Por Eduardo Herrera/ Hablemos Press.
LA
HABANA, 14 de Enero.- El suicidio es un medidor de la incertidumbre que
sufren los pueblos. Cuba tiene el índice más elevado en la región con
18.1 por cada 100,000 habitantes, según publicó en 2010 la Organización
Panamericana de la Salud.
En
los últimos años hemos visto cómo han ido en aumento las auto
agresiones contra la integridad física de muchos ciudadanos que,
inconformes con las pocas alternativas respecto al bienestar de sus
vidas deciden quitárselas, acabando con la agonía que resulta de vivir
en un país sometido por un gobierno totalitario.
El
número real de personas que se auto agreden, nunca son reveladas en
forma fidedigna por el Estado, puesto que no le conviene hacer pública
la desesperanza del pueblo. Sólo muestran los índices de “bienestar”,
con la mortalidad infantil como el más mencionado.
A
los centros de asistencia médica, llegan cada día personas que han
intentado el suicidio de diferentes formas, y muchas de ellas no son
notificadas, perdiéndose el registro de muchos casos, los cuales
pudieran aumentar las estadísticas.
En
muchas ocasiones las condiciones que tienen los pacientes cuando llegan
a los centros hospitalarios, no permiten que sean atendidos en
psiquiatría, área que lleva el registro de los suicidios, y estos son
atendidos emergentemente por otras especialidades. Esto, si no ocurre un
desenlace fatal que dé al traste con la vida del paciente, impidiendo
también que el caso sea recogido por la estadística.
En
los últimos días del año, llegaron a muchos centros de salud pacientes
de este tipo, los cuales tenían deudas impagables con el fisco y
problemas económicos serios ocasionados por el sistema; los otros son
drogadictos, quienes también son producto de la enajenación del medio
social que se les impuso.
El
gobierno debería preocuparse por las causas que conducen a los
ciudadanos a quitarse la vida. Si es realmente consciente y desea el
bienestar para el país, tendría que analizar su política hostil hacia
los cubanos, a los que priva de sus derechos fundamentales dando muy
pocas opciones de vida digna.
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