se estaria refiriendo a enrique patterson? el mismito que monto una escena en el miami dade college que lleno de estupor a algunas de nuestras eminencias presentes como montaner, benemelis, maria cristina herrera, [ja]blanco, etc; cuando a un infortunado se le ocurrio expresar que ojala la luz blanca de dios iluminara al recien electo presidente obama en los asuntos kubiches. "y por que la luz tiene que ser blanca y no negra"- vociferaba patterson saltando del estrado hacia el infeliz que habia sido miembro de un team de infiltracion y preso politico, pero que ahora empequenecido ante la histeria pattersoniana balbuceada que siempre habia visto blanca la luz de dios.
--------------------Desde el sitio de Ichikawa
Guillermo Álvarez Guedes
En la tertulia de ese sábado en la Flor del Southwest, Romerillo quería hablar sobre el racismo aquí en los Estados Unidos y en Cuba. Los invitados eran más o menos los mismos, más un negrito cubano recién llegado, que consiguió enseguida trabajo en Radio Martí, y que daba conferencias de vez en cuando en algunas universidades. Los comunistas en Cuba lo habían enseñado a trepar, y lo hacía muy bien. Ya se había colado en la elite de la intelectualidad miamense. El se imaginó que por ser negro, y según él, filósofo, iba a robarse el show en la tertulia, pero se cogió el culo con la puerta, pues Romerillo había invitado también a un amigo suyo, que además de ser negro, era anticomunista desde que Fidel se instaló en el poder. En dos ocasiones, estando en Cuba, le había preparado atentados al máximo líder. En los dos salió herido, y en el primero perdió a su hermano menor. A su padre lo habían llevado a paredón, y su mamá estaba cumpliendo una condena de veinte años. Era maestra, y se negó a adoctrinar a sus alumnos. Como siempre, Romerillo hizo la presentación de la tertulia.
-Hoy, ya muchos de ustedes lo saben, vamos a hablar de racismo. Racismo en Cuba, en los Estados Unidos y en todas partes. Le cedo la palabra al profesor Amaya, un gran conocedor de este tema.
-Muchas gracias. Yo quisiera comenzar hablando de racismo en Cuba, antes y después de Castro. Hace poco oí a alguien por radio (creo que un recién llegado) decir que antes de llegar esa revolución al poder en Cuba, había mucho racismo y que Castro había eliminado eso. Evidentemente, ese señor que hablaba (lamento no poder acordarme de su nombre), o era un desconocedor total de ese problema, o lo habían infiltrado aquí los comunistas para que realizara esa labor, y tratara de dividirnos a los cubanos.
Alguien lo interrumpió:
-Perdóneme profesor, pero para fortalecer su argumento, quiero dar el siguiente dato: en 1965, Edgar Hoover, el que creó el FBI, declaró que en aquellos momentos había, en el sur de la Florida, más de cinco mil infiltrados del régimen de Cuba. Imagínese ahora. Perdone la interrupción. Prosiga.
-Ese señor que se manifestó así en ese programa, tal parece que nunca oyó hablar de Juan Gualberto Gómez, o ignoraba que el primer presidente que tuvo el Senado de la República de Cuba era un negro que se llamó Morua Delgado, y que por la Cámara de Representantes y el Senado desfilaron infinidad de negros y mulatos que nunca hablaron de racismo.
Desde atrás, uno gritó:
-¿Y Batista, qué era, blanco? De lo único que le han hablado a estos negros verde olivo de ahora, es de la guerrita de 1912 y de lo racista que era José Miguel Gómez. Los infiltraron aquí para que lo repitan en todas partes, como cotorras.
-No quiero extenderme, porque hace falta que otros opinen y no disponemos de mucho tiempo.
-Si alguien aquí discrepa de lo que ha dicho el profesor, este es el momento.
El negrito verde olivo levantó la mano.
-Negar que en Cuba había racismo antes de la revolución es algo que nadie cree.
Lázaro Reguera, el otro negro que estaba en la reunión, muy conocido de los exiliados por su lucha contra el castrismo, dijo sin levantarse de su silla:
-Y negar que ese gobierno revolucionario que usted representa…
-No, yo no represento ningún gobierno. Yo soy un hombre libre.
-Ahora, cuando estaba en Cuba no lo era.
-Mire señor, yo a pesar de haber llegado hace poco tiempo, en ningún momento he dejado de combatir el régimen de Castro.
-Le están pagando muy bien para que lo haga. Tengo entendido que usted, desde que llegó, está cobrando un sueldo de Radio Martí.
Chacho desde atrás, gritó:
-¡Y llegó hace nada más que tres meses! Yo tengo un amigo periodista que perdió su pierna en Playa Girón combatiendo al comunismo, que hizo su solicitud para trabajar en Radio Martí hace más de tres años, y todavía no le han contestado.
(Álvarez Guedes, Guillermo. Cadillac 59. Novela. Minerva Press, USA. 2000. Pp. 198-200)
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