Dr. Eugenio Yáñez
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¿Habrá sido
subestimado Raúl Castro en estos casi ocho años que lleva en el poder? ¿Es
en realidad tan inepto como parece en ocasiones, sobre todo cuando trata de
justificar esa lentitud propia de nadar en piscina de leche condensada en
que se mueve su proyecto de “actualización” del modelo?
¿O acaso
sería tan sutil y tenebroso que bajo la apariencia a veces de un asustado
corderito en la pradera internacional se oculta un frío y eficaz calculador
y ejecutor de importantes decisiones geopolíticas estratégicas que
permitirían posicionar a su régimen para muchísimos años de estabilidad y
permanencia, ignorando los intereses del pueblo cubano, los opositores y los
exiliados?
No hagamos
como siempre, de querer llegar a conclusiones anticipadamente y pretender
saber la respuesta aunque ni siquiera se conozca la pregunta, y analicemos
toda una serie de elementos e informaciones que nos puedan ayudar a
comprender mejor la realidad de nuestra patria en estos tiempos del cólera y
de otoños del patriarca.
Es cierto
que el régimen cubano se gasta casi dos mil millones de dólares anuales
importando alimentos porque la agricultura y la ganadería no acaban de
despegar; que las ciudades se derrumban a pedazos por falta de recursos y
mantenimiento; que el transporte público es un desastre en todas sus
versiones, tanto ómnibus, ferrocarril y aviación como marítimo; que la salud
pública funciona cada vez peor mientras epidemias e insalubridad avanzan por
todo el país cuando decenas de miles de médicos y trabajadores de la salud
prestan servicios en el extranjero; que buena parte de la educación primaria
y secundaria se basa en profesores improvisados que no son capaces ni de
enseñar ni de formar nuevas generaciones.
Además, que
los precios mantienen su interminable espiral ascendente mientras la doble
moneda erosiona cada vez más la capacidad de adquisición de los cubanos, al
extremo de que se calcula por economistas oficialistas que hasta el 80% de
las entradas de una familia de ingresos medios o bajos se destina hoy a la
compra de alimentos; que la corrupción, la malversación, el robo y el desvío
de productos de propiedad estatal campea por sus respetos a lo largo y ancho
de la Isla; y que las reservas de moneda fuerte en las arcas nacionales, al
menos en lo que se puede conocer por informaciones oficiales o cálculos de
personas supuestamente entendidas e informadas sobre el tema, tendrían al
régimen al borde de la bancarrota, la crisis, la debacle o el colapso.
También que
la principal aspiración de muchos jóvenes es abandonar el país en busca de
nuevos horizontes; que muchísimas mujeres no están interesadas en tener
hijos en Cuba ante la falta de perspectivas y futuro para ellos; que las
condiciones de vivienda para los cubanos de a pie obligan cada vez más al
hacinamiento y la promiscuidad; que disponer de agua potable se ha
convertido en un verdadero lujo en muchas aglomeraciones urbanas; que los
salarios promedio nominales no sobrepasan los 25 dólares mensuales, y que si
a ello se le sumaran lo que recibe la población “gratuitamente” o bajo
subsidio en servicios de salud y educación, medicamentos y productos
alimenticios, según calculan algunos economistas muy serios y para nada
apologéticos desde La Habana, la cifra de ese promedio de ingresos para la
población difícilmente superaría 150 dólares mensuales.
Además, que
el cuentapropismo no logra absorber el masivo desempleo existente, y que los
relativamente demasiado pocos emprendimientos que se comienzan a llevar a
cabo desde hace más de tres años, ajenos a la omnipresencia y absoluta
injerencia estatal, se sienten agobiados por regulaciones absurdas,
inspectores corruptos y policías abusivos, al extremo que casi la mitad de
los que comienzan terminan devolviendo sus licencias y abandonando el
intento.
Así y tantas
otras cosas que si fueran a ser descritas ahora mismo no dejarían espacio ni
tiempo para más nada. Una situación que cualquier mexicano, en un lenguaje
sencillo, describiría como un desmadre total en el país.
Ante tan
patético cuadro, y por la experiencia con situaciones parecidas en cualquier
otro lugar, al menos en Occidente, podría llegarse a pensar que el régimen
de los hermanos Castro está a punto de caer y que, inevitablemente,
terminará cayendo estruendosamente, mucho más temprano que tarde.
