martes, diciembre 31, 2013

Cuba: Diciembre 2013: cosas que dice y que oculta la prensa del régimen

Antonio Arencibia
A falta de buenas noticias en la economía para los cubanos, y de proyectos creíbles para que mejoren sus condiciones de vida en un plazo razonable, la prensa oficialista cubana dice algunas cosas y oculta otras para entretener a sus lectores, de manera que sea más difícil seguir la pista a la realidad. Nosotros, por tanto, más que comentar sobre los resultados económicos del 2013, echaremos un vistazo a lo que dice y no dice la prensa del régimen en estos días de fin de año.

Las Navidades desaparecidas

En estos últimos días se ha comprobado que entre los planes de fin de año del régimen no se mantienen las “concesiones” de otrora al pueblo.

Es posible que esta Nochebuena se llevaran a cabo más celebraciones en muchas casas de cubanos, ya fuese con productos comprados con las ganancias de sus pequeños negocios, como resultado de la reunión con familiares que los visitan desde el extranjero, o por el envío navideño de remesas de aquellos que no pueden o no quieren volver a la finca de los Castro.

Sin embargo, cualquier observador puede verificar que oficialmente no se ha mencionado la palabra Navidad, que ningún “cuadro” de la dictadura ha ido a iglesia o templo alguno por esa fecha, y tampoco se tienen noticias de que algún jerarca católico o un reverendo protestante haya hablado ante los medios del significado y trascendencia de la conmemoración anual más importante del mundo occidental.

Muy lejos está ese pueblo de volver a celebrar masivamente una tradición de siglos que fue borrada de un plumazo soberbio, no solo porque su cercanía en fecha competía con la de la toma del poder por los guerrilleros, sino porque formaba parte del pasado.

Razón suficiente para que el nacimiento de Jesús en Belén se pretendiera eliminar de la memoria del cubano, y dar así por cumplida aquella estrofa de la Internacional que suponía que en el país refundado en 1959 no habría “ni burgués, ni dios”, aunque a decir verdad, “César” y “salvador supremo” sí que habría, y para rato.

El levantamiento de la prohibición de facto de la festividad cristiana, establecida en 1969, fue un gesto oportunista de Fidel Castro en ocasión de la primera visita de un Papa a Cuba, Juan Pablo II, en 1998.

Con la segunda visita papal, esta vez por parte de Benedicto XVI, su recibimiento por un Fidel Castro semi-jubilado, el viaje al Santuario de El Cobre, y la misa multitudinaria en Santiago de Cuba, se renovaron las ilusiones de muchos católicos, que creyeron en nuevas libertades al autorizarse la procesión de la Virgen de la Caridad por toda la Isla.

Para algunos sarcásticos observadores, el “ñeque”, es decir, la “salación” que emana de Fidel Castro, tocó también al segundo papa visitante, como ha ocurrido antes con otros jefes de estado o líderes revolucionarios: Benedicto XVI, abrumado por graves problemas vaticanos y globales, renunció al cargo y se convirtió así en el primer “Papa Emérito” del que se tienen noticias.

La tozudez de la dictadura de La Habana, bajo la nefasta influencia de Fidel Castro, en mantenerse al margen de la tradiciones pascuales cristianas está desperdiciando por el momento una buena oportunidad de conectar con el directo y locuaz obispo argentino que se ha convertido en el Papa Francisco, pues si el régimen hubiera mantenido o incrementado las libertades religiosas tendría muchas posibilidades para una tercera visita papal a la Isla.

Coordinación (des)informativa La Habana-Caracas

Por eso, a diferencia de la mayoría de los países democráticos, las noticias que en estos días finales de diciembre destaca el periódico “Granma”, como de costumbre, no tienen nada que ver con la realidad y los intereses de los cubanos.

Así, ha aparecido una incoherente “reflexión” del Jubilado en Jefe sobre Nelson Mandela, una información sobre la visita que le hizo el presidente venezolano Nicolás Maduro, y el regalo que le hicieran a éste de un cuadro de Chávez, pintado por el espía de la Red Avispa Antonio Guerrero en la prisión de Mariana, estado de La Florida, y que fue entregado a Maduro por otro espía de esa red que ya cumplió su condena y se encuentra en Cuba.

También se divulgó que el venezolano había sido recibido por Raúl Castro y que lo acompañaba su esposa Cilia Flores, que ha escogido ser llamada “Primera Combatiente”, porque parece que no le gusta que le digan Dama. Los rasgos “revolucionarios” de siempre, de pretender negar la realidad y las instituciones para imponer a sangre y fuego la ley de la selva de una ideología decadente y fracasada.

Y también los cubanos aprendimos, porque así lo dice el órgano del PCC, que de ahora en adelante el nombre oficial de lo que hay en marcha en Venezuela, sea lo que sea, se conocerá como “Revolución Bolivariana y Chavista”, aunque el Libertador es totalmente ajeno a ese fraude. Y como el chavismo sin Chávez sigue en el poder en Caracas y aspira a seguir así por muchos años, se consuelan con un líder de pacotilla y apoyan por ahora el “Chavismo-Madurista”, que cuenta con el visto bueno de los Castro.

