Antonio Arencibia
Ha
terminado la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC) celebrada en el edificio Pabexpo del Palacio de
Convenciones de La Habana los días 28 y 29 de enero, y aunque nos
duela hay que decir que el régimen neocastrista cumplió fácilmente
su cometido como presidente por un año de un organismo al que nunca
debió pertenecer, gracias a la colaboración cómplice de los
gobiernos que allí lo incluyeron y le otorgaron además esa
responsabilidad.
Ahora
está cosechando la gran publicidad internacional recibida como una
dictadura “normal”, es decir, un territorio que se anuncia a los
inversionistas con la garantía de la falta de derechos de los
trabajadores cubanos. Pero si obviamos los beneficios para el
business bilateral que ha recibido la gerontocracia guerrillera
de la Isla al codearse con la casi totalidad de los mandatarios de
América Latina y el Caribe, el gran proyecto de la CELAC no puede
hacer cuajar la integración económica de los 33 países que la
constituyen, porque estos a su vez están ubicados en múltiples
asociaciones y bloques económicos muchas veces enfrentados entre sí.
Alguien tan poco de derechas como el periodista uruguayo-venezolano
Aram Aharonian, director de la revista Question, fundador y
ex director de Telesur, ha ejemplificado algunos de los
problemas que enfrenta la integración latinoamericana:
Más
allá (o más acá) de la declamación sobre el legado de los
Libertadores, el sistema integrador regional no pasa por su mejor
momento, con el desmantelamiento de la Comunidad Andina (CAN), el
éxito de la derecha paraguaya en frustrar las esperanzas de que la
presidencia pro témpore en manos -por primera vez- de Venezuela
marcara los caminos de un renovación del Mercado Común del Sur (Mercosur),
las enormes dificultades de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur)
en consensuar la designación de un secretario general, y la ofensiva
conservadora con formatos de integración dependientes como la
Alianza del Pacífico, como ejemplos.
(1)
Por lo
tanto, como La Habana, y Caracas y Quito y Managua y La Paz, lo
saben, proyectan alianzas extra-hemisféricas (como veremos más
adelante) mientras aseguran acuerdos bilaterales beneficiosos, entre
sí, pero sobre todo con quien convenga en un momento determinado, ya
sea Rusia, China, Angola o Irán.
Por
eso, más allá de la Cumbre, la atención se centró en los avances de
Brasil y de México, que aprovechan la debilidad de la Venezuela
“Bolivariana” para aumentar su presencia económica en Cuba. En
relación con el gigante suramericano, dos mil médicos de la Isla
acaban de llegar a las ciudades de Fortaleza, Sao Paulo y Brasilia,
para un total de 7,400 especialistas cubanos en el plan “Más Médicos”
que impulsa el gobierno de Dilma Rousseff.
La
mandataria carioca aprovechó el viaje para inaugurar junto a Raúl
Castro la primera etapa del proyecto portuario de Mariel y ofrecer
un nuevo crédito de 290 millones de dólares para crear industrias en
los alrededores de esa Zona de Desarrollo. Simultáneamente la
empresa “Odebretch” y funcionarios cubanos firmaron un memorando de
entendimiento para establecer allí un Polígono de Plásticos, y los
representantes de la tabacalera “Souza Cruz”, de Brasil, y el grupo
Tabacuba, acordaron estudiar la instalación de una fábrica de
cigarrillos.
Entre
las personalidades presentes en la inauguración y saludadas por la
presidenta Rouseff en su discurso estaba Marcelo Odebretch, del
consorcio internacional brasileño que ejecuta la obra y coordina la
participación de 400 empresas en el proyecto, y su contraparte por
Cuba, el coronel Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, miembro del
Comité Central del PCC, presidente del Grupo GAESA de las FAR, y
padre de dos de los nietos de Raúl Castro. He ahí los dos puntales
de la colaboración con Brasil, poderosos empresarios cariocas y
militares-empresarios neocastristas. (2)
Como
decíamos, la presencia de México en la Cumbre se complementó con la
visita oficial posterior del presidente Peña Nieto. Esto ha sido
precedido en noviembre por un buen regalo para el régimen de La
Habana, cuando le fue condonada el 70 por ciento de su deuda
mexicana (unos 341 millones de dólares) y se acordó el pago de los
146 millones restantes en un período de diez años.