Sin embargo,
aparentemente lo que sucede en Cuba es precisamente todo lo contrario: que
no solamente ese gobierno ineficaz, corrupto, incapaz y dictatorial no se
está cayendo a pedazos en estos momentos ni mucho menos, sino que, a
diferencia de lo que tantos en Miami y otras latitudes quieren creer y
repiten diariamente hasta el agotamiento, parecería estarse fortaleciendo
cada vez más día tras día.
Para
entender esto debemos observar los acontecimientos cotidianos de finales del
año 2013 y comienzos de este 2014.
Mencionemos,
muy rápidamente los sucesos clave de estos últimos meses que pueden
perfectamente justificar el aparentemente derrotista párrafo anterior:
- La condonación por parte de Rusia del 90% de la deuda del régimen con la antigua Unión Soviética, claramente impagable, aunque Moscú no deseaba renunciar a ella como elemento de presión sobre La Habana, hasta que no le quedó más remedio que aceptar la realidad para poder mantener cercanías con la Isla como trampolín estratégico para incrementar y afianzar la presencia rusa en América Latina y el Caribe.
- El interés de China, Vietnam, Rusia y Brasil por invertir en la llamada Zona de Desarrollo Especial de Mariel, donde el régimen proyecta establecer su versión tropical de las zonas especiales de desarrollo con las que los mandarines chinos iniciaron el despegue hacia la edad de la razón, lanzando el comunismo por la borda sin renunciar a una férrea dictadura sobre toda la población.
- La realización exitosa de la cumbre de Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en La Habana a finales de enero, que nos guste o no nos guste resultó sólido espaldarazo a Raúl Castro y su régimen dictatorial, mientras la casi totalidad de los jefes de Estado y gobierno del subcontinente ignoraron la represión y la detención de cientos de opositores pacíficos para que no pudieran expresar sus puntos de vista y sus denuncias de la falta de libertades en la Isla.
- La visita de Estado, en el marco de CELAC, de la presidenta de Brasil Dilma Roussef, y el anuncio de casi 300 millones de dólares de nuevos créditos al régimen en el marco de la inauguración de la primera fase del mega-puerto de El Mariel, que se está preparando para recibir los buques de la era post-Panamax. Paradójicamente, la inauguración de la instalación se realizó recibiendo como primer buque en atracar en la nueva construcción, la más importante de la etapa de Raúl Castro, uno procedente de Estados Unidos, con un cargamento de pollos congelados: maravilloso mentís al “criminal bloqueo imperialista” con el que aburre diariamente la prensa oficial cubana.
- La también visita de Estado, en el marco de la misma CELAC, del presidente de México Enrique Peña Nieto, pocas semanas después de haberse hecho pública la información de que el país azteca simplificaba en casi 400 millones de dólares la vieja deuda del régimen con México, alegándose una explicación digna de Cantinflas sobre la condonación de los intereses de la deuda pero no del principal que, en resumen, aliviaba las presiones sobre la dictadura y extendía los plazos a pagar el restante de la deuda hasta diez años.
- Los 156 convenios de “colaboración” firmados por los gobiernos de La Habana y Caracas en paralelo a la realización de la Cumbre de CELAC, con los cuales Raúl Castro garantiza marcos jurídicos imprescindibles para continuar espoleando la economía venezolana, mientras Nicolás Maduro se asegura apoyo esencial para mantenerse en el poder, en momentos en que el rechazo popular a su gobierno, su cinismo y su ineptitud alcanza cotas superiores cada día.
- Otra vez el casi unánime apoyo a la sistemática resolución anual de la Asamblea General de Naciones Unidas con relación a la supuesta “necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
- Los casi 7,400 trabajadores de la salud que La Habana está colocando en Brasil en el marco del programa “Más Médicos”, gracias a los cuales Raúl Castro podrá contar con unos quinientos millones de dólares adicionales cada año, que después de pagar los esquilmados salarios de los profesionales cubanos dejarían de saldo unos 300 millones netos anualmente, suficientes para pagar en tres años la deuda con Brasil por el financiamiento del proyecto de Mariel, en el hipotético caso que el gobierno cubano estuviera dispuesto a pagar esa deuda.
