Rafael Martí/
Como si en todo un año se hubiera paralizado la vida de Julian Assange, el Gobierno de Rafael Correa ha retomado en los últimos días su estrategia para liberar al fundador de Wikileaks. Assange cumple hoy un año desde que entró en la Embajada ecuatoriana en Londres para evitar ser extraditado a Suecia, donde se le quiere juzgar por violación.
El caso pasó de nuevo a la primera plana de la actualidad cuando Ecuador decidió dar asilo diplomático al hacker australiano el mes de agosto del año pasado. Y desde entonces, la situación no ha cambiado un ápice.
El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, estuvo los últimos días en Londres para reiterar el apoyo de la pequeña nación sudamericana a Assange, manteniendo la condición de asilo, y haciendo algunas gestiones para que el Reino Unido ceda en su posición, y le conceda un salvoconducto. Solo así podría salir de su encierro voluntario. O entregándose. A todo esto, la posición de los británicos es la misma. La reunión de Patiño con su homólogo William Hague concluyó en la misma negación. Eso sí, se ha creado una comisión bilateral para tratar de llegar a puntos de acuerdo. Un año después. Todo apunta a que la espera de Assange será larga.
La visita de Patiño a Londres se ha producido justo después de que el viernes pasado se aprobara en la Asamblea Nacional ecuatoriana una polémica ley de comunicación, a la que los críticos del Gobierno consideran un ataque a la libertad de expresión.
Campeones de la libertad
En este sentido, el exembajador de Ecuador en Londres Mauricio Gándara tilda de «hipócrita» toda la operación. «Patiño ha viajado a Londres con el objeto de, mientras el mundo critica a su Gobierno por la Ley de Comunicación, presentarse como campeones de la libertad de expresión visitando a Assange, sabiendo probablemente que no iban a conseguir nada. Fue una visita cuidadosamente sincronizada con la aprobación de la ley aquí», aseguró en declaraciones a ABC.
Como dato curioso, esta nueva ley de comunicación condena las filtraciones en el artículo 19: la responsabilidad ulterior es «la obligación que tiene toda persona de asumir las consecuencias administrativas posteriores a difundir contenidos que lesionen los derechos establecidos en la Constitución y en particular los derechos de la comunicación y la seguridad pública del Estado, a través de los medios de comunicación». Esto podría ser aplicable a la práctica de Wikileaks o a las recientes revelaciones sobre la privacidad de los usuarios de Internet por parte del exagente de la CIA Edward Snowden, con quien Patiño se ha solidarizado públicamente. Ecuador también analiza una eventual petición de asilo de este informático estadounidense.
Un «diablo» embotellado
Gándara añade que fue el propio Gobierno ecuatoriano el que fue a buscar a Assange para ofrecerle el asilo y así «participar en la fama buena o mala» del australiano en ese momento. «Se lo fueron a ofrecer para decirle al mundo que son antiamericanos y soberanos», asegura.
El exdiplomático, conocedor del espacio en el que se encuentra Assange desde hace un año, afirma que «debe estar como diablo en botella». Según Gándara, tener a una persona ahí en las condiciones en las que se encuentra el australiano dificulta el trabajo de la embajada. «Mejor haría en entregarse, porque puede estar ahí 40 años», opina.
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