miércoles, junio 19, 2013

Emilio Ichikawa » Corto plazo, largo plazo

clusterizando.com
Dr. Félix J. Fojo 
“La ciencia social casi siente horror del acontecimiento. No le falta razón, pues el tiempo de corta duración es la más caprichosa y engañosa de las duraciones.
(Fernand Braudel)
Los que bordeamos la tercera edad, quisiéramos, a veces, que determinados acontecimientos, a los que no le dimos ninguna importancia al momento de ocurrir, volvieran a nuestra vida para extraer de ellos el placer, o el goce, o la enseñanza, o la experiencia que no supimos apreciar en su momento, y que con el tiempo han ocupado un lugar mucho más determinante y central que el que fuimos capaces de reconocer en el punto real de la ocurrencia, o no.
A los historiadores, a los economistas, a los profesionales de las ciencias sociales e incluso a los que viven del análisis de la información clasificada o “secreta” (y a los médicos) les ocurre algo similar, sobre todo cuando practican el traicionero arte de la “predicción”, denominada también prognosis, politología y hasta “cubanología” en determinadas áreas del sur de La Florida y alguno que otro estado.
Es clásico el hecho de que la CIA, en sus evaluaciones, muy sustanciosas por cierto, que hacía todos los años estudiando a mediano y largo plazo la evolución política, económica y militar de la Unión Soviética, no fuera capaz de predecir, en la evaluación (top secret) de 1988, por ejemplo, que en los próximos dos años esa URSS, que en buena medida era su razón de existir, simplemente dejaría de ser, se evaporaría, se desmerengaría (para utilizar palabras de un personaje muy mencionado en Miami) creando un caos, un descontrol (supuestamente el fin de la historia) del que el mundo aún está muy lejos de reponerse.
Los ejemplos sobran: Las crisis económicas, reconocidamente cíclicas, sorprenden y vuelven a sorprender a los inversores (y a los que no lo son); los que se fueron de Cuba en 1959 y 1960 (y mucho después) lo hicieron solamente por seis meses; a Israel se le dio en 1947 el status de estado para que los judíos no “jo…robaran más” y los árabes acabaran con ellos pronto (preguntarle a Grau); controlando la televisión, los periódicos y los teléfonos se controla el mundo porque no hay más nada (un sabio en 1970); los Estados Unidos no estaban preparados, en el año 2007, para que una mujer fuera presidente (¿quién habló de un negro, perdón, de un afroamericano?); invadimos Irak para eliminar las armas de destrucción masiva y/o para beneficiarnos con el petróleo barato, ah, y para instaurar la democracia (¿una buena tripleta, verdad?); Obama va a ser un presidente de un solo período y con eso los morenos ya se dan por bien servidos; a Dilma Rouseff no se le viran los jóvenes y los pobres porque ella fue guerrillera; a Irán hay que meterle mano en los próximos seis meses (2010 y 2011, eh) porque si no acaba con el mundo en agosto o septiembre, etc. etc.
¿Y que hace que nos equivoquemos tanto?
La respuesta es compleja, difícil y nunca completa. Tiene que ver con la casualidad, con la teoría de juegos, con la voluntad de algunas personalidades, con las leyes de Murphy, con la entropía, con la ciencia, con el dinero, con las conspiraciones y hasta, quizás, con los orishas, pero me atrevería, para despejar de algún modo esa madeja, a revisitar la teoría histórica (Braudel et al) de los tiempos cortos y los tiempos largos.
No voy a disertar sobre lo que no conozco bien; no soy historiador, pero para mí es evidente que en el Universo, en el mundo, en la naturaleza y en nuestra propia vida se están produciendo acontecimientos explosivos, rápidos, de corta duración que opacan, ocultan, otros acontecimientos, otras tendencias, de mucha más larga duración, que son las que al final se imponen.
Voy a tratar de explicarme con un par de ejemplos:
Primer ejemplo: La independencia de las Trece Colonias Americanas, el fin de la esclavitud (mediante una guerra espantosa) en esos mismos Estados Unidos, el voto femenino, el voto universal, el derecho a la huelga, las facilidades para la inmigración, el enfrentamiento al fascismo, los derechos civiles, los beneficios a la vejez y otras muchas medidas de tono social, incluso las que pueden ser discutidas o modificadas, no son productos de hechos aislados, de eventos inconexos, aunque a veces lo parezcan, sino de una TENDENCIA a la modernidad que si no se toma en cuenta terminará por alejarnos de la realidad y, eventualmente, dejarnos en la cuneta si queremos ser una fuerza política relevante.
En otras palabras, el “tiempo largo” termina por imponerse aunque podamos gastar una y varias vidas analizando (superficialmente) los eventos del tiempo corto.
Aclaro que los eventos, todos los eventos, tienen importancia, mayor o menor, pero dentro del marco de la TENDENCIA. Se puede desviar la tendencia, igual que se puede acabar con una especie animal (y hasta la humana si se pone a tiro) pero no se puede acabar con la evolución, que terminará por imponerse.
Segundo ejemplo: El capitalismo no ha encontrado sustitutos (aunque si formas de mejorarlo y perfeccionarlo). El capitalismo es el tiempo largo, pero la CIA de 1988 lo desconocía.
Quizás hasta en sus peores pesadillas el “futuro pertenecía por entero al socialismo”, lo que hacía que en sus análisis (los de la CIA) previeran movimientos militares, gastos armamentísticos, represiones populares, conjuras palaciegas, disidencias internas y de cuanto hay, menos… que el “socialismo” soviético se derrumbara como un vulgar castillito de naipes por razones de obsolecencia ECONOMICA interna y algunas hemorragias externas.
Es posible que Reagan, un hombre con menos bagaje cultural e informativo, pero con más sentido común y amigos muy bien conectados, como el Papa, el propio Gorbachov y la Thatcher (y quizás su astróloga, no la olviden) tuviera un pálpito de largo plazo que no podía tener la CIA, inmersa en el día a día, o sea, en el tiempo corto.
Pero a donde quiero llegar.
Vivimos en un mundo de tiempos cortos, es más, ultracortos: internet, twitter, facebook, los blogs y todo lo demás que nos hace parecer que lo que está sucediendo ahora mismo ya es el final, el acabose, el no va más, y esa agitación, esa crispación comunicacional nos hace pasar por alto algo que sigue estando ahí, generalmente riéndose de nosotros, la TENDENCIA del tiempo largo.
Pasó agosto del 2011 e Irán no acabó con el mundo, al contrario, Ahmadinejah (que tipo más pesado y desagradable, ¿verdad?) es el que ya no está. Eso no quiere decir que Irán no sea un peligro, lo es, pero obviamente se podían explorar otras soluciones.
Si nos hubiéramos llevado SOLAMENTE por el tiempo corto hace rato que estuviéramos metidos en una guerra, una más, en esa zona, que puede que llegue, pero puede que no.
La semana pasada Obama no se lograba, Benghazi, IRS (también me cae casi como Ahmadinejah), escuchaba todas las llamadas, se le había rendido a los chinos, los escándalos eran tan grandes que el próximo lo tumbaría indefectiblemente y vino Snowden y… y… ¡opss! ya estoy traicionando a las políticas de Bush, a la Ley Patriota y a los mismos Estados Unidos y… espera, ¡éramos nosotros los que estábamos espiando a los chinos y lo hicimos público! Espera, espera, vamos un poco más despacio que no entiendo bien lo que está pasando.
Mira, en lo que esto se aclara vamos a votar a favor de la Reforma Migratoria, que hace raaaato que está en el tapete, no vaya a ser…

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