Según
cifras oficiales, la inversión actual de México en Cuba es baja,
solo unos 730 millones de dólares, y el comercio bilateral en el
2013 fue de 300 millones, pero se esperan importantes incrementos
impulsados por el nuevo gobierno del PRI. En ese sentido está
prevista para el mes próximo la visita de una delegación de alto
nivel, encabezada por el ministro mexicano de Economía y compuesta
por representantes de bancos y empresas, interesados en las
aperturas a la inversión extranjera que anuncian los funcionarios
cubanos.
Claro
que Venezuela no podía dejar de ofrecer nuevos acuerdos con la Isla.
Esta vez firmaron 56, por un valor de 1,259 millones en inversiones
conjuntas para este año de 2014. Como hasta el momento no se han
ofrecido detalles de la distribución de esas inversiones y el
alcance de esa gran cantidad de acuerdos, estas promesas de Maduro
traen recuerdos de los muchos proyectos prometidos pero incumplidos
de la era de Chávez.
Al
margen de la cumbre la gerontocracia habanera recibía una noticia
que les llenaba de regocijo: la Unión Europea abandona la esencia de
su Posición Común frente a la dictadura y ha acordado iniciar
contactos para reanudar su cooperación.
¿Y qué
dicen Rajoy y el PP de cómo se soslaya la propuesta de Aznar que
aprobó la UE en 1996? Pues, nada, porque el presidente del gobierno
español no es dado a declaraciones sobre temas incómodos, pero las
intenciones de España se ven claras: en la reunión europea no se
abstuvo ni se opuso al acuerdo. Y otra señal clara ocurrió hace unos
días cuando el Príncipe Felipe visitó solo cuatro stands
seleccionados entre los 165 países expositores en la Feria de
Turismo Internacional de Madrid, y entre ellos fue al de Cuba.
La
Cumbre, “Punto Cero” y La Cabaña
Tras
recoger a los indigentes, apresar o impedir el movimiento de
numerosos opositores y advertir a la población la prohibición de
grupos en actividades no oficiales en La Habana, el régimen, con un
despliegue policial mayor que lo habitual en ese estado policíaco,
se dispuso a recibir a los especialistas, los cancilleres, y
especialmente a los jefes de estado y gobierno invitados.
Hay
que decir que la asistencia casi total de los 33 mandatarios
convocados respaldó la II Cumbre de la CELAC, especialmente si se le
compara con su anémica presencia en la Cumbre Iberoamericana de
Panamá del pasado mes de octubre. Las dos ausencias en La Habana
fueron la del presidente Mauricio Funes de El Salvador, que se
excusó alegando motivos de salud, y la del mandatario panameño,
Ricardo Martinelli, que no asistió en protesta por la captura en el
Canal de Panamá de un buque norcoreano con armas cubanas, en
violación del embargo de la ONU. Todos los demás fueron a la cita,
incluso Sebastián Piñera y Ollanta Humala, que estaban pendientes de
la decisión del Tribunal de La Haya sobre la disputa marítima entre
Chile y Perú.
Cristina Fernández de Kirchner había estado fuera de la vista de sus
conciudadanos y del ejercicio del poder ejecutivo por razones
médicas durante bastante tiempo. Pero en vez de quedarse en Buenos
Aires para ayudar a capear la grave crisis cambiaria causada por la
estrepitosa caída de la moneda argentina frente al dólar, escogió
viajar a Cuba temprano para ser además la primera en ir a “Punto
Cero”. Allí se entrevistó y almorzó con Fidel Castro y después,
indiscreta, dio detalles del menú de carne, pescado, postres y otras
golosinas al que fue invitada, confundiendo a los ignorantes
seguidores de su cuenta en Twitter, que llegarán a pensar que ese
fue un típico almuerzo cubano.