Resulta evidente que La Habana y Caracas no solamente coordinan sus políticas, sino también sus estrategias informativas. Recientemente la oposición venezolana, ante los rumores de la evidente necesidad del gobierno de aumentar el precio de la gasolina a la población, tomó como bandera preguntar públicamente el por qué de ese incremento a los consumidores venezolanos mientras se regalan más de cien mil barriles diarios de petróleo al gobierno de Cuba.

La campaña logró receptividad en una población muy preocupada por aumentos de precio de ese combustible, aunque posiblemente lo que pagan sea el más barato del mundo. Sin embargo, la prensa cubana no se da por enterada de esas denuncias de la oposición y solamente resalta la “maravillosa” colaboración entre ambos regímenes.

La respuesta oficialista “bolivariana” de que el petróleo que se envía a Cuba no se regala, sino paga los servicios médicos y asesoría profesional que los cubanos ofrecen a Venezuela, logra un impacto limitado en la población, pues en medio de todas las carencias de los venezolanos, la inflación y la crisis económica del país, cualquier “sospechoso habitual” es apropiado para cargar las culpas, y en el caso del gobierno de Cuba es tan evidente la injerencia en Venezuela que no resulta difícil establecer una correlación entre el petróleo que se envía hacia Cuba y el eventual aumento de los precios de la gasolina.

Todo esto era reforzado por declaraciones de cubanos desde Miami, que exageran el tema asegurando que en Cuba prácticamente solo quedan brujos y curanderos, pues los médicos y el personal de salud han sido enviados a Venezuela o a cualquiera de los otros 55 países donde el régimen “exporta” médicos cubanos.

Por eso en un esfuerzo por contrarrestar esas informaciones, el Ministro de Salud Pública cubano declaró ante la Asamblea Nacional del Poder Popular que hay más de 56,600 médicos laborando en la Isla, sin contar otros 21 mil en el exterior, lo que ubica al país como uno de los mejores en el mundo en cantidad de galenos por habitantes. De las cifras que menciona el Ministro se desprende que el 27% de los médicos cubanos se encuentran en el extranjero.

Dijo también el titular de Salud -más para desinformar que para informar- que en el año que culmina se efectuaron en el país 61 millones de consultas médicas, de ellas 41 millones en la atención primaria, pero omitió decir que estas se había reducido en cinco millones en comparación con los 66 millones de consultas del año anterior. Y a la falta de recursos para los análisis y estudios de los pacientes para una mejor y más exacta atención a la población, la definió eufemísticamente como “un mayor empleo del método clínico”.

Siguiendo el mismo estilo falaz de sus mentores castristas muy pronto veremos a los “maduristas” en Venezuela explicando por qué el aumento del precio de la gasolina no tiene nada que ver con el petróleo que se envía hacia Cuba, sino con la “guerra económica” del imperialismo contra el gobierno de Caracas.

Se confirma un rasgo del “Ché” Guevara

Por supuesto, parte de la labor de la prensa oficial en Cuba, a falta de informaciones verdaderas, es lo que llaman “mantener viva la historia”, que es una forma de que los envejecidos y caducos protagonistas que aún respiran parezcan seres vitales.

Con ese propósito en esta semana final de siembre que acaba de terminar se han escrito artículos sobre los aniversarios de acciones grandes o pequeñas de la guerrilla del “Movimiento 26 de Julio” hace 55 años, como fueron la toma de Sagua de Tánamo por fuerzas del Segundo Frente Oriental “Frank País”, o la de Sancti Spíritus por las guerrillas unificadas en Las Villas bajo el mando de Ernesto “Ché” Guevara.

Con relación a esta última acción, voy a transcribir parte del reportaje que apareció en Granma, este 24 de diciembre, donde se dice algo que no es usual que se publique en Cuba en relación con Ché Guevara:

Cuando el 23 de diciembre de 1958 el capitán Armando Acosta Cordero le comunicó al Che que la ciudad de Sancti Spíritus se encontraba en manos del Ejército Rebelde, el jefe de las fuerzas revolucionarias en la antigua provincia de Las Villas lo interrumpió con una pregunta, más que todo, provocadora:

- ¿Y de qué tamaño es esa aldea?, le interrogó Guevara.

Armando, veterano luchador comunista de aquella zona, convertido posteriormente en guerrillero de la Sierra Maestra e invasor de la Columna 8 Ciro Redondo, había calculado tan bien el alcance de la acción que no vaciló un segundo en hacérselo saber:

No es una aldea -le dijo-, es la ciudad más grande tomada hasta hoy por el Ejército Rebelde”. (1)

Para mí y para la mayoría de mis coetáneos cubanos, que hemos escuchado de labios del aventurero argentino o hemos leído en relatos de testigos, sus desplantes y groserías, y no con el enemigo, sino con cercanos colaboradores como lo era Armando Acosta, no es una sorpresa conocer este relato: lo que sí es verdaderamente sorprendente es que aparezca en “Granma”.

Porque lo que el periodista quiere calificar de “pregunta provocadora”, no es más que otro rasgo sistemático de Guevara, que se creía un ser superior, aunque como en esta y otras ocasiones ocultaba su ignorancia con mala educación.

