Sosa Fortuny, foto de Alexis Zabaleta, cortesia de la autora |
Por Lilianne Ruíz
Armando Sosa Fortuny ha cumplido los 71 años en la cárcel conocida como Kilo 9, en la provincia de Camagüey.
En la foto, que le tomara clandestinamente un miembro del Comité por la Liberación de los Presos Políticos (CPLPP) que lo visitó en enero pasado, puede verse como el abuelo de cualquiera.
Hace 18 años que está preso. Fue sancionado el 25 de abril de 1996 a 30 años de prisión por las acusaciones de “infiltración”, “entrada ilegal a Cuba” y “otros actos contra la Seguridad del Estado”.
Es un hombre de otro tiempo, del tiempo en el que lucha armada suponía una alternativa aceptable para derrocar dictaduras. Por eso parece olvidado, desfasado de esta época en la que la lucha cívica y la resistencia no violenta recaba mayor solidaridad.
Recientemente, en entrevista telefónica desde la prisión, él mismo ha comentado a esta periodista: “Era otra época. Si yo estuviera en la calle lucharía por que se reconozcan los derechos civiles y políticos del pueblo cubano.”.
La diabetes que padece está siendo controlada con insulina. Irónicamente la mala alimentación del penal mantiene estables los niveles de glucosa en su sangre. Después de haber estado durante años comparando lo malo con lo peor, me dice con candidez:
-La comida está regular.
Una hermana que lo visitaba murió en Miami. Únicamente los miembros del CPLPP van a verlo una vez al mes. Le pasan la jaba con los alimentos que les permiten entrar y conversan con él unas pocas horas.
Según relata, los primeros días del pasado mes de julio fue conducido a una oficina donde un oficial de Inmigración lo esperaba para decirle que él y sus compañeros de causa formaban parte de un programa del gobierno cubano de liberación inmediata a condición de que salieran urgentemente del país.
-Eso es lo que yo quiero. Han pasado muchos años-, expresó.
Luego, la Seguridad del Estado fue a visitarlo ese mismo mes, pasadas dos semanas de la primera visita, para decirle que estaban apareciendo carteles escritos con crayola, con el texto “Liberen a Fortuny”, o con “Castro, libera a Fortuny”, en las paredes de algunos sitios de la ciudad de Camagüey. Paradójicamente expresaron que esto no representaba ningún problema, puesto que solo era cuestión de que el CDR fuera a tapar los carteles.
Sosa Fortuny interpretó ambas visitas como “un juego psicológico, quizá porque querían que yo les dijera a los muchachos que no pusieran más carteles.”
Otras causas de los primeros años del castrismo
No es esta la primera causa por la que cumple prisión Sosa Fortuny. En el año 60 fue juzgado bajo cargos similares, por haber venido con 25 hombres a combatir en las montañas contra la recién establecida dictadura. Muchos de los condenados en aquella ocasión fueron fusilados inmediatamente.
De la primera causa fue liberado en el 1978, como parte de un indulto que benefició a más de tres mil presos políticos, conseguido por la presión internacional ante las violaciones de los derechos humanos en Cuba.
Solo estuvo 15 años en libertad en los Estados Unidos, de donde regresó el 15 de octubre de 1994, decidido según sus palabras a “crear un Frente Oriental para derrocar la tiranía”.
Pero la noche del desembarco, uno de los integrantes del grupo de infiltración realizó un disparo que costó la vida al secretario del Partido de la provincia de Villa Clara, y se armó un tiroteo en el que él y algunos de sus compañeros resultaron heridos.
-Vimos venir el carro por el pedraplén y nuestra intención era que los ocupantes se apearan para irnos por la carretera de Yaguajay hasta el Escambray. Pero mientras Humberto apuntaba para que salieran del carro, la oscuridad era tanta que yo pasé entre ellos y ese ruido puso en sobre aviso a Humberto, que realizó el disparo accidentalmente-, declara Sosa Fortuny
Independientemente de la responsabilidad que le achacaron a él y a sus compañeros, las largas condenas de hasta 30 años de prisión y la de muerte por fusilamiento a Humberto Real Suárez, resultaron desmedidas.
Hasta el año 2012, en que a Real Suárez le fuera conmutada la pena de muerte por fusilamiento, por 30 años de cárcel, éste padeció durante 17 años la tortura de asistir a simulacros de fusilamiento de los que regresaba gritando consignas antigubernamentales, según relatan ex presos políticos que compartieron la celda con él.
En las cárceles cubanas hay muchos testimonios de tratos crueles, inhumanos y degradantes, a que es sometida la población penal. Todo indica que los guardias reciben una especie de patente de corso para llevar a cabo golpizas y vejaciones que han llegado a enloquecer a muchos.
Sosa Fortuny y sus compañeros, no han aceptado la reeducación político- ideológica del gobierno:
-En Kilo 7 tuvimos que gritar mucho contra las golpizas a otros presos. Dejaron a un muchacho en silla de ruedas. Allí hubo que plantarse y formar problema. Nos costó celdas de castigo, pero no estoy arrepentido. Mis ideas las expreso siempre, donde quiera-, agregó.
Por último, Sosa Fortuny expresa su deseo de trasmitir un mensaje a los cubanos de dentro y fuera de la Isla:
-Que les mando un abrazo. Sobre mis llagas llevo el dolor del pueblo cubano.
También dice estar a la espera de una decisión del gobierno cubano de dejarlo en libertad.
De la causa de Sosa Fortuny están presos todavía Miguel Díaz Bouza, de 70 años, y Humberto Real Suárez, de 42. De ellos estaremos actualizando en los próximos días.
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