No
creo que al hacer un viaje a La Habana tras su convalecencia la
señora presidenta se haya percatado de la situación que dejaba atrás.
Argentina ha estado sacudida por protestas, huelgas policiales y
cortes de electricidad que propiciaron el saqueo de muchos
establecimientos comerciales. Ahora bien, en Cuba, Cristina se salió
de la etiqueta: fue la última en llegar a la ceremonia inaugural de
la Cumbre, (lo mismo que hizo en la de Mercosur en Brasil en el
2008), y también fue la primera en regresar a su país sin asistir a
la sesión de clausura. Ese día, al llegar a Buenos Aires, pudo
escuchar a su jefe de gabinete empleando los mismos argumentos que
Nicolás Maduro, acusando de “antipatriotas” a los empresarios y
comerciantes argentinos que subieron precios tras la estrepitosa
caída de la moneda nacional.
Mientras tanto, Nicolás Maduro había viajado a Cuba dejando atrás
una Venezuela que es otra Argentina en el desastre. (3) La Isla
sería un paréntesis de tranquilidad para el sucesor del “Comandante
Eterno” tras semanas de duro enfrentamiento con los empresarios
venezolanos por el control de las divisas y la inquietud social
venezolana ante la depreciación del bolívar. A su regreso le va a
ser muy difícil superar la violencia criminal de calles y cárceles
de su país e implementar el “Movimiento Por La Paz y La Vida” que ha
anunciado, porque eso equivaldría a poner coto al lumpen que Chávez
armó y protegió por muchos años para ganar su respaldo político.
Los
días de la verdadera cumbre, el 28 y el 29 de enero, continuaba sin
parar la función doble en Pabexpo y “Punto Cero”. El encuentro de
Dilma con Castro fue primera plana en el Granma, que lo calificó de
“fraternal”. Luego vino el de la primera ministra de Jamaica, que
también realizaría una visita oficial después de la Cumbre. No podía
faltar tampoco el encuentro de Peña Nieto con el anciano dictador. Y
como no hay secretos entre camaradas, o para acabar pronto, Fidel
Castro se reunió de conjunto con Morales, Correa y Ortega, este
último muy orgulloso porque llegó con la dictadura en el bolsillo
tras la modificación de la Constitución de Nicaragua que le concede
la reelección presidencial indefinida.
En
esos días Castro recibió también al secretario general de la ONU,
Ban Ki-moon, al presidente de Surinam, al primer ministro de Santa
Lucía, al presidente Mujica de Uruguay, y cerró el programa con
Nicolás Maduro, a quien puede llamar “Nuestro hombre en Caracas”.
Debido a esa cantidad de encuentros algunos despistados, como el
enviado de El País a cubrir el evento de La Habana, piensan
que Fidel Castro es el “protagonista entre bambalinas de la
cumbre de la CELAC”. (4) Parece que se han dejado engañar por
las mentiras piadosas de algunos visitantes sobre la “lucidez” del
decrépito tirano. La verdad es que sus herederos políticos han
aprovechado la reunión de ese organismo para organizar la despedida
de Castro a nivel internacional, por si este año chino “del caballo”
va a tener otro significado en Cuba.
Como
consuelo para los jefes de delegaciones que no fueron invitados a la
residencia del “Líder histórico”, Raúl Castro los llevó a la
fortaleza de La Cabaña, donde se iba a inaugurar un museo en memoria
de Hugo Chávez. En ese sombrío lugar donde fueron encarcelados y
fusilados tantos cubanos en la época colonial y los primeros años
del castrato, Maduro improvisó un discurso sobre Chávez. Empezó
diciendo que fue el “guerrero de la luz” pero terminó recordando que
había sido “aquel niño de Sabaneta que se llamaba a sí mismo,
Tribilín”. Fue algo tan ridículo que podría haberle encargado el
elogio a Evo Morales y no habría quedado peor.