- Las visitas a Cuba, en el marco de CELAC, de Ban Ki-moon, “el chino” (según la peluquera que le cortó el pelo en La Habana Vieja) secretario general de la ONU, quien a fin de cuentas resultó demasiado protocolar con Raúl Castro, aunque se dice que en privado hizo alguna mención a detenciones arbitrarias y derechos humanos, y del desangelado chileno José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, absolutamente despreciado por La Habana, que solamente logró, por pura cortesía protocolar, unos diez minutos de charla con Raúl Castro en ocasión de la cena de gala ofrecida por el régimen a los gobernantes huéspedes en La Habana, y aunque la prensa oficial ni siquiera mencionó la presencia del chileno en La Habana, ambas visitas, al fin y al cabo, contribuyen más todavía a la legitimación de la dictadura castrista que de facto realizaron los jefes de Estado y gobierno latinoamericanos y del Caribe presentes en La Habana.
- El bochornoso desfile de muchos jefes de Estado y gobierno de América Latina y el Caribe y del secretario general de la ONU por Punto Cero, antes, durante y después de la cumbre de CELAC, para besar la mano del “Padrino” Fidel Castro y mostrar la máxima abyección y hasta admiración por quien durante más de medio siglo ha conspirado y actuado contra los principios y las bases democráticas de las naciones del continente, provocando muertes, luto, crisis, desgracias y miserias en todas partes por donde han pasado las hordas de Fidel Castro, desde Chile y Argentina hasta México y las islas del Caribe.
- El camaleónico cambio de la Unión Europea, modificando-pero-manteniendo la Posición Común establecida en 1996 bajo el liderazgo del primer ministro español José María Aznar, que supone negociar con la Isla un acuerdo bilateral que regule el diálogo, acuerdos comerciales y cooperación, elementos que la marginada Posición Común subordinaba al avance de los derechos humanos en Cuba. Esa transición de posiciones, a pesar de todo, ha recibido un tácito visto bueno de Washington, aferrándose a la hoja de parra de que el tema de los derechos humanos no será desechado. Aunque la Comisión Europea insiste continuamente en que la cuestión de tales derechos humanos será fundamental en la negociación, que podría demorar hasta un año o incluso más, de inmediato La Habana respondió a Bruselas sibilinamente, señalando que “consideraría” la invitación europea de manera “respetuosa, constructiva y apegada a su soberanía e intereses nacionales”. Esto significa, en el lenguaje habitual del castrismo, que se abroga olímpicamente el derecho a interrumpir cualquier negociación alegando razones de soberanía e intereses nacionales cada vez que le convenga, razones que saldrán a la palestra en cuanto los europeos comiencen a hablar demasiado sobre reformas democráticas o de derechos humanos.
- Las visitas a Cuba del magnate azucarero cubano Alfonso “Alfy” Fanjul, en estos momentos ciudadano español -y por tanto con pasaporte de la Unión Europea- de las que se supo a través del periódico The Washington Post, y donde a pesar de que insiste en que su interés en esos viajes tiene que ver fundamentalmente con “reunir a la familia cubana”, no descarta pasos más allá del simple amor familiar. Lo dijo muy claramente, no hay por qué confundirse con sus palabras: “¿Podemos considerar una inversión más adelante? Si hay un acuerdo entre Cuba y Estados Unidos, y se puede hacer legalmente, y hay un marco adecuado establecido, entonces veremos esa posibilidad”. Lo más interesante en este caso, además de que el clan Fanjul-Gómez Mena era muy predominante en la industria azucarera cubana, es que las opiniones de “Alfy” Fanjul las comparten y defienden varios otros magnates cubanos en el exilio, como Carlos Saladrigas o Paul Cejas, quien fuera embajador de Estados Unidos en Bélgica en época de Bill Clinton.
