Militares cubanos estudian los cambios postcomunistas en Rusia y agentes de la Seguridad del Estado están siendo amables con los disidentes, en preparación para una posible transición en la Isla, dijo el opositor Guillermo Fariñas en declaraciones a El Nuevo Herald y The Miami Herald.
Algunos oficiales temen un colapso repentino del sistema comunista y "no quieren que les pase como a la gente de (Muamar el) Gadafi" en Libia, dijo.
Esos militares están interesados en una transición lenta que les permita apoderarse de empresas estatales, agregó, en un esquema parecido al de la apropiación de bienes públicos que el Frente Sandinista realizó en Nicaragua al dejar el poder en 1990.
Fariñas dijo que tiene contactos amistosos con media docena de tenientes coroneles o coroneles con los cuales estudió en escuelas militares. El disidente estuvo un año en Angola con una unidad de comandos y pasó tres en una academia militar de la Unión Soviética.
Según dijo a los diarios miamenses, algunos de los oficiales le revelaron que han estado asistiendo a conferencias semanales sobre las transiciones en Rusia y Bielorrusia, a las que se refieren como "Putinismo", en referencia al gobierno autoritario y capitalista de Vladimir Putin.
También le dijeron que algunos de los asesores de Raúl Castro han sugerido que se debe admitir de 15 a 25 disidentes en la Asamblea Nacional, añadió Fariñas. El general estaría de acuerdo, pero su hermano Fidel nunca lo permitiría, señaló.
Fariñas, Premio Sajarov 2012 del Parlamento Europeo, dijo que algunos de oficiales de la Seguridad del Estado "se están cuidando de no mancharse de sangre las manos", para evitar problemas en caso de que Cuba cambie hacia la democracia.
El disidente, que ha realizado más de 20 huelgas de hambre en sus 21 años de activismo, dijo que un agente de la Seguridad del Estado ahora pide cortésmente a su madre que prepare las medicinas diarias que necesita, antes de llevárselo para ser interrogado.
Fariñas dijo además que, seis semanas antes del nombramiento de Miguel Díaz-Canel como primer vicepresidente, se encontró al funcionario en Santa Clara.
Díaz-Canel, nativo de esa ciudad, fue compañero del disidente en la escuela militar.
Fariñas dijo que pasaba frente a la casa de los padres de Díaz-Canel el 4 de enero cuando lo vio estacionando su auto Geely, uno de los vehículos de fabricación china utilizados por funcionarios del Gobierno.
Según la versión el activista, Díaz-Canel le estrechó la mano calurosamente, le preguntó por su salud y habló con él durante unos 15 minutos, principalmente sobre su huelga de hambre de 135 días de 2010.
El opositor dijo que el ahora vicepresidente le recordó en la conversación que se había negado a hablar con varios emisarios del Gobierno durante la huelga y le preguntó si habría estado dispuesto a hablar con él.
Fariñas dijo que le informó a Díaz-Canel que, efectivamente, habría hablado y el funcionario le respondió que "lo iba a tener en cuenta". Agregó que tendría que informar de la conversación a sus superiores en La Habana.
En sus declaraciones, Fariñas dijo también que se opondría a un levantamiento incondicional del embargo de Estados Unidos y añadió que, si bien respeta a la Iglesia Católica y sus obispos, se siente "decepcionado" por el cardenal Jaime Ortega.
Consideró que si el Gobierno cubano accede alguna vez a entablar conversaciones con la oposición, Ortega no debe ser parte de las negociaciones.
Fariñas espera regresar a la Isla a mediados de julio. Antes tiene previsto ir a Puerto Rico y más tarde a Bélgica, para recoger el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia, dotado con 60.000 dólares.
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