La
nueva Declaración de La Habana
Como
era de esperar, la cumbre de la CELAC se cerraba sin cuestionar los
derechos humanos en Cuba. De todas las delegaciones presentes Chile
y Costa Rica eran la única excepción ante la actitud generalizada de
los mandatarios asistentes de ignorar la situación de los opositores
y disidentes cubanos, pero por tratarse de presidentes finalizando
sus mandatos, se trató de una demostración pobre de solidaridad. Así,
Sebastián Piñera, presidente chileno saliente recibía a la dirigente
de las Damas de Blanco, Berta Soler; y Laura Chinchilla, -que será
reemplazada en el cargo tras las elecciones del domingo 2 de febrero-,
envió a su embajador en La Habana y a la jefa de Política Exterior a
un breve encuentro con Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de
Derechos Humanos.
El
secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que fue el único
asistente que en su discurso se refirió de forma general a la
obligación de los gobiernos de respetar los derechos humanos, dijo
luego a la prensa que había planteado a las autoridades
neocastristas el tema de la “detención arbitraria” de opositores, y
había pedido la ratificación de los pactos sobre ese tema que el
régimen firmó hace cinco años.
Así,
sin grandes debates se aprobó el documento final de la Cumbre, que
se conocerá en lo sucesivo como Declaración de La Habana, muy
diferente de los dos de ese nombre que pronunció Castro en los años
60. El texto de 83 puntos (diez más que el que se firmó hace un año
en Santiago de Chile) padece de la verborrea típica del castrismo y
del viejo populismo latinoamericano, pero lo que dice no es sorpresa:
le da un poco a cada cual y así todos quedan conformes.
Así se
recogieron los temas de las Malvinas; del “bloqueo” norteamericano
al régimen; en memoria de Chávez; la reconstrucción y desarrollo de
Haití; la importancia del diálogo entre los miembros; la
erradicación de la pobreza y el hambre; la atención prioritaria a
sectores en situación de vulnerabilidad; la preocupación por el
cambio climático; en apoyo al diálogo entre el Gobierno de Colombia
y las FARC; en saludo a la Conferencia Mundial sobre los Pueblos
Indígenas; a favor del desarme nuclear; por una reforma del sistema
de Naciones Unidas; y otros tópicos.
Pero,
cuando la CELAC aprueba en La Habana una declaración especial de
América Latina y el Caribe como Zona de Paz y lo proclama el jefe de
un régimen que desde hace 55 años ha estado subvirtiendo el orden
hemisférico y mundial, estamos ante un evento hipócrita (ver en este
número de Cubanálisis el trabajo de Eugenio Yáñez “La Cumbre de la
Hipocresía”).
Cuando
el primer punto de la Declaración dice que:
“…nuestra
Comunidad se asienta en el respeto irrestricto a los Propósitos y
Principios de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho
Internacional, la solución pacífica de controversias, la prohibición
del uso y de la amenaza del uso de la fuerza, el respeto a la
autodeterminación, a la soberanía, la integridad territorial, la no
injerencia en los asuntos internos de cada país, la protección y
promoción de todos los derechos humanos, el Estado de Derecho en los
planos nacional e internacional, el fomento de la participación
ciudadana y la democracia”.
Hay
que preguntarse: ¿A dónde puede llegar el cinismo del régimen de
incluir y firmar tal principio si Human Rights Watch hace un año
informó de sus violaciones de los derechos humanos? (5)
Cuando
leemos el punto 41 de la Declaración que dice:
“…ratificamos
el Comunicado Especial aprobado por la CELAC el pasado 5 de junio,
que rechaza la inclusión de Cuba en la denominada Lista de Estados
que promueven el terrorismo Internacional del Departamento de Estado
de los Estados Unidos”.