- La aparición de una habilidosamente trabajada encuesta de opinión en Estados Unidos por parte del Adrienne Arsht Latin American Center, del Atlantic Council -organización que hasta ahora no había tenido nada que ver con el tema cubano- cuya muestra incluyó en el mismo saco tanto a votantes registrados y posibles votantes como a personas que ni siquiera pueden votar por no ser ciudadanos americanos, donde se llegó a la interesante conclusión de que “una gran mayoría de los estadounidenses y un porcentaje aún más grande de residentes de Florida apoya la normalización de las relaciones con La Habana”. Y de ahí saltaba como conclusión el tan recurrido sofisma sobre la “necesidad” de levantar de manera incondicional el “criminal bloqueo imperialista” de Estados Unidos contra Cuba. Titulares aparte, y haciendo abstracción de las cuestionables técnicas de muestreo y preguntas utilizadas en la referida encuesta, cuando se profundizaba en detalles del escrutinio se podía arribar a conclusiones diametralmente diferentes a las que formaron tanto escándalo en la prensa, pero en una ciudad como Miami, donde las pocas veces que se lee no se va mucho más allá de los titulares, eso parece que no tiene mucha importancia que digamos.
- Las oportunistas declaraciones con relación al embargo de Estados Unidos contra el régimen por parte de Charlie Crist, ahora candidato demócrata a la gobernación de Florida, ex-gobernador republicano del Estado, y también fracasado candidato independiente a senador federal -derrotado por Marco Rubio en las elecciones del 2010-, que en entrevista televisiva en cadena nacional se manifestó a favor de terminar con esa política de Washington, según dijo, porque “el embargo no ha logrado nada en más de 50 años para cambiar al régimen en Cuba”. Aunque los verticales del Versailles y el Parque del Dominó, así como los guardianes de los libros sagrados y la llama eterna en Miami aseguran que Crist no tiene futuro, las encuestas electorales sobre intenciones de voto de los floridanos en la contienda de noviembre, frente al actual gobernador republicano Rick Scott, no parecen ser tan optimistas como quisieran muchos “duros” de la Calle Ocho.
- Las recientes visitas a Cuba de senadores y representantes americanos favorables más a las posiciones de La Habana que a las de Washington, donde tales ilustres congresistas no se esconden para expresar su sentir a favor de normalizar relaciones con La Habana, favorecer los intereses económicos de muchos de sus electores, y de paso reclamar casi porque no les queda más remedio, aunque demasiado tiernamente, la liberación por el régimen del rehén americano Alan P Gross, pieza de cambio de La Habana para intentar un canje por sus espías disfrazados de “héroes antiterroristas” que cumplen sentencias en cárceles del “imperio”, convictos por espionaje y varios otros delitos.
- La ambigua posición de Washington con respecto a las relaciones con el régimen, que lo mismo estrecha la mano a Raúl Castro en las honras fúnebres de Mandela o se reúne en La Habana para hablar del servicio postal que sanciona a empresas y bancos que comercian con La Habana por debajo de la mesa, critican actuaciones del régimen a través de voceros del Departamento de Estado que cuando hablan ¡prefieren el anonimato! Además: buscan bancos en EEUU dispuestos a brindar servicios a instituciones tan peculiares como la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos, radicada en Washington, o la delegación de Cuba ante Naciones Unidas en New York, al mismo tiempo que devuelven balseros “pies secos” a Cuba, o autorizan al jefe de la Sección de Intereses de La Habana en Washington a visitar Cayo Hueso o Tampa para conspirar contra el embargo o hacer lobby para favorecer inversiones en la Isla de estadounidenses y que se amplíen los viajes a Cuba. Oportunidad para seguir organizando a sus jenízaros en el sur de La Florida para desarrollar actividades antinorteamericanas a través de la radio de Miami y la acción de sus agentes de influencia en la academia, la prensa y las agencias de viajes y envío de remesas hacia Cuba, o cabildear para el corte de las asignaciones de fondos “pro-democracia” en Cuba a la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional).
- La sistemática campaña de represión contra opositores y disidentes lanzada por el aparato de la Seguridad del Estado a lo largo y ancho del país, con golpizas, humillaciones, detenciones por unas cuantas horas, allanamiento de moradas, hostigamiento, amenazas, vandalismo en las viviendas de opositores, dejar a los detenidos por algunas horas abandonados en territorios desiertos o inhóspitos y a grandes distancias de sus casas y sin medios para trasladarse ni para comunicarse con familiares y amigos, todo con la más completa impunidad y complicidad del régimen y sin que se produzcan condenas internacionales significativas contra todos estos hechos que, lamentablemente, cada vez son más comunes en el país.
