Dilma Rousseff conversa con Raúl Castro durante la inauguración del Puerto de Mariel, en Cuba, el 27 de enero. Agence France-Presse/Getty Images |
El mes pasado, la presidenta de
Brasil, Dilma Rousseff, viajó a Davos, Suiza, con un mensaje para los
inversionistas internacionales: Brasil está a punto de volverse más
competitivo. "Quiero enfatizar que no vamos a transigir con la
inflación", afirmó Rousseff. "La responsabilidad fiscal, a su vez, es un
principio básico de nuestra visión de desarrollo económico y social".
De
regreso a su país, Rousseff hizo una escala en Cuba, donde de forma
inadvertida señaló lo contrario. El Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social, BNDES, ha inyectado en Cuba casi US$700 millones en
créditos subsidiados para financiar la renovación del Puerto de Mariel.
El 27 de enero, Rousseff inauguró el proyecto y prometió otros US$200
millones en créditos del banco estatal para una segunda fase de
construcción. Ese mismo día, el diario brasileño Valor Econômico informó
que Cuba es ahora el tercer mayor beneficiario de los préstamos del
BNDES.
Un lujo de destino. Desde 1959,
el país de los Castro ha acumulado una deuda externa y otras
obligaciones en mora que ascienden a casi US$75.000 millones, incluyendo
US$35.000 millones que le debe al Club de París. Cuba es uno de los
morosos más notorios del mundo, y la economía de la isla está moribunda.
Por tanto, sería un negocio de alto riesgo inyectar crédito en los
bolsillos de los Castro.
Sin embargo,
los desembolsos del BNDES no tienen que ver sólo con Cuba. Están ligados
a la vieja aspiración del gobierno brasileño de convertirse en un
gigante industrial a nivel global a punta de otorgar créditos.
Odebrecht, la constructora brasileña que tiene el contrato para
modernizar el Puerto de Mariel, es el gran beneficiario del préstamo
subsidiado. Como lo expresó Valor Econômico, Odebrecht está de fiesta en
Cuba, donde también ha sido contratada para remodelar los aeropuertos
de La Habana con créditos subsidiados del BNDES.
La
razón de ser del banco de desarrollo es la de subsidiar a las
industrias brasileñas. Pero el crédito generoso del BNDES no cuadra con
la declaración de Rousseff de que Brasil está a punto de convertirse en
un país serio.
Gracias a las tasas de
interés cercanas a cero impuestas por la Reserva Federal de Estados
Unidos después de la crisis financiera, los inversionistas
estadounidenses inundaron Brasil con dólares en busca de rendimientos
más altos. El país se quejó con vehemencia de la política del banco
central estadounidense —llegando incluso a acuñar la frase "guerra de
divisas"— ya que las compras del real impulsaron su valor, lo que
dificultó más las ventas de bienes brasileños dentro y fuera del país.
Por
otro lado, los bancos estatales estuvieron de fiesta mientras los
dólares llegaban a raudales. Ahora que la Fed empezó a reducir su
estímulo económico, el flujo de dinero barato está disminuyendo y la
playa brasileña está contaminada de créditos dudosos de bancos
estatales.
Brasil no enfrenta una
crisis inminente. El banco central indica que tiene unos US$360.000
millones en reservas internacionales. Sin embargo, con un déficit fiscal
de 3,3% de su Producto Interno Bruto y una deuda bruta de 60% de su
PIB, el perfil de inversión del país se está deteriorando.
Los préstamos del BNDES y otros bancos estatales como Caixa Econômica Federal y
Banco do Brasil
BBAS3.BR +2.70%
no están directamente incluidos en la deuda bruta. Sin embargo,
debido a que dependen de transferencias del Tesoro y éste tiene que
pedir prestado en el mercado para recaudar ese dinero, los préstamos
subsidiados de los bancos afectan la deuda general.
Desde 2008, los bancos estatales se volvieron locos repartiendo dinero. El economista jefe de
Goldman Sachs
GS -0.57%
para América Latina, Alberto Ramos, me dijo en un correo
electrónico que la cartera de créditos de Caixa "creció un promedio de
45% al año en el período de cuatro años 2009-2012". Los préstamos del
BNDES crecieron 52% en 2009, 9% en 2010, 15% en 2011 y 18% en 2012. En
Banco do Brasil, el crédito se expandió 24% al año entre 2009 y 2012.
Ramos escribió que "en total, la cartera de préstamos de todos los
bancos estatales se triplicó desde el final de 2008 y creció más de
cinco veces en Caixa".
Conforme
aumentan las tasas de interés, el mayor costo de pagar la deuda pública
causará que el déficit fiscal se amplíe más. Las onerosas políticas
tributarias y regulatorias ya son una carga para el sector empresarial, y
la inflación anualizada anda por estos días en 5,6%. Para combatir el
alza en los precios, el banco central aumentó su tasa de interés de
referencia, Selic, a 10,5%.
También
está el tema de la calidad en lo que es una cartera de préstamos
altamente politizada. En octubre la revista Economist informó que
"documentos filtrados muestran que los analistas de Caixa piensan que
las tasas de incumplimiento serán de entre 30% y 50%". BNDES parece
tener también bastantes préstamos en peligro. Aparentemente prestó unos
US$4.700 millones a las empresas dirigidas por Eike Batista. Su imperio
se desplomó el año pasado después de que su empresa petrolera OGX
solicitara la protección de la ley de bancarrota.
La
distribución inadecuada de crédito cuando el Estado elige a quién
respaldar es perniciosa. El analista John Welch, de CIBC World Markets,
me dijo en un email que su propia investigación muestra que en 10 años,
"los aumentos en el porcentaje de crédito subsidiado en relación al
crédito en general han llevado a un declive en el crecimiento". También
está la tendencia brasileña en años recientes a aumentar el
proteccionismo para mantener vivas empresas manufactureras no
competitivas que tienen créditos del BNDES.
Impuestos
altos, un mayor proteccionismo, la distribución inadecuada de capital,
tasas de interés más elevadas (para aquellos que no son elegidos como
empresas nacionales a apoyar) y la persistente inflación no son la
materia prima de una economía competitiva, a pesar de las promesas de
Rousseff en Davos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario