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Un grupo de expresos políticos cubanos, que vinieron a España tras un acuerdo entre el régimen castrista y el anterior Ejecutivo, llevan acampados en Madrid más de 530 días frente al Ministerio de Exteriores para reivindicar que se regularice su situación al sentirse confinados a vivir en la calle.
En total, 11 cubanos -tres expresos del régimen castrista y sus familiares- mantienen una acampada para denunciar "la precariedad y el desamparo" en el que se encuentran desde hace año y medio, cuando el Gobierno no prorrogó las ayudas a las que se acogieron entre 2010 y 2011 más de 110 expatriados en virtud de un plan que aprobó el anterior Ejecutivo para su inserción laboral y social.
La acampada comenzó con cerca de 40 personas, congregadas en pleno centro de Madrid, que vivían su día a día entre cartones, mantas y colchones.
Incluso pusieron en marcha una huelga de hambre, que tuvieron que abandonar a los 40 días por las complicaciones de salud de algunos compañeros, entre ellos, un hombre de 52 años -que, afirman, sufrió un par de infartos- y otro al que le fallaron los riñones.
Actualmente el campamento ha adquirido la denominación de la "Isla de la esperanza", una infraestructura de madera en la que residen niños y adultos y en la que, aseguran, sobreviven gracias a la caridad de los vecinos del barrio o de algunas ONG.
Viven hacinados en cuatro metros cuadrados y reciben diariamente la visita de curiosos y vecinos que se acercan a leer las pancartas en las que reivindican su situación.
Pese a la precariedad en la que se encuentran, agradecen que una mujer fuera trasladada a un pequeño piso después de parir. Allí vive temporalmente con su hija recién nacida por una cantidad asequible que consiguen pagar entre todos.
Limpian restaurantes del centro de la capital, de esos que siempre están repletos de turistas ávidos de una comida rápida, en los que siempre consiguen algo de comida.
Para desenvolverse en su día a día, apenas cuentan con recursos como una bombona de gas, colchones, mantas y pequeños armarios para guardar ropa y enseres.
Los únicos "lujos" que poseen son una 'tablet' y teléfonos móviles con internet, gracias a la conexión inalámbrica que les facilita "por cortesía" un vecino para que puedan "estar informados y conectados con el mundo", han relatado a Efe dos de los expresos.
Osbel Valle, un opositor al régimen castrista cuya posición frente al régimen provocó que pasara 11 años de cárcel, ha contado que en el tiempo que lleva en España solo ha podido trabajar en labores de limpieza en un restaurante.
Su sueldo diario no llegaba ni a los 15 euros y, algunos días, finalizaba su jornada casi a las tres de la madrugada con la obligación de incorporarse a las pocas horas, sobre las ocho de la mañana.
Las "chapuzillas" a cambio de "unos pocos euros", los aportes de particulares y las ayudas que les han brindado alguna ONG, han sido el sustento de todos durante los más de 540 días de acampada, según Osbel, quién ha sido uno de los encargados de distribuir más de 28 cartas distintas por las administraciones y partidos en busca de una solución para los expresos y sus familias.
Al ser preguntado por su pasado en Cuba, evita hablar de sus penurias o de sus años en la cárcel y solo contempla con incertidumbre su futuro en España, país al que agradece por haberle acogido, pero del que se queja por un programa de ayudas que considera que "no se cumplió" como se les había prometido.
José Miguel Fernández Turné, otro de los expatriados que reside en el campamento, ha dicho que, cuando llegaron a España la Cruz Roja -una de las organizaciones encargada de su orientación e inserción-, les advirtió de que si aceptaban cualquier oferta de trabajo, aunque fuera provisional, quedarían fuera del programa de ayudas.
Por este motivo, no quiso aceptar ninguna oferta, ya que todas eran provisionales y se mantuvo a la espera de que el Gobierno cubano le enviara su titulación académica para que fuera homologada en España, hecho que nunca sucedió.
Hace unas semanas, los expresos redactaron otra carta que ha sido enviada a partidos políticos y a los ministerios de Presidencia y Asuntos Exteriores, así como al Congreso de los Diputados.
En ella, piden una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, explican su "delicada" situación y cuentan las irregularidades que consideran que se han producido durante el desarrollo del programa, con el que se sienten que fueron confinados a vivir en las calles de Madrid sin poder regularizar su situación ni viajar para obtener su residencia de forma legal.
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