Elías Amor Bravo, economista
Un reciente informe de la Oficina Nacional de Estadística de Cuba, ONE, sobre la actividad en el sector de la construcción en los primeros seis meses del año1, confirma que las reformas raulistas aplicadas a este sector, tampoco están dando los resultados previstos.
Conviene señalar que la construcción en Cuba, a diferencia de lo que sucede en otras economías, es un sector que presenta un muy bajo porcentaje sobre el conjunto de las actividades económicas. Según datos de ONE referidos a 2011, en términos de producción, los 3.265,2 millones de CUP representan tan solo el 4,7% del PIB total de la economía. En el conjunto de América Latina, este sector representa alrededor del 6% del PIB.
Y la valoración del sector en términos de empleo es, si cabe, más deficiente aún, ya que los 219.200 ocupados en esta actividad, solamente alcanzan el 4,3% del total, y lo que es peor, en términos de perspectiva histórica, y tomando 2006 como punto de partida, el empleo en la construcción se ha visto reducido, pasando de 242.400 en ese año a los 219.200 actuales, un descenso relativo del 9,5%. En el conjunto de América Latina, la participación media del sector construcción se sitúa en torno al 10%, claramente superior a Cuba.
Las pésimas cifras del sector de la construcción en la economía castrista, su incapacidad para generar empleo, riqueza y bienestar a la población, se explican fácilmente por el tipo de modelo económico de corte estalinista que ha caracterizado al régimen desde el triunfo de la llamada “revolución”. La parálisis del sector empezó bien pronto, como consecuencia de la política de confiscaciones y robos sistemáticos de los derechos de propiedad legítimos de la población que abandonó la isla rumbo al exilio.
La obtención por el estado comunista de un patrimonio inmobiliario sin precedentes, sirvió para diseñar una política de reparto, de alquileres subvencionados y de ausencia de un marco jurídico y legal al que referir la propiedad, que ha terminado con la destrucción de ese patrimonio, tal y como se puede observar en el paisaje urbano de las ciudades, y la inexistencia de una política constructiva eficaz y adaptada a las necesidades de la población.
Además de lo expuesto, la política de gasto público que otorga prioridad absoluta al gasto corriente sobre el relativo a inversiones, ha llevado a que la formación bruta de capital (donde se encuentra la actividad constructora) en la economía castrista alcance solo el 8,3% comparado con el 23% de promedio en América Latina.
De ese modo, los indicadores de la construcción correspondientes a los primeros seis meses de este año, y su comparación con idéntico período del ejercicio anterior, confirman que las reformas raulistas no están dando resultados positivos.
Por ejemplo, en las viviendas terminadas. A pesar de las nuevas disposiciones administrativas, que facilitan una cierta liberalización de un mercado en el que los derechos de propiedad siguen siendo poco transparentes, las viviendas terminadas se desploman, de tal modo que frente a las 13.691 construidas en los primeros seis meses del año anterior, solo lo han hecho 10.570 en el mismo período de este año. Este dato es el peor registrado del período iniciado en el año 2010, cuando se construyeron 13.825. La caída en picado de esta actividad debería ser un motivo de preocupación para las autoridades.
¿Por qué se ha producido este pésimo resultado?
El sector estatal y cooperativo tira la toalla. Nada menos que un 22,8% de descenso, que afecta, como no podría ser de otro modo, a las viviendas terminadas por las empresas del sector estatal y cooperativo, con una bajada del 45,2%. No conviene olvidar que este sector acaparaba más del 70% del total de la actividad constructiva, por lo que su dinámica negativa tiene que afectar necesariamente al conjunto.
Por el contrario, las viviendas terminadas por “esfuerzo propio”, que es el término que el régimen utiliza para el resto, negando el concepto de emprendedor privado, aumentan sus cifras un 19,7%, confirmando que es la iniciativa privada la que está sacando adelante, con no pocos esfuerzos, a la postrada economía estalinista del régimen. Esta es una buena noticia, pero sin los cambios legales, administrativos y jurídicos que devuelvan a los derechos de propiedad su eje central del sistema económico, no veo posibilidades de mejorar los resultados a medio plazo.
Un segundo factor que explica los pésimos resultados de la construcción de viviendas puede venir justificado por los límites que la producción nacional de insumos básicos del sector plantea sobre esta actividad. Según los datos de la ONE; la producción de arena calcárea (una materia prima fundamental) cae un 4%, la de hormigón premezclado, casi un 4% y el cemento gris estanca su nivel de producción con respecto a los primeros seis meses del año 2012. En el lado opuesto, los techos metálicos y las tejas de asbesto aumentan por encima del 30% lo que confirma que buena parte de la actividad constructiva tiene mucho que ver con la reparación de daños y el mantenimiento de infraestructuras más que con la generación de nuevos equipamientos.
La conclusión que cabe extraer de lo expuesto es la misma. Las medidas raulistas ni son adecuadas, ni tampoco están bien orientadas, por lo que siguen sin dar resultados adecuados, a tenor de lo que vienen informando los distintos indicadores de la coyuntura de estos primeros meses de 2013. Lo que es peor. Con esos bajos niveles de eficiencia productiva, nada bueno cabe esperar del resultado final del ejercicio. Ya veremos.
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