- La declaración en Madrid de dos funcionarios laicos de la Iglesia Católica de Cuba, asegurando que en la Isla nunca se produciría una Primavera Árabe, sino más bien una transición a la cubana, dejando claro que aunque la Iglesia está dispuesta, como ella misma dice, a “acompañar” a los cubanos en este complejo proceso de salir de la enorme crisis en que se encuentra la nación, tal supuesto “acompañamiento” se regiría por los intereses y objetivos de la institución y de su máxima jerarquía, y no necesariamente por los de la feligresía católica ni por los de la sociedad civil cubana.
- El sorprendente y bochornoso silencio de Estados Unidos y de todos los países de América Latina y el Caribe ante el escándalo del buque norcoreano Chong Chon Gang, que cargaba armas desde Cuba hacia Pyongyang convenientemente ocultas bajo un cargamento de diez mil toneladas de azúcar, violando disposiciones de Naciones Unidas sobre el embargo de armas a la belicosa nación norcoreana. Las cosas han llegado al extremo de que en estos momentos parecería que hay casi una disculpa del gobierno de Panamá hacia el régimen, o tal vez lo que sería una sorprendente súplica para normalizar las relaciones bilaterales, cuando el nuevo canciller panameño acaba de declarar: “Mi recomendación es que miremos hacia delante, hay mucho más positivo, mucho más bueno en la relación Panamá-Cuba que decisiones que en un momento se toman al tenor de circunstancias”. Así que “vamos a estar acercándonos, manteniéndola, tenemos muchos años de relación con Cuba. Cuba es un país amigo, independientemente de las diferencias de visión en cuanto a regímenes políticos y económicos”. Y para rematar recordaba que “Nunca se puede olvidar que somos hermanos latinoamericanos y que hay una relación cultural muy fuerte y al final incluso económica”. Amén.
- La visita a Cuba de peloteros estrellas de las Grandes Ligas de EEUU, ofreciendo "clínicas" de béisbol y donando equipos y otros materiales deportivos, como parte de lo que parece ser una ofensiva de la diplomacia del béisbol, como fue la diplomacia del ping-pong en la China de Mao.
¿Todo esto
es casual? Allá los enamorados que deseen creer -y disfrutar creyendo- en
las casualidades En el análisis político las casualidades no existen, y si
existieran no deberían ser tomadas en cuenta. ¿Cuál habría sido el papel del
gobierno cubano en el desarrollo de todos estos acontecimientos?
¿O es que
acaso se podría pensar que Raúl Castro y todos los que le asesoran
-militares y civiles- se sentaron en La Rinconada y el Palacio de la
Revolución a esperar pasivamente hasta que todas estas cosas sucedieran y
los astros pudieran alinearse favorablemente a los intereses del
neocastrismo y su detallada preparación del proceso de establecimiento y
consolidación del post-castrismo?
Más bien
habría que concluir que en La Habana están absolutamente preparados y
dispuestos a negociar hasta con el mismo Diablo, aunque con la excepción del
exilio y los disidentes, por la sencilla razón de que no necesitan hacerlo.
Entonces,
¿quiénes piensan que en Cuba las cosas están cambiando, será acaso porque
son tontos o porque no están bien informados? No, no seamos tan ingenuos, ya
que la realidad es mucho más compleja.
En Cuba se
han producido “cambios” que podrán tener mucha más o menos influencia en el
desarrollo de los acontecimientos cotidianos o en la evolución inmediata o a
medio y largo plazo de los mismos, en dependencia de cómo se analicen y cómo
se desenvuelvan las cosas, pero que no deben ni pueden ser sencillamente
ignorados porque no nos gustan algunas cosas o porque no se parecen a lo que
consideramos que sería lo mejor para nuestro país.
