Por Andrés Pascual
El Bradley de anoche es muchísimo mejor que el que había boxeado antes; a pesar de que nunca pegará, porque la pegada no se puede habilitar cuando se nace sin ella, le conectó un par de golpes buenos a Juan Manuel Márquez que hicieron bulla, sobre todo el del último round, que cimbró al mexicano y casi lo tira.
Un poco a lo Mayweather jr, que significa próximo a Roy Jones en su gran momento, incluso parecido a Archie Moore cuando Mangosta hacía historia, hizo las cosas mejor que Márquez, aunque no lo suficiente como para hablar de una gran faena.
Boxear contra Bradley significan tres preocupaciones: su boxeo, que es bueno, su resistencia y poder evitar los ataques del boxeo sucio que emplea, sobre todo con la cabeza.
Pero a Márquez se le vio sin determinación, sin velocidad, distraído y fuera de distancia, que le ocasionó que fallara mucho y quedara a merced del contrario, que se dedicó a tapar agujeros con buenos impactos cada vez que el mexicano dejaba huecos en la defensa.
Algo que tiene Bradley a su favor es la asimilación, al tipo es difícil tirarlo aunque sea por un knockdown y cuando un boxeador es favorecido por esa resistencia, tuvo ventaja ante un púgil al que le evitó los mejores golpes de su arsenal.
Creo que la decisión estuvo bien, dos por el americano 113-112 y 116-112 y uno por el azteca 113-112, fue una pelea pareja.
Algo destacable de Bradley fue que obligó a Márquez a boxear como fajador, que no es su estilo.
Porque se frustró ante la imposibilidad de acorralar al campeón, el mexicano perdió los estribos, el estilo, el territorio y la pelea…. Pero no su grandeza e inmortalidad.
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