¿En qué momento decidió que quería escribir?
Desde que tuve conciencia del fascinante mundo de la literatura. Leí, siendo niño, los libros de Enid Blyton, aquellas aventuras de los Cinco, del Club de los siete, etc. Me fascinaban. Los compartía con mi abuela paterna y nos turnábamos para leer. También los comentábamos.
¿Qué le aporta la escritura y la literatura, piensas que vale todo en la literatura?
Mucha paz. Explorar universos imaginarios e imaginados por mí. No todo vale en literatura. Eso lo vamos aprendiendo en la medida en que nos convertimos en lectores agudos. Lleva tiempo decantar. También me aporta lo contrario, o sea, un estado de perenne intranquilidad que en que cuestiono lo que leo en la misma medida en que cuestionamos el mundo.
¿Qué es necesario para que una novela interese a los lectores?
Que haya una verdadera historia de la que esperemos, en cualquier circunstancia, un desenlace. Si no, estamos hablando de ensayos literarios u otros experimentos de géneros. No concibo una novela sin que estemos a la espera de algo; sin que vaya creciendo esa espera en un crescendo que sólo termina cuando se llega al punto final.
¿Cuales son sus géneros favoritos en la lectura, sus autores y quiénes le han influido más?
Me encantan las biografías históricas. Sobre todo si conozco la vida del personaje pero el autor logra mantener la expectativa y y hasta hacernos creer que cabría otro final para la vida del personaje.
¿A qué se dedica cuando no escribe?
A leer y a viajar.
¿Cuál es su método de escritura anota lo que se le ocurre?
No. Pienso mucho en la historia. Trato de dialogar a distancia con los personajes. Me documento. Sobre todo me tomo el tiempo de reflexionar. Todo tiene su momento.
¿Sí pudiese ser un libro, cuál sería?
El que estoy leyendo en el presente. Para meterme dentro y viajar entre las líneas, tutear a los personajes, vivir la obra como una realidad. Influir el destino de los personajes, cambiar el giro de la historia cuando estoy en desacuerdo con su autor.
¿En qué proyecto se encuentra sumergido en estos momentos?
En una tercera novela, después de haber puesto punto final a la segunda.
¿Se escribe por placer o también por dinero y reconocimiento?
Por los tres. Todo es humanamente legítimo y deseable.
¿Dominas los recursos de estilo, las figuras literarias o escribes con estilo propio y sigues experimentando y aprendiendo?
Siempre se experimenta y se aprende. Acabo de escribir un cuento en respuesta a uno que ha escrito otro autor y los hemos unido como “cuento y contracuento”. Esa experiencia novedosa, al menos para nosotros, se nos ha ocurrido en la medida en que avanzábamos en un proyecto conjunto. No todo está inventando o, mejor dicho, no todo lo hemos experimentado.
Se habla que los escritores deben cuidar y ofrecer obras depuradas utilizando recursos narrativos ¿o encuentras bien que lo que se cuenta, se limite a contar como se cuenta en la sobremesa?
Hay diferentes maneras de concebir la literatura. Nuestra época es ecléctica en todos los sentidos. Todo es posible. Luego el tiempo se ocupa de decidir qué es literatura, qué queda, qué se olvida. Eso es un misterio. Hay obras que una época determinada rescata del olvido porque en su tiempo no ofrecían interés o no habían sido apreciadas. Basta ver quién era Cavafis para Occidente en la época en que vivió para entender hasta qué punto la literatura funciona independientemente de la voluntad de editores y autores.
¿Regalas libros en alguna ocasión?
Siempre estoy regalando libros.
¿Crees que la literatura cubana esta de moda y que el escritor, en tanto figura pública tiene responsabilidad social?
No, nunca lo ha estado realmente. Dentro del contexto latinoamericano sí: en los años 1960. Pero de moda, tal y como está por ejemplo ahora la novela policíaca o hasta hace poco los libros fantásticos, no. El ego o el nacionalismo mentecato de algunos autores les hace decir tonterías al respecto. Lo que provoca cierta fascinación todavía es la peculiar historia de Cuba. La gente quiere, en ocasiones, ver con sus propios ojos “aquello”. Siempre me dicen: “antes de que cambie”. Por supuesto, la literatura los acompaña en ese deseo, es un complemento de ese todo que muchos quieren entender o ver.