Veamos a
continuación un listado no exhaustivo de “cambios” que se han llevado a cabo
en Cuba durante la era de Raúl Castro, desde que asumió “provisionalmente”
el poder en 2006 hasta nuestros días, sin pretender un orden cronológico, o
de importancia o de trascendencia, sino simplemente listarlos. Parte de
estos listados ya los hemos publicado anteriormente, pero han sido
actualizados continuamente por el desarrollo de diversos acontecimientos:
-
Autorizar el trabajo privado a más de 440,000 cuentapropistas, aunque algunos rellenan fosforeras o pasean perros, y cientos de miles han devuelto sus licencias
-
Entregar tierras estatales en usufructo a trabajadores privados para utilización en la agricultura y la ganadería
-
Anunciar el proyecto de desaparición del peso cubano convertible (CUC) y volver a establecer el peso cubano (CUP) como única moneda circulante en el país
-
Autorizar a los trabajadores privados a contratar empleados
-
Permitir y fomentar el establecimiento de cooperativas no agropecuarias
-
Emisión de bonos para financiar la deuda generada por el déficit presupuestario
-
Desactivar las falsas Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC)
-
Creación de la Zona Económica Especial de El Mariel
-
Disolución o reestructuración de Ministerios y creación de Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE)
-
Retirar al Estado de la administración de servicios personales (barberías, peluquerías, zapaterías, reparación de electrodomésticos, taxis)
-
Ofrecer créditos a la población para construcción y reparación de viviendas
-
Autorización de ventas a crédito para adquirir en las tiendas que venden en CUC ollas de presión eléctricas, arroceras, y de presión convencional, y cocinas eléctricas y su equipamiento
-
Establecer niveles de pago diferenciado a los deportistas, acabando el mito del “deporte aficionado”
-
Reconocer la propiedad de autos y viviendas, y permitir su compraventa
-
Comenzar la venta de vehículos nuevos y de uso, aunque a precios astronómicos
-
Autorización a inmobiliarias estatales y mixtas para rentar locales y viviendas a cubanos
-
Establecer el fin del igualitarismo social
-
Proclamar que cada cual reciba de acuerdo a lo que se gane con su trabajo
-
Restablecimiento de un sistema de impuestos para todos los trabajadores
-
Eliminar las escuelas en el campo
-
Eliminar las microbrigadas
-
Eliminar la “revolución energética”
-
Eliminar los “trabajadores sociales”
-
Eliminar “la batalla de ideas”
-
Eliminar el Grupo de Apoyo al Comandante en Jefe
-
Autorizar a un grupo empresarial extranjero (brasileño) a administrar un central azucarero en Cuba
-
Reducir drásticamente el “trabajo voluntario” y los “domingos rojos”
-
Eliminar prohibiciones de acceso a hoteles y centros turísticos
-
Permitir a los cubanos poseer computadoras y teléfonos celulares
-
Autorizar acceso (restringido y de mala calidad) a Internet (a precios abusivos)
-
Raúl Castro anuncia que el actual sería su último período de ejercicio en el poder
-
Establecer que ningún dirigente pueda estar más de diez años en el cargo
-
Nombrar a un civil “no histórico” segundo al mando en el Estado y el gobierno
-
Autorizar a la casi totalidad de los cubanos, incluidos muchísimos opositores, a viajar al extranjero y regresar posteriormente a su país
-
Autorizar a (cantidades limitadas de) emigrados a regresar a vivir a Cuba
-
Realizar mensualmente reuniones periódicas del gobierno e informar sobre ellas y sus acuerdos en la prensa (aunque con información incompleta y confusa)
-
Pedir a los dirigentes que no se sientan capaces de cumplir sus obligaciones que renuncien, sin que hacerlo se considere como algo vergonzoso.
-
Experimento para autorizar a algunas empresas a vender sus excedentes en el mercado interno
-
Preparar una nueva Ley de Inversión Extranjera que debería ser sometida a la Asamblea Nacional del Poder Popular para “aprobación” en abril del 2014.
Todas estas
son realidades que están ocurriendo en Cuba, independientemente de lo que
pueda gustarnos o no cada una de ellas o todas a la vez, e
independientemente también de lo que deseemos tanto los cubanos que vivimos
en la Isla como fuera de ella, y seamos exiliados o emigrados.
Frente a
todo esto, resulta patético saber que ahora en Miami figuras del exilio que
nunca se quejaron de que la compañía Domino Sugar, propiedad de los hermanos
Alfonso y José Fanjul, recibiera jugosos subsidios del gobierno para poder
controlar la producción de azúcar en La Florida y de esa manera asegurarse
el monopolio de su comercialización -algo completamente contrario a los
principios liberales en la economía y absolutamente ajeno a los principios
del respeto a la libre competencia empresarial- ahora de pronto se ponen a
pensar en el eventual destino de las inversiones de los Fanjul.
