néstor Díaz de Villegas
En su discurso del 21 de mayo de 1971 ante el parlamento chileno, Salvador Allende expuso el programa político que terminaría siendo el modelo de las modernas dictaduras constitucionales latinoamericanas:
"Chile se encuentra ante la necesidad de iniciar una manera nueva de construir la sociedad socialista: la vía revolucionaria nuestra, la vía pluralista, anticipada por los clásicos del marxismo, pero jamás antes concretada."
En Latinoamérica, el discurso marxista provee la coartada que permite al demagogo actuar con relativa impunidad. A partir de Allende, el desmontaje de las instituciones democráticas queda expresado arbitrariamente en lenguaje populista:
"Es necesario adecuar las instituciones políticas a la nueva realidad. Por eso, en un momento oportuno, someteremos a la voluntad soberana del pueblo la necesidad de reemplazar la actual Constitución, de fundamento liberal, por una Constitución de orientación socialista. Y el sistema bicameral en funciones, por la Cámara Única."
¿Cómo lograr la aceptación de un programa tan abarcador si la Unidad Popular contaba apenas con un tercio de los votos? ¿Cómo alcanzar la mayoría aplastante y la "Cámara Única"? Nathaniel Davis, embajador norteamericano en Chile durante los dos últimos años del gobierno de la Unidad Popular, nota, con genuino entusiasmo, que "mediante las nacionalizaciones, de facto o formalmente decretadas, Allende amplió el sector público día por día, de manera que su gobierno pudo dar empleo a miles de partidarios de la Unidad Popular."
Las textilera SUMAR contrató a mil trabajadores adicionales y Cervecerías Unidas duplicó su fuerza laboral luego de ser nacionalizada. La mina de cobre El Teniente sumó cuatro mil nuevos operarios. "Era el gran momento de los nombramientos políticos a todo lo largo y ancho de la burocracia estatal, hasta a nivel de conserjes", recuerda Davis, en su libro Los dos últimos años de Salvador Allende. "Por poner un solo ejemplo: la Corporación de Trabajadores Municipales (CORMU) creció durante el gobierno de Allende, de 200 a 12 mil empleados."
En cuanto a la procedencia del dinero para las reformas socialistas, el embajador explica: "Los altos precios del cobre permitieron al gobierno de Frei acumular alrededor de 350 a 400 millones en divisas. La Unidad Popular usó liberalmente ese dinero."
Nuevo modelo antiparlamentario
En Latinoamérica, el moderno golpe de Estado es un golpe asestado desde adentro, desde el corazón del sistema parlamentario y la burocracia estatal, y ratificado en las urnas. Las dictaduras latinoamericanas basadas en el reelecionismo rectifican y expanden la experiencia chilena.
La explicación vulgar del allendismo insiste en su ascendencia marxista; hay, incluso, algo de sano fanatismo en la manera en que Allende confía en la infalibilidad de "los clásicos". Pero, ¿qué tal si buscamos el significado del antiparlamentarismo en otras fuentes, en nuevas claves históricas, en los clásicos oscuros, censurados, que entran por la puerta del fondo a la cosmovisión izquierdista? La destrucción del parlamentarismo bicameral ocurriría de todas maneras, sustentada en un programa socialista, pero no de "orientación marxista", sino fascista. De hecho, las distinciones entre estos dos términos son cada vez más tenues:
"Así, nuestro movimiento se vio enfrentado a la siguiente disyuntiva: ¿debíamos, a fin de destruir el parlamento, integrarnos a él y hacerlo explotar desde adentro, o lanzar la ofensiva desde afuera, asaltando las instituciones como tales?"
Las pregunta de Hitler (en Mein Kampf, pg. 102, traducción inglesa de Ralph Manheim) sobre cómo destruir el parlamento, encuentra la respuesta definitiva en el discurso de Allende del 21 de mayo de 1971. El constitucionalismo burgués deberá ser atacado desde adentro y desde afuera; impugnado simultáneamente desde la ideología marxista y la praxis fascista.
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