Aquel extranjero argentino, dueño de generalidades doctrinales y con mando militar en tierra ajena, no podía tener nociones de la sociedad, la historia, la geografía, la conducta o la idiosincrasia cubanas.

Por eso, aunque originalmente había ordenado a Acosta “tirotear a los guardias” acuartelados en Sancti Spíritus, no tenía idea de que sus hombres habían ocupado una de las siete primeras villas fundadas en Cuba mucho antes de que existiera Argentina, que era, -como le dijo entonces su subordinado-, “la ciudad más grande tomada hasta hoy por el Ejército Rebelde”.

Lo que no se dice de China, aunque sea el espejo neocastrista

También en estos días previos al fin de año, hay otra noticia que no recoge la prensa neocastrista.

Se trata de la celebración en China del 120 aniversario del nacimiento de Mao Zedong, y no sería conveniente su publicación en Cuba porque muchísima gente recuerda que Fidel Castro, en sus buenos tiempos de condotiero al servicio de la Unión Soviética, desgranó buena cantidad de improperios contra el anciano déspota chino.

El jueves 26 de diciembre, la agencia de noticias Xinhua informaba que los siete principales dirigentes del Partido Comunista Chino visitaron el mausoleo de Mao en la Plaza Tiananmen, “hicieron tres reverencias frente su estatua” y rindieron tributo ante sus restos (2).

Tras la ceremonia, el presidente chino Xi Jinping asistió junto con la plana mayor partidista a un Simposio en homenaje a Mao en la Asamblea Nacional del Pueblo en Pekín, donde pronunció un discurso en el que dijo que el PC Chino enarbolaría “por siempre” la bandera del Pensamiento de Mao Zedong, ya que este fue “un gran estratega y teórico” y “un gran revolucionario proletario”.

Evitando referirse en detalle a los errores y los horrores de Mao, el actual presidente chino manifestó que “los líderes revolucionarios no son dioses, sino seres humanos”, cosa que no se podía decir al homenajeado cuando estaba en el poder.

El máximo dirigente chino concluyó su homenaje con la siguiente fórmula para hablar en la actualidad de los desaparecidos líderes chinos:

ni los podemos adorar como dioses ni podemos rehusar permitir que la gente señale y corrija sus errores, pero tampoco podemos repudiarlos totalmente y borrar sus logros históricos solo porque se hayan equivocado”. (3)

Claro que hay que tener en cuenta que se habla de “equivocaciones” verdaderamente notables, como la colectivización forzosa, el igualitarismo y la represión de la crítica incluso dentro del partido, impuestos por Mao en China, “errores” que por sus dimensiones y el número de víctimas no tienen parangón en la historia, si exceptuamos lo que pasó en Cambodia, donde sus seguidores del Khemer Rojo inspirados en el maoísmo asesinaron a un tercio de la población.

Como ya se dijo, la conmemoración china ha quedado fuera del alcance del cubano promedio, porque muchos en Cuba todavía recuerdan que Fidel Castro llamó “viejo chocho” (decrépito) a Mao Zedong, en tiempos en que ese epíteto -dicho por un chino en China- suponía jugarse la vida.

El hoy también decrépito Comandante no sabe, -o no quiere saber- que desde siempre se le señalan a él (en voz baja) sus aberraciones y crímenes y que ya hay muchos que se arriesgan a hacerlo en Cuba en alta voz, aunque siempre desde fuera de las filas del oficialismo.

Es imposible que la represión, el control de la prensa independiente, y toda la hipocresía de los neocastristas pueda impedir que la sociedad cubana cobre conciencia cada día más de que Fidel Castro ha llevado al país a la ruina.

Que su aventurerismo ha llevado a miles de sus seguidores a la muerte.

Que su régimen ha causado la salida definitiva del país de casi dos millones de cubanos.

Esto es cada vez más evidente ante el obligatorio desmantelamiento de las estructuras obsoletas del castrismo por parte de sus sucesores.

El fracaso del comunismo en Rusia y China les ha obligado finalmente a la sustitución paulatina del igualitarismo de corte castro-guevarista por el interés personal, los valores de la propiedad, y la aceptación a regañadientes del papel del mercado.

Aún con grandes limitaciones, los cambios producidos por ellos en los últimos años ponen al desnudo la insensatez e inhumanidad de quienes sometieron a los cubanos a un experimento de ingeniería social opuesto a la naturaleza humana, que persigue el mejoramiento de su nivel de vida en condiciones de libertad.

Sin embargo, nunca deberemos olvidar a los que hasta ayer fueron cómplices del desastre y el abuso, y hoy piensan que los pueblos no tienen memoria y que de alguna manera se impondrá el “aquí no ha pasado nada”.
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NOTAS
(1) Juan Antonio Borrego, La sublevación de Sancti Spíritus, Granma, 24 de diciembre de 2013.
(2) Symposium commemorates Mao's 120th anniversary, Xinhua, December 26, 2013.
(3) Xi: Holding high banner of Mao “forever”, Xinhua, December 26. 2013.

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