LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Si la humanidad se concentra en tres grupos: los que llevan a la práctica sus planes, los que miran lo que está pasando y esa gran parte que nunca sabe lo que pasa, Martha Frayde Barraqué (1920-2013) pertenece a ese primer grupo.
Era octubre de 1987 cuando escuché su historia por primera vez, hace exactamente 26 años. Un pequeño grupo de locos soñadores rodeábamos a Ricardo Bofill en su humilde apartamento del reparto Mañana, en Guanabacoa, La Habana. Nos contaba cómo Martha Frayde había colaborado con él en la fundación del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, el 28 de enero de 1976, la primera entidad civil de oposición pacífica a la dictadura, y cómo ella había sido víctima de una patraña del G-2 para ser encarcelada y desterrada a España en 1979.
A partir de aquél día, lamenté no haber conocido a tan inteligente y valerosa cubana, que puso a la libertad por encima de todo y que nos sirvió de ejemplo para desterrar del alma ese miedo que siembra toda tiranía, como estrategia para mantener el poder.
Martha pudo haber disfrutado ampliamente de los privilegios castristas. Obtuvo altos cargos como médico y profesional de la cultura durante los primeros años de la Revolución, pero todo lo abandonó, como una gran romántica de la historia, para denunciar los abusos de poder que cometía Fidel Castro contra sus opositores, fusilados o encarcelados injustamente.
No fue fácil lograrlo. Los corresponsales acreditados en Cuba escuchaban con miedo aquellas denuncias y nada transmitían. Un día, Bofill solicitó conversar con Bárbara Hutchinson, encargada de Prensa de la Sección de Intereses de Estados Unidos y gracias a la ayuda de esa decidida mujer, lograron enviar al mundo los informes de maltratos a los prisioneros políticos: Mario Chanes de Armas, quien llegó a cumplir 30 años de prisión sólo porque se negó a aceptar el nuevo giro que tomaba Fidel en el poder, Ernesto Díaz Rodríguez, un aguerrido luchador, los poetas Jorge Vals y Ángel Cuadra, el comandante Huber Matos y muchos otros.
Como tantos otros, cuyos nombres harían una lista interminable, la doctora Martha Frayde fue detenida, torturada psicológicamente en las celdas de la Seguridad del Estado, y acusada de ser agente de la CIA, sólo porque había denunciado públicamente las crueldades del régimen cubano.
Fue condenada a 29 años de prisión, y Ricardo Bofill a 12, bajo el supuesto delito de ¨propaganda enemiga¨.
Pero, para desgracia del tirano, ya ambos habían abierto una fisura en el muro de la dictadura. A través de esa fisura, desde sus mismas celdas, enviaban mensajes de alerta al mundo libre. En defensa de Martha salió Bofill con un artículo que se publicó en varios países europeos, titulado ¨Patraña de Castro contra Martha Frayde¨, una contundente denuncia que tal vez propició la libertad de la luchadora, a condición de que se marchara de Cuba.
Ya en España, la doctora Frayde no dejó jamás de considerar su lucha por los derechos de los cubanos, como un compromiso ineludible en su vida.
Hace apenas unos días, el 4 de este mes, falleció en Madrid, a los 93 años, seguramente convencida, como también lo está nuestro querido Bofill, de que ambos le ganaron al tirano.
¿No se ha agrandado la pequeña fisura que ella contribuyó a abrir? ¿No es utilizada hoy esa grieta para que pueda existir una gran oposición abierta, una prensa independiente veraz y con calidad, todo un Movimiento que hoy es respetado por los gobiernos más demócratas del planeta?
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