Por Andrés Pascual
A continuación de Andre Ward, al modo mío de verlo el mejor y más completo boxeador del momento ¿Quiénes serían los próximos 4 hasta completar la pentarquía de excelencia en FISTIANA?
A pesar de que el tiempo biológico y el trajín sobre el cuadrilatero han comenzado a hacer efectos en su anatomía, no me arriesgo a dejar fuera al Maestro JMM.
Maravilla Martínez, que hace un par de años discutía lo mejor del mundo, está pendiente de la verificación sobre el ring de sus ayer prodigiosas condiciones, porque las lesiones y el ocio involuntario producto de lo anterior más la edad, pudieran haber hecho estragos en su anatomía, a pesar de que, a diferencia de JMM, ha recibido poco castigo.
Mi lista particular la completo con Bradley, Floyd Mayweather jr y Guillermo Rigondeaux.
Anoche el doble campeón cubano paseó la distancia contra el africano Adbecko, una pelea que se hizo monótona, porque los peleadores excesivamente calculadores, si no tienen que fajarse, pueden hacer que el pleito languidezca y canse por la escasez de golpes de power-punch. Rigondeaux ganó los 12 rounds con un par de impactos más aparatosos que efectivos del africano en toda la noche.
Rigondeaux mayoreó a un boxeador que contra otro contrario no luciría tan mal como contra el cubano, es decir, frustrado y completamente desorientado ante la superioridad que enfrentaba..
El oriental se dedicó a hacer lo que sabe, esencia del boxeo: marcar los puntos necesarios para ganar sin sudar, explicada en la máxima tan vieja como Matusalén “dar y que no te den”, sin embargo...
A pesar de las barbaridades que se leen sobre el cubano, a favor o en contra, nadie puede negar que algunas opiniones de mala voluntad nacen en lo más profundo de la envidia y la impotencia que les impide a mucha gente “disfrutar” cómo cae el paisano de José Stable, que, atendiendo a los manuales de Fistiana, por su velocidad, es el más difícil peleador del mundo.
Por esa virtud, el campeón supergallo puede ser capaz de deslucir a un contrario y con este la pelea.
Porque en el boxeo rezan máximas: cuando el tipo que se enfrente se reconozca como totalmente impedido de hacer algo meritorio, el peleador de gran nivel, como el cubano, tiene que arriesgar algo, tiene que salir y matarlo en 6 rounds, así se complementa la clase superlativa en el boxeo.
¿Por qué el cubano no concluye de esa forma sus peleas? Porque su esquina es amateur, amateur cubana y así, con esa filosofía, no puede esperar que lo comparen e igualen con Mantequilla, con Luis Manuel, o con algunos otros de los inmortales cubanos de antaño.
El problema es que un peleador puede boxear como un amateur, pero la filosofía en la esquina no puede ser aficionada, de marca puntos y vámonos, porque el fanático que vive el profesionalismo, que lo conoce, no es como el cubano, que hace mucho tiempo que perdió el nexo con la categoría y la mayoría de hoy desconoce por completo ciertas reglas de honor escondidas que ni se escriben ni se hablan, pero se respetan como cláusulas fantasmas de la relación público-pugilista; porque se nace con esa manera de ver el deporte, tal vez con razón, es que exigen cosas diferentes hasta cierto punto, que aplaudir combates de pocos golpes fuertes, menos entrega y "ya ganaste, sigue así...”
En la Serie Mundial de boxeo, especie de caricatura de mal gusto de lo que debe ser el pleito profesional, el equipo de la tiranía ha ganado 15 combates en los que todavía no se ha producido la primera caída, (knockdown), favorable a ningún antillano.
Poco a poco el público de este fraudulento torneo dejará la expectativa por lo que harían los cubanos como contribución al espectáculo y abandonarán a su suerte la entrada a la arena para verlos, esa es la regla de la vida de una disciplina cuando se cobra por practicarla.
Guillermo Rigondeaux es el boxeador más rápido del mundo, técnicamente incompleto, porque, por secuelas del aficionismo en Cuba, ni aplica el waiving ni los sidestep, de obligada exhibición en la cartilla del boxeador defensivo.
Porque está muy por encima de los contrarios en su división, no puede darse el lujo de permitir que un pleito languidezca hasta el bostezo ante un peleador de ninguna posibilidad, sencillamente tiene que salir y matarlo, a esos que no pueden hacer nada contra él, que no pueden lastimarlo, no los puede llevar al 12 para escuchar juntos y sonrientes la decisión judicial, así de sencillo.
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