Así hemos
visto recientemente a miembros del exilio vertical haciendo llamados al
señor Fanjul y a otros poderosos magnates cubanos que exploran la
posibilidad de invertir parte de su dinero en la Isla, en connivencia con el
régimen de los Castro, para que miren hacia el Memorial cubano en la Calle
Ocho, o que piensen en la relación entre inversiones y el amor a la patria,
cuando todos sabemos, desde siempre, que cualquier inversionista, en
cualquier parte del mundo y en cualquier época histórica, lo único que mira
y le interesa son las seguridades que daría el marco jurídico del país
receptor para proteger su inversión, así como los cálculos que terminan
expresando las posibilidades reales de retorno de su inversión.
Para todo lo
demás, ni tienen tiempo ni les interesa. Y, aunque esto pueda parecer
cínico, es bueno que sea así, porque de lo contrario tal vez sus inversiones
no serían colocadas en los lugares más apropiados económicamente o en los
momentos más oportunos para prosperar, impidiendo o dificultando de esa
manera las posibilidades del país receptor de beneficiarse de esa eventual
acción, así como las de hipotéticos ocupantes de puestos de trabajo que
generaría tal inversión, o incluso la de los actuales trabajadores de la
casa matriz inversionista, que en caso de un fracaso económico podrían verse
afectados en sus puestos de trabajo o en sus intereses.
También
resulta lamentable ver a exiliados que no han demostrado nunca en su vida
falta de valor personal, pedir públicamente a la Unión Europea que tenga en
cuenta tanto a los exiliados como a los disidentes en sus negociaciones con
el régimen. Hasta ahora nunca ha parecido que a la Unión Europea le interese
demasiado esa posibilidad, y está claro que La Habana en ninguna
circunstancia la aceptaría, pero aún en el hipotético escenario de que tal
posibilidad fuera realista, ¿cómo se definirían quienes deberían representar
a los exiliados y a los opositores dentro del país en tales eventuales
negociaciones?
Hemos sido
testigos de un exilio incapaz de unirse cuando se trata de ofrecer
claramente su apoyo a disidentes, de manera que determinados grupos de
exiliados solamente apoyan a determinados grupos de disidentes, pero no a
los demás, y que opositores y disidentes dentro de la Isla inclinan sus
simpatías hacia determinados y específicos grupos de exiliados, en cierto
sentido casi despreciando, o al menos, ignorando a los demás. Por eso no es
fácil entender cómo podría definirse y seleccionarse una supuesta
representación de ambas partes -exilio y disidencia interna- para participar
en unas supuestas negociaciones de la Unión Europea -o incluso de Estados
Unidos- con La Habana.
Es verdad
que soñar no cuesta nada, porque si Bruselas o Washington plantearan como
condición sine qua non tal participación de disidentes y exiliados
para que se produjeran determinadas negociaciones La Habana no
necesariamente se vería obligada a aceptarlo. Sin embargo, hacer ese
planteamiento de una participación forzada es imposible, ya que así no
funcionan las cosas en Punto Cero y La Rinconada, que en un tema tan
estratégico y vital como ese, sin ningún género de dudas, se negarían
rotundamente.
Y es de
suponer que nadie pueda pensar que en un tema tan estratégico y vital Punto
Cero quedaría fuera de la ecuación y que todo se reduciría a La Rinconada y
el Palacio de la Revolución. Tal vez la sombra siniestra de Fidel Castro no
aparezca de manera abierta frente a la galería o la prensa, pero sin dudas
la extensa mano del tirano mayor estaría presente en cualquier actividad de
este tipo que se pudiera llevar a cabo.
Dicho de
otra manera: en momentos en que se están moviendo fuerzas económicas y
políticas tan poderosas alrededor del tema cubano, donde hay tanto en juego
y están en la palestra tantos y tan variados intereses, los escenarios no
pueden analizarse mediante enfoques simplistas, no importa si se analizan en
Cuba, Miami, Bruselas, Washington, Caracas, Ciudad México o Madrid.
Y no debería
olvidarse tampoco que hay que lograr interactuar y tratar de obtener
resultados convenientes frente a un régimen tan astuto que, a pesar de que
simpatiza con el Diablo, demasiadas veces ha sido y sigue siendo capaz de
negociar incluso con ese mismo Diablo... y ganarle la partida.
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