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Mario Chanes de Armas estuvo preso treinta años en las cárceles de los Castro. En jaulas, en gavetas, en agujeros, golpeado y torturado y esclavizado, quiero decir condenado a trabajo forzado como un esclavo. Treinta años. Más tiempo que Mandela. Treinta años. En condiciones mucho peores que las que padeció Mandela. Treinta años. Y siempre digno, y siempre honrado, y siempre firme y generoso y valiente en medio de aquel infierno. Abundan los testimonios.
Tuve el honor de conocer a Mario Chanes. Un hombre sorprendente, dulce, amigo del perdón y amigo de la reconciliación. Como Mandela. Un hombre que combatió la dictadura de Batista y la dictadura de Castro. Un hombre que no apoyó ni fue amigo de ningún dictador.
Mario Chanes ya estaba en la cárcel cuando nació su único hijo, y seguía en la cárcel cuando su hijo murió a los 22 años. En la cárcel también supo de la muerte de sus padres y de su hermano. No llegó a conocer a su hijo. Castro, el amigo de Mandela, negó siempre el permiso para que se conocieran.
Hablo de Mario Chanes de Armas porque ha muerto Mandela y están en lo de honrarlo. Y como todos hablan de lo grande que fue Mandela me parece necesario hoy decir aquí que sí, que seguramente es verdad que Mandela fue un hombre grande. A pesar de su amistad con Castro. A pesar de su silencio cómplice y miserable respecto a las víctimas de su amigo Castro.
Un hombre grande, Mandela, sí. Pero un hombre grande que no le llegaba ni a la suela de los zapatos a un hombre como Mario Chanes de Armas.
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