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Los rumores en el sur de Argentina siempre fueron constantes y hasta quedaron reflejados en un libro del periodista Abel Basti.
Éste lo cuenta todo en «Tras los pasos de Hitler», donde asegura que el
Führer no se suicidó sino que huyo a la Patagonia Argentina y a
Paraguay donde utilizó, entre otros nombres, el apellido Kirchner para mezclarse con la población.
Según Basti se trata de una investigación seria de veinte
años que empezó por el cúmulo de habladurías de la gente. «Al principio
no lo creía porque tenía metida en la cabeza la verdad oficial», pero
«en la medida en que me movía en círculos alemanes del sur y de otras
partes del país, comencé a considerar otra posibilidad», observa sobre
la presunta estancia de Hitler
en Argentina. Finalmente, reconoce el autor del libro, «terminé
creyéndolo cuando empecé a entrevistar a testigos que habían estado con
Hitler en Argentina», asegura en declaraciones a la agencia Efe.
De acuerdo a esos testimonio, Hitler se movía con total libertad por Bariloche y hasta visitó otros países de Sudamérica como Paraguay, Brasil y Colombia. En aquellas travesías se manejaba con diferentes identidades pero una de ellas cobra importancia en estas fechas: Kurt Bruno Kirchner. Bajo ese nombre viajaría a Asunción tras el derrocamiento del general Juan Domingo Perón en 1955, máximo valedor del «exilio» de los jerarcas nazis en Argentina.
Entre los testimos recogidos por el periodista argentino figura el de Eloísa Luján,
una de las «catadoras» de la comida que -asegura- le servía a Hitler
para garantizar que los alimentos no estaban envenenados. También el de Ángela Soriani, la sobrina de la cocinera del Führer, Carmen Torrentegui.
«Tras los pasos de Hitler», recoge muchos testimonios per
hay uno, de un exmilitar brasileño hijo de un jerarca nazi, que asegura
que el Führer falleció el 5 de febrero de 1971 y está sepultado en una
cripta en un antiguo búnker subterráneo nazi en Paraguay. Verdadero o
falso, nada está demostrado.
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