El ex vocalista de la orquesta La Charanga Habanera, Michel Maza Márquez, cumplió dieciséis meses de prisión en la cárcel El Lurigancho, en Perú. El reporte del programa Primero Noticias dio cuenta de la condena de 25 años que extingue el músico, quien espera un perdón del gobierno.
Maza considera injusta la pena que ahora purga en el centro de reclusión más poblado del Perú y ha negado todo el tiempo la acusación de secuestro, intimidación y robo a mano armada que le imputaron en el año 2012, pero reconoce los tropiezos que lo llevaron al mundo de las drogas y de ahí al infierno que hoy vive.
Maza considera injusta la pena que ahora purga en el centro de reclusión más poblado del Perú y ha negado todo el tiempo la acusación de secuestro, intimidación y robo a mano armada que le imputaron en el año 2012, pero reconoce los tropiezos que lo llevaron al mundo de las drogas y de ahí al infierno que hoy vive.
La cárcel de Lurigancho es una de las más peligrosas del mundo, por su población penal, y por el nivel de violencia que encierra, tiene capacidad para 2,500 personas y, de acuerdo al Instituto Nacional Penitenciario del Perú, alberga a 6,431 personas de las cuales sólo 2,728 han sido sentenciadas.
El reporte televisivo peruano descubre a un Michel con grandes ojeras, la voz apagada y la mirada triste. Aunque las condiciones carcelarias son difíciles para cualquier reo, el joven Maza se pasea por las áreas del penal entre los saludos de los que comparten su destino.
Cárcel Lurigancho, Peru |
Michel Maza es hijo de la cantante Beatriz Márquez y después de un estrellato con La Charanga Habanera, que lo puso en la cima de los timberos y la preferencia de los melómanos, fue despedido en 1999 por incumplir con los conciertos y mostrar actitudes públicas que fueron censuradas por la prensa cubana y las autoridades, quienes al verlo trepar descamisado por andamios emprendieron una diatriba en los medios de comunicación (a la derecha su álbum como solista).
Los vecinos del barrio La Victoria tienen el mejor testimonio de Maza, reconocen su adicción a las drogas, pero rechazan de plano su implicación en actos criminales, e incluso acusan a la comisaría local de estar involucrados en lo que consideran una manipulación del caso.
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