¿Cómo le ha cambiado el mundo de la tecnología y el e-book?
Nunca he leído un libro en Internet. No me interesa esa experiencia. Ni me gusta, ni tengo vista para eso. Lo único que leo en Internet son los artículos de prensa y las galeradas de mis propios libros.
¿Sentías que habías nacido con vocación literaria, cuales son tus verdaderos orígenes en ese sentido?
Mi madre es Filóloga de formación. Me crié en un ambiente literario. Me obligaban a leer, a participar en concursos literarios. En la asignatura en que sin dudas brillaba era en Literatura. Tuve excelentes profesores a lo largo de mi vida, tanto en la Secundaria, como en el Bachillerato y en la Universidad. Tanto en La Habana como en París. Uno casi nunca menciona a esos profesores. Debería hacerlo: Delfina Piedra, Asela Santos, Nara Araújo, Salvador Bueno, entre otros.
Lamentas que tu vida literaria no se hubiera desarrollado en otro medio más propicio?
París es una ciudad absolutamente maravillosa y Francia literariamente hablando es un medio más que propicio. Conozco pocos países que publiquen más literatura extranjera que Francia, donde haya más festivales y salones literarios que en Francia. En lo que va de año, por ejemplo, he estado en unos diez salones y festivales del libro en diferentes regiones de Francia. Los autores y sus libros, viajan gracias a las municipalidades y a los libreros locales, por todas las regiones del país, incluso a pueblos que desconocemos hasta el día en que participamos en su feria del libro. Ese fenómeno es particularmente francés.
¿Crees que la literatura cubana a veces tiene serios altibajos?
Como todas las literaturas. No veas el estado en que están las culturas de grandes tradiciones literarias.
¿Qué libros han cambiado tu vida?
La granja de los animales y 1984 de Orwell. Desde ese día entendí el sentido profundo de la vida en sociedad y del Poder en toda su expresión. Con esa lectura me pasé al bando de los escépticos que tira trompetillas a los políticos y los utiliza como mismo ellos intentan utilizarnos a nosotros. Y de los que no creen ni media palabra de lo que dicen.
El regreso, la nostalgia, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. ¿Tienes la obsesión del regreso a tenor de los nuevos cambios?
Tengo obsesión por ir a ver la Gran Muralla China y por recorrer en barco el extenso y maravilloso archipiélago de las Polinesias Francesas en el océano Pacífico. No quiero morirme sin ir a Madagascar y sin ver las cataratas del Iguazú. Tengo demasiado mundo por delante como para soñar con los caminos trillados del regreso. Se refugian en ese regreso quienes han agotado los otros caminos o los que no saben vivir de otro modo.
¿Haz tenido que esquivar la censura en tus escritos?
Siempre he escrito fuera de Cuba. Esto significa que he escrito siempre lo que he querido.
¿Hay algún género más eficaz para trascribir la realidad cubana?
El silencio. Si existiese. Eso dignifica mucho cuando el estiercolero se desborda por todas partes.
¿Crees que la cultura cubana tiene déficit de monografías, memorias históricas que den profundidad a esta cultura?; cómo se puede suplir este vacío?
Tiene déficit de todo. Remediarlo creo que ya es imposible. Ese tipo de interés murió con el siglo XX. Ya es tarde pues perdimos los últimos cincuenta años de ese siglo.
¿Sin memoria no hay imaginación?
No veo qué significa esa pregunta. La imaginación parte siempre de algo. No existe el pensamiento en el vacío, hasta donde sé.
¿Qué objetivo persiguen sus libros?
Ocuparme. Vivir en otras dimensiones. Existir.
¿Qué mensaje desea trasmitirle a los cubanos y a sus lectores en el próximo año 2014?
Prefiero que trasmita la radio. No tengo mensaje ninguno que dar ni lecciones. Lo que deseo, a lo sumo, es que no se dejen comer el cerebro por los intereses de mercado y las recomendaciones insulsas de críticos y periodistas, incluidas las mías. Que busquen su verdad por sus propios medios. Que la protejan y la defiendan.
¿Qué significado tiene para ti la ciudad dónde has vivido la mayor parte del período de exilio?
Casi todo. Si París no hubiera existido en mi vida la hubiera tenido que inventar en algún cuento, en alguna novela. O en cualquier otra manifestación artística que lo permitiera.
Niza, junio 2013
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