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Las bandejas de pizza están guardadas, así como la antigua licuadora que ni funcionaba. Atrás quedó el dulce olor a masa horneada que permeaba el apartamento de Julio César Hidalgo en La Habana, cuando él y su novia tenían su modesto negocio de venta de pizzas, reporta la AP.
Dos años después de comenzar el experimento del Gobierno con limitada autorización del trabajo independiente del Estado, Hidalgo está en la bancarrota, desempleado y sujeto a una posible multa. Pero el hombre de 33 años de edad, conocido por su amplia sonrisa y sentido del humor, dice que la peor pérdida es la más difícil de expresar.
"Me siento frustrado y decepcionado, tuve que cerrar la cafetería porque no me daba la cuenta, como se dice en Cuba", explicó Hidalgo.
La agencia The Associated Press recientemente volvió a buscar a nueve fundadores de empresas incipientes, a los cuales había entrevistado por primera vez en 2011, cuando, ilusionados, crearon sus negocios a la luz del anuncio de Raúl Castro de que se permitiría un nivel limitado de iniciativa privada.
Entre ellos hay dueños de restaurantes y cafeterías, una costurera e instructora de taekwondo, un vendedor de DVD pirateados y una mujer que alquila habitaciones a turistas.
El destino les ha deparado fortunas diversas. De las seis iniciativas que dependían de una clientela cubana, cuatro fracasaron y sus propietarios están económicamente peor que cuando empezaron. Pero las tres que estaban orientadas hacia los extranjeros o hacia sus compatriotas empleados por empresas foráneas, siguen abiertas, y algunas incluso prosperan.
Una clientela empobrecida
Aunque es una muestra un tanto pequeña, el resultado es uno que muchos economistas expertos en Cuba habían notado desde el comienzo: No hay en el país suficiente dinero como para mantener a un sector privado, donde el salario del cubano promedio es de 20 dólares al mes.
"A todo este sector privado se le ha dado una nueva oportunidad, pero evidentemente hay un ambiente macroeconómico que no lo favorece y no favorece la expansión de la demanda que ellos necesitan", dijo Pavel Vidal, execonomista del Banco Central de Cuba.
Vidal desde hace tiempo ha llamado a las autoridades cubanas a implementar un paquete de gasto público a fin de estimular la economía, y a atraer más inversión extranjera.
El especialista, que ahora es profesor en la Universidad Javeriana de Colombia, dice que solo se necesita fijarse en las tendencias desde 2011 para darse cuenta que el sector privado en Cuba está agotado. Tras el entusiasmo inicial, el número de cubanos con empresas propias se ha mantenido creciendo muy paulatinamente los últimos dos años llegando en estos meses a los 444.000, es decir, el 9% de la fuerza laboral.
Incluso en los países desarrollados, donde los negocios tienen acceso a capitales, crédito y una clientela con poder adquisitivo, empezar una empresa es riesgoso. Según la Administración de Empresas Pequeñas de Estados Unidos, aproximadamente la mitad de todos los negocios nuevos en el país cierran al cabo de cinco años, y dos tercios al cabo de una década.
La proporción de negocios fracasados según la muestra tomada por la AP es del 44% en menos de dos años, y peor si se consideran solo las que estaban orientadas a una clientela cubana.
"No hay suficiente dinero en circulación en la economía en manos de gente común", expresó Ted Henken, profesor de estudios latinoamericanos en el Baruch College de Nueva York, quien acaba de escribir un libro sobre la empresa privada en Cuba. "Todos los negocios compiten por la misma clientela, que en mayoría son pobres y tienen ingresos limitados".
Algunos economistas han criticado al Gobierno por sus prohibiciones contra actividades que considera ilegales, como los cines de 3D en casas privadas, por introducir impuestos sobre las importaciones de productos traídos eCuban el equipaje de viajeros, y por prohibir la venta de ropa importada.
Pero el sábado, Raúl Castro se pronunció a favor de aumentar las limitaciones, advirtiendo a los observadores.
"No ignoramos que quienes nos apremian a acelerar el paso nos empujan al fracaso", manifestó.
Henken y Vidal dijeron que Cuba debe hallar alguna manera de incrementar los salarios de empleados públicos, ampliar los microcréditos y crear un mercado mayorista viable que pueda suplir a las nuevas empresas. Señalaron además que hay muy pocos puestos de trabajos para profesionales en la lista de casi 200 actividades que fueron legalizadas para ejercer por cuenta propia.
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