jueves, mayo 02, 2013

Emilio Ichikawa » No son el refuerzo de la lucha por la democracia… ¡Son la competencia!

 
Hay dos hipótesis corrientes para definir a la comunidad cubana del sur de Florida:
1-Un grupo de personas diversas pero unidas por el anhelo de un país democrático que sustituya a la Cuba socialista de Castro.
2-Un grupo de personas diversas pero unidas por la oportunidad de mejoras económicas que no puede ofrecer una sociedad socialista como la desovada por la revolución de Castro; o una sociedad tercermundista desovada por la historia.
Existe una aparente relación de exclusión entre estas dos opciones. La primera lleva a entender a la comunidad cubana como “exilio” y en consecuencia plantea un posicionamiento más confrontacional acerca de cómo podría conseguirse la referida democracia cubana. Mientras la otra conduce a manejar el grupo como “emigración”, premisa que avala la racionalidad de los viajes a Cuba y el ensayo de un diálogo con las autoridades cubanas. Independientemente de la finalidad del mismo:
a-Diálogo para derrotar al gobierno castrista por medios más gradualistas.
b-Diálogo para afianzar al gobierno cubano ahora entendido como “la revolución realizada y elegida por el pueblo”.
El problema de la anterior dupla (grupo exiliado-grupo emigrante), que sirve para entender cualquier comunidad cubana en el exterior, es que diluye lo específico de Miami, para asir lo cual habría que aceptar la inoperancia de la palabra “grupo”, que indica la existencia de una comunidad cuantitativamente discreta e insertada en una lógica de “país extranjero” (Florida o EEUU); que no es todo lo que sucede en Miami.
La peculiaridad de Miami respecto a otros grupos cubanos en el exterior (Houston, Barcelona, Lima, Union City, Phoenix, San Juan, Washington Heights, etc.) radica en que:
1-Es demográficamente muy superior en número.
2-Aunque sigue siendo parte de Florida/EEUU se desenvuelve con una marcada lógica de “país” (independiente).
Como