Raul Dopico/
La revista OnCuba ha entrevistado a Manolín, "El Médico de la salsa", para darle vuelo a la noticia de que el cantante ha regresado a vivir definitivamente a Cuba.
Según la revista, el músico anunció: “quiero establecerme en mi país, y para siempre. No se trata de una decisión tomada a la ligera. Estoy por hacerlo desde hace mucho tiempo y creo que ahora es el momento ideal. Quienes más hemos andado la vida, sabemos que no hay nada como la casa de familia".
Manolín, que se ha quejado durante años de Miami, y de que aquí no ha tenido oportunidades de desarrollar su carrera, a pesar de que se presentó en todos los escenarios de la ciudad, grabó un disco de baladas con una importante disquera, tuvo acceso a promoción y presentaciones en todos los medios de comunicación de Miami, ha dicho ahora que fuera de Cuba no tenía frescura como compositor, y tal vez a eso le achaca que no haya podido triunfar, al menos no a lo grande, como él quería.
Manolín, que en Cuba tuvo algunos éxitos musicales, no pudo repetir ese fenómeno lejos de su microuniverso, y no pudo enfrentar la competencia del fuerte mercado internacional. Incluso, con Miami como base, intentó rehacer su carrera en España e Italia (donde alabó a Fidel Castro en un concierto), pero tampoco lo logró.
Ahora anuncia que está en Cuba, viviendo, y preparando un concierto para venir a Estados Unidos y hacer gira por Europa, desde el confort del Hotel Nacional, lugar al que muchos cubanos ni siquiera pueden acercarse.
Y una vez más, Manolín quiere generar polémica, quiere achacarle a los años fuera, al exilio cubano, a Miami, y a la vida, sus pobres resultados artísticos, pero no se detiene un momento a pensar, que tal vez la culpa de sus desgracias artísticas, de las que tanto se ha lamentado en estos años, la tenga muy cerca de sí, muy dentro de él, muy cerca de casa.
Manolín asegura que salió por un contrato, parece que olvidó que se quedó en México y se asentó en Estados Unidos porque quiso construir un puente entre La Habana y Miami, y a los mandarines de La Habana, esa idea no les gustó. Ahora, que a La Habana le gusta mucho la idea de ese puente por la cantidad de dinero que les deja, Manolín se fue a vivir al otro lado del puente, pero con unos papeles que dicen que puede venir para este lado cuando quiera.
Se le olvida decir que el puente que él quiso construir lo hicieron finalmente entre Barack Obama y Raúl Castro.
Por supuesto que lo de él no es repatriación, porque cuando se le acaben los dólares que ha acumulado de este lado del puente, Manolín puede volver a regresar hasta esta orilla llamada Miami o más poéticamente "playa albina", a buscarlos, lo que significa que el regreso no es tan definitivo como dice el salsero que no es salsero, el médico que no es médico y el cantante que no es cantante, sino todo lo contrario, o más bien, un ingenioso hacedor de coros, que un día quiso ser ingeniero civil y construir un puente, pero no lo dejaron.
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