a pesar de todo, lo que "es" es lo que se "percibe" y no lo que "es".
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Emilio Ichikawa
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Emilio Ichikawa
historiaaguasdelacanada.blogspot.com |
El día que se supo que la entrevista de Yoani al Presidente Obama estuvo amañada, mucha gente pensó que la bloguera jamás recuperaría su popularidad periodística. Sin embargo, no solo el hecho fue desconsiderado automáticamente por sus partidarios, sino que muchos de sus críticos le restaron importancia con el paso de los días.
Algo parecido sucedió la mañana en que se reportó que un barco norcoreano había sido detenido en Panamá y se le habían encontrado, bajo unos sacos de azúcar prieta, misiles (de propiedad cubana) de largo alcance. Parecía una evidencia capaz de abortar el intercambio cultural e invertir la votación sobre el bloqueo/embargo en la ONU. Pero ya en la tarde el hecho empezaba a relativizarse y hoy apenas se habla de eso. Y cada vez que resurge, cada intérprete sabe que el evento no va detener el vuelo de las brujas.
En el mismo sentido, como muchos recordarán, en el exilio/emigración cubano de Miami la figura de Fidel Castro era tenida como una suerte de representación del Mal. A sublíderes castristas como Guevara y Cienfuegos se le llegaban a reconocer méritos si se trataba de una comparación con Fidel Castro. El ex preso político Roberto Martín Pérez, por ejemplo, llegó a llamar “santa” a Celia (Sánchez, no Cruz) porque tal gratitud dotaba de una coartada de objetividad a su versión rebajadora de Fidel Castro. Y el ex analista de la CIA Brian Latell alcanzó a decirle al periodista Oscar Haza que aún cuando ambos fueran capaces de sacar tanques de guerra a las calles de Cuba contra el pueblo, los tanques de Raúl serían más benévolos que los de su hermano Fidel.
Sin embargo, hasta en el mismo Miami las críticas a Fidel Castro prácticamente han desaparecido. En teatro no se le ridiculiza, ni se le imita en la TV con el tino con que en un tiempo lo hicieron Roblán, Gilberto o Calderón. Y los caricaturistas con que hoy cuenta El Nuevo Herald y Radio Mambí, cuando excepcionalmente dibujan a Fidel Castro lo hacen con una calidad tan pésima que no me queda otra alternativa que pensar que chapucean intencionalmente para expresar su tedio.
Total: Si Fidel Castro fue en un tiempo un vigoroso símbolo de la Maldad en el imaginario miamense, ya no lo es. Es un código exhausto.
El cubano es listo, y ha llegado a desarrollar una original imaginación política que permite lecturas simultáneas de cada noticia en el sentido del castrismo y el anticastrismo. Eso garantiza, peligrosamente, la dilatación en el tiempo del debate ideológico sobre la cubanidad. Una querella donde usualmente no se investiga ni se aporta datos, sino donde se suele desparramar una opinión o “doxa” a secas.
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