martes, octubre 15, 2013

Pedro Pablo Oliva: No puedo irme de Cuba | Café Fuerte


Pedro Pablo Oliva en la galería Latin Art Core de Miami.
 Foto: CaféFuerte
Por Ivette Leyva Martínez
Pedro Pablo Oliva, uno de los nombres imprescindibles de la pintura cubana contemporánea, se encuentra en Miami para realizar su primera exposición personal desde que fue condenado al ostracismo por la cultura oficial de la isla.
En este sábado luminoso ha llegado tímidamente a la galería Latin Art Core de la Calle Ocho, el escenario de la muestra que incluye 22 obras de diferentes períodos y formatos, y se inaugura el próximo 25 de octubre.
Allí, rodeado de familiares y amigos, el maestro habla con entusiasmo de su más reciente obsesión pictórica, repasa con dolor sus dos últimos años en Cuba, y aborda con serenidad su batalla personal contra el mal de Parkinson, que lo aqueja desde el 2010.
“Lo más interesante que me ha pasado desde el punto de vista artístico en estos dos años ha sido que comienzo a descubrir a un personaje, Utopito, un pinareño que no entiende mucho el mundo; a veces es disidente y otras no lo es, y que en ocasiones cae en un estado de locura”, relata el pintor.
Un personaje que no sabe a dónde va
Admite que con Utopito recrea la aparente tontería que se les achaca a los pinareños.  “Es un poco de Salomón, un poco del Bobo de Abela y del Loquito de Nuez, irónico, burlón, que no sabe a dónde va -lo mismo es médico que carpintero”, ironiza Oliva.
Utopito es el eje de una muestra titulada Utopías y disidencias, y que espera exponer el año próximo, primero en Pinar del Río, y luego en La Habana y Miami. Advierte, sin embargo, que “lo más posible es que la censura no permita que se exhiba en una galería dentro de Cuba”.
En mayo del 2011, Oliva fue expulsado de la Asamblea Popular del Poder Provincial de Pinar del Río, de la que era delegado. El catalizador de su salida del parlamento provincial fue una carta suya publicada por la bloguera Yoani Sánchez con declaraciones críticas sobre la realidad cubana. A la par de su destitución, decidió cerrar su Casa Taller en Pinar del Río, epicentro artístico de su ciudad natal. El local funciona ahora como su estudio.
Desde entonces, Oliva ha sido marginado por la cultura oficial, y a la vez, confiesa, ha abrazado una ruta solitaria. Viaja a La Habana cada dos semanas para atenderse en el Centro de Restauración Neurológica (CIREN), y visita exposiciones, pero rara vez comparte con otros artistas.
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