La empresa estatal cubana Coralsa tendrá que pagar $17,5 millones de dólares como indemnización a la compañía Ingelco, vinculada al chileno Max Marambio, un antiguo amigo y protegido de Fidel Castro que de la noche a la mañana se convirtió en enemigo político del gobierno de Cuba.
El fallo contra Coralsa está relacionado con la liquidación de la productora de alimentos Río Zaza, un negocio mixto operado con Marambio cuyos bienes fueron expropiados después de que el chileno, un viejo guardaespaldas de Salvador Allende convertido en millonario en Cuba, cayó en desgracia con el régimen de la isla.
El veredicto, en virtud del cual Coralsa tendrá que pagar además $500 mil por el costo del pleito, fue emitido en París por el Tribunal Arbitral, una entidad de la Cámara Internacional de Comercio, y uno de los tres árbitros que avaló el fallo, Rodolfo Dávalos Fernández, es cubano, según destaca en Chile el diario El Mercurio.
La expropiación de los bienes de Marambio en la isla se produjeron después de que el empresario apoyó la candidatura presidencial en Chile de Marco Enríquez-Ominami, un joven político que no contaba con el aval de La Habana, en unos comicios que a la larga ganó en 2010 el candidato de la derecha temido por Cuba, el actual mandatario Sebastián Piñera.
La enemistad de La Habana con su antiguo aliado estuvo salpicada por un incidente aún oscuro como resultado del cual perdió la vida en La Habana el gerente general de Río Zaza, el chileno Roberto Baudrand, y las autoridades cubanas condenaron al propio Marambio a 20 años de prisión tras acusarlo de corrupción.
El Mercurio pone de relieve que “en medio del cierre de Río Zaza, el ingeniero chileno Roberto Baudrand fue interrogado tres veces antes de su muerte” y recuerda que de acuerdo con la autopsia oficial el diario Granma atribuyó el deceso a una "insuficiencia respiratoria aguda".
Marambio había denunciado al mismo periódico que en diciembre de 2009, “al día siguiente de la primera vuelta presidencial, se inició (en Cuba) un proceso de acoso y persecución al más puro estilo estalinista" en su contra, cuando era evidente que el candidato que iba a ganar los comicios no era el que La Habana quería ver instalado en La Moneda.
El fallo contra Coralsa está relacionado con la liquidación de la productora de alimentos Río Zaza, un negocio mixto operado con Marambio cuyos bienes fueron expropiados después de que el chileno, un viejo guardaespaldas de Salvador Allende convertido en millonario en Cuba, cayó en desgracia con el régimen de la isla.
El veredicto, en virtud del cual Coralsa tendrá que pagar además $500 mil por el costo del pleito, fue emitido en París por el Tribunal Arbitral, una entidad de la Cámara Internacional de Comercio, y uno de los tres árbitros que avaló el fallo, Rodolfo Dávalos Fernández, es cubano, según destaca en Chile el diario El Mercurio.
La expropiación de los bienes de Marambio en la isla se produjeron después de que el empresario apoyó la candidatura presidencial en Chile de Marco Enríquez-Ominami, un joven político que no contaba con el aval de La Habana, en unos comicios que a la larga ganó en 2010 el candidato de la derecha temido por Cuba, el actual mandatario Sebastián Piñera.
La enemistad de La Habana con su antiguo aliado estuvo salpicada por un incidente aún oscuro como resultado del cual perdió la vida en La Habana el gerente general de Río Zaza, el chileno Roberto Baudrand, y las autoridades cubanas condenaron al propio Marambio a 20 años de prisión tras acusarlo de corrupción.
El Mercurio pone de relieve que “en medio del cierre de Río Zaza, el ingeniero chileno Roberto Baudrand fue interrogado tres veces antes de su muerte” y recuerda que de acuerdo con la autopsia oficial el diario Granma atribuyó el deceso a una "insuficiencia respiratoria aguda".
Marambio había denunciado al mismo periódico que en diciembre de 2009, “al día siguiente de la primera vuelta presidencial, se inició (en Cuba) un proceso de acoso y persecución al más puro estilo estalinista" en su contra, cuando era evidente que el candidato que iba a ganar los comicios no era el que La Habana quería ver instalado en La Moneda.
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