El 14 de enero próximo se cumplirá un año de la entrada en funciones de la llamada reforma migratoria cubana o Decreto-Ley No. 302 modificativo de la Ley No. 1312 “Ley de Emigración”, anunciado en la Gaceta Oficial de Cuba No.44 del Martes 16 de Octubre de 2012.
La legislación y su puesta en práctica han rebasado todos los cálculos, sobre todo para quien siempre dudó de que el gobierno cubano pudiera efectivamente ceder en el monopolio de algo tan preciado en la sensibilidad cubana como es “viajar al extranjero”. Todavía el pasado 31 de diciembre, a la medianoche, una vecina cubana en Miami salía a dar la vuelta a la manzana con una maleta para tener la suerte de viajar. Cuando le alerté que no era necesario porque ella, como exiliada/emigrada, estaba en un viaje perenne, respondió: “Yo creí que esto era para la mala suerte”.
El control sobre el salir y entrar al país permite utilizar los resortes de premio-castigo, que no forman parte de un mecanismo de represión sino de algo mucho más crucial para el orden: la dominación, “obediencia civil” o “sometimiento pacífico”. Fueron estas dudas las que me llevaron a escribir el 13 de septiembre de 2012 el texto “¿Por qué no habrá en Cuba reforma migratoria?”, donde me equivoqué.
Pero si la reforma migratoria cubana rebasó expectativas en lo referente al movimiento de las personas, que es una arista administrativa-consular del tema, más aún lo hizo en la ampliación de los límites ideológicos en que “el viaje” podía darse. No sería necesario autocensurarse, tener cuidado de las amistades en tránsito o eludir contactos con autoridades extranjeras comprometedoras. Para sorpresa, el gobierno iba a ser “permisivo” en cuanto a esto.
Unos ejemplos. El viernes 25 de octubre (2013) la ciudadana cubana Berta Soler se entrevistó con el Vicepresidente de los EEUU Joe Biden; según su propio testimonio le dijo que Cuba era un país sin libertad y con un gobierno antidemocrático, y declaró ese mismo día a Radio Martí que respecto a esto el Vicepresidente “ha sido muy receptivo con nosotros”. El viernes 8 de noviembre (2013) el ciudadano cubano Guillermo Fariñas se encontró en Miami con el Presidente de los EEUU Barack Obama, al que según sus propias declaraciones pidió “que no negocie con el gobierno cubano si no estamos nosotros presentes”.
Pero en materia de capitalización política de la reforma migratoria, nada estuvo a la altura de lo revelado en un artículo de Radio Martí del 9 de junio de 2013, donde se decía por las claras que los disidentes/opositores cubanos habían viajado a Polonia para recibir entrenamiento con vistas a cambiar el régimen cubano. Repito, no se trata de una denuncia de la Seguridad del Estado cubana en la televisión oficial sino de una noticia de Radio Martí. Se titulaba “Activistas cubanos se entrenan en Polonia” e incluía como parte del subtítulo: “… se trata de tener un ejército, pacífico, para poder implementar la estrategia de lucha por la democracia.”
Todos los activistas, disidentes y opositores cubanos que recibieron este tipo de “entrenamiento” se encuentran de regreso en Cuba y, en sentido general, no han sido molestados.
Pero los límites de permisibilidad de la dictadura, antaño tan nítidos y ahora indescifrables, no solo han estimulado a la disidencia/oposición a cogerse un tramo y otro más (a “mover la cerca”, como ha dicho recientemente el Embajador José Ramón Cabañas); también personas consideraras moderaras o incluso proclives al gobierno cubano han hecho consideraciones inusuales. Por ejemplo, Arturo López Levy ha declarado a una agencia de prensa internacional que en la situación difícil de la oposición cubana actual hay que considerar un grupo de factores, entre los que se encuentra “la represión” ejercida por el gobierno; mientras Max Lesnik le ha enmendado la plana al propio Raúl Castro en una nota para Radio Miami titulada “Un agregado al discurso de Raúl Castro”.
Ante estos hechos tiene sentido preguntarse: ¿Por qué una dictadura, ya sea la cubana o cualquier otra, se deja pasar esto? Aquí ensayo tres respuestas posibles:
1-Porque la dictadura se ha convertido en una democracia tolerante y plural.
2-Porque la dictadura es débil.
3-Porque la dictadura necesita hacer ciertos “compromisos” o concesiones para obtener cosas que le permitan mantenerse en el poder.
Vistas las anteriores alternativas a raíz del discurso de Raúl Castro el 1ro de enero (2014) en Santiago de Cuba, creo que vale la pena atender la tercera. Precisamente lo que quise exponer en el texto “Los ‘compromisos’ en el discurso de Raúl Castro en Santiago de Cuba” es que si el gobierno cubano ha asimilado ciertos procederes de la disidencia/oposición de viaje por el exterior (algunos de ellos raros hasta en la más óptima democracia), es porque pensaba obtener algo de vuelta.
Ahora bien, si la dictadura fue más allá de sí misma para lograr algo a cambio, y no ha obtenido nada porque le volvieron a mover la cerca, entonces, como dijo Raúl Castro el 1ro de enero de 2014 que dijo Fidel Castro el 1ro de enero de 1959: No se ha hablado de nada y no hay compromisos con nadie. “Solo con el pueblo”.
En el discurso rebencú de Raúl Castro en Santiago de Cuba, que culmina golpeando la tribuna con las cuartillas leídas, hay una lógica aplastante que puede tener connotaciones graves.
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