Hay
que preguntarse: ¿Y acaso los que aprobaron ese punto no saben que
el régimen neocastrista ha violado las sanciones internacionales
contra la dictadura guerrerista de Corea del Norte al enviarle
armamentos, y que eso motivó la ausencia del Presidente de Panamá a
la Cumbre?
Con
el rumbo perdido
Pero
he aquí un asunto clave recogido en el punto 75 de la declaración:
el proyecto de alianzas extra-hemisféricas que ha venido cocinando
el canciller de la dictadura durante todo el 2013. Se trata de la
creación del Foro CELAC-China y de un Mecanismo de Diálogo con la
Federación de Rusia lo que demuestra que a solo dos años de su
fundación el nuevo organismo latinoamericano y caribeño fija sus
metas lejos de su hemisferio. ¿Qué por qué no hay un Foro
CELAC-Estados Unidos-Canadá? Claro que pudiera hacerse, pero como
ahí no cabe el régimen de La Habana, entonces hay que irse al
convite de China y Rusia
Ahora
que Bolivia preside el “Grupo de los 77 más China” y organiza la
Cumbre de esa entidad en la ciudad de Santa Cruz, en junio sabremos
cual será el regalo envenenado que les hará el imperialismo chino y
lo qué le tocará a la CELAC de ese obsequio.
En
fin, sobran las demostraciones para afirmar que la CELAC ha perdido
la brújula y el rumbo debido a la complacencia de la mayoría de las
democracias de la región con el grupo del ALBA que dirigen los
neocastristas y los postchavistas.
Los
gobiernos, desde el Río Bravo a la Patagonia, se están alineando con
fuerzas ajenas al continente americano. Es un rumbo perdido, que no
tiene nada que ver con los ideales de sus fundadores, que en el
siglo XIX no eran capaces de imaginar una coyuntura en la que las
naciones de la región prefirieran acercarse al mandarinato de Pekín
y al neozarismo moscovita y se alejaran de las democracias -imperfectas
pero perfectibles- de Washington y Ottawa.
NOTAS
(1)
Aram Aharonian, CELAC en La Habana: el desafío de construir una
agenda propia y un destino común, Rebelión, 25 de enero de 2014
(2)
Pero ojo con Brasil, cuya economía no pasa por su momento mejor ya
que los países emergentes están desacelerando su desarrollo, y tras
las caídas de las monedas argentina y turca, se ha generalizado el
temor a un efecto de contagio. Un informe reciente de la entidad
financiera “Morgan Stanley” apuntaba que los Bancos Centrales de
dos de los cinco miembros del llamado BRICS, India y Sudáfrica, han
convocado reuniones urgentes para acordar medidas que minimicen la
reciente inflación de sus monedas frente a las divisas fuertes En
ese mismo sentido el 28 de enero el rublo de Rusia, (tercer miembro
de ese grupo), sufría la mayor caída en cuatro años frente al dólar
y el euro. Cuando escribo estas líneas el real brasileño y el yuan
chino son las únicas monedas de los BRICS que no se han depreciado.
(3) En
Venezuela and Argentina. The party is over, The Economist,
Feb
1st 2014, se plantea que las de esos dos países son “las más débiles
economías latinoamericanas y están llegando al límite”.
(4)
Bernardo Marín, México y Cuba sellan su reconciliación, El
País, 30 de enero de 2014.
(5)
"(...) el gobierno cubano sigue reprimiendo a individuos y grupos
que le critican o que exigen derechos humanos elementales. Sus
funcionarios utilizan diversas tácticas para castigar la disidencia
y atemorizar a las personas, como golpizas, actos públicos de
repudio, expulsión de sus empleos y amenazas de encarcelamiento
prolongado. En los últimos años los arrestos arbitrarios por corto
tiempo se han incrementado de forma dramática y se impide la
libertad de reunión y de movimiento a los defensores de los derechos
humanos, a los periodistas independientes, y a otros individuos
(...)"
Human
Rights Watch, World Report. 2014. Events of 2013.
January 21, 2014, pp. 237-241 [traducción mía.- AA]
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