Para concluir su discurso de ayer en Santiago de Cuba, Raúl Castro retoma esa frase al decir: “Estrechamente vinculada con estos conceptos de alcance estratégico, verdaderamente estratégico para el presente y el futuro de la Patria, está la frase pronunciada por Fidel aquí, casi a esta misma hora, desde ese balcón exactamente, hace hoy 55 años, con la que, por su eterna vigencia deseo concluir mis palabras, cito: ‘La Revolución llega al triunfo sin compromisos con nadie en absoluto, sino con el pueblo, que es al único que le debe sus victorias’. Cincuenta y cinco años después, en el propio lugar, podemos repetir con orgullo: ¡La Revolución sigue igual, sin compromisos con nadie en absoluto, solo con el pueblo!”
En 1959 la frase de Fidel Castro se entendía perfectamente: Había funcionarios y militares del gobierno-régimen derrotado, como el mismo Cantillo, que podrían creer que había un pacto a partir de conversaciones efectivamente producidas, y el poder triunfante les decía que no. Ante esa situación, para evitar equívocos, Fidel Castro dice claramente que la revolución va “sin compromisos con nadie”, que no hay nada hablado o que si se habló no es firme. Pero, la misma frase retomada 55 años después por Raúl Castro… ¿qué significa? ¿A quién se le advierte que no hay “compromiso”? ¿Cómo engarza este asunto con el tema de la “campaña mediática” que Raúl Castro ha anunciado como el contexto general de esta segunda parte de su discurso?
Un par de hipótesis:
1-La confirmación de la no existencia de “compromisos” (sino con el pueblo) tiene una lectura, primero, en el marco de la política interior. Pudiera estar indicando que por muy relevante que sea una personalidad nacional, por muy alto que haya llegado un deportista, un artista, un militar o un dirigente político, no hay “compromiso” con esa persona y le van a aplicar la ley disponible o la “justicia” revolucionaria si llega el caso.
2-La frase tiene también una connotación de cara a la política exterior. Aunque tanto Homero Acosta en las primeras aclaraciones oficiales sobre el alcance de la reforma migratoria, como el jefe de la Oficina de Cuba en EEUU José Ramón Cabañas en reciente entrevista, como el propio Raúl Castro en varias intervenciones, han dicho que esas discutidas pero reales “aperturas” cubanas (no a la democracia pero sí a las libertades individuales) han obedecido al propio curso de la revolución y no al deseo de agradar a nadie en el exterior; también es cierto que en varias declaraciones queda como la sensación de que sobre ese proceso han influido conversaciones con personalidades extranjeras.
Me queda la presunción de que en la implementación de esas “reformas”, y en el trato digamos que “permisivo” que se ha mostrado hacia ciudadanos cubanos que viajan el mundo y regresan a la isla con el declarado propósito de “cambiar” o “tumbar” al gobierno-régimen ha habido como cierto “compromiso” de no molestarles. Y si ese “compromiso” se aceptó, aún implícitamente, es para recibir algo a cambio. Y si no se recibe nada, no hay razones para mantenerlo.
Yo creo que lo que ha querido decir Raúl Castro en el contexto de la segunda parte de su discurso es que ellos sienten que no tienen por qué seguir haciéndose los de la “vista gorda” sobre las proyecciones internacionales de la disidencia y la oposición cubana, que ahora veo realmente en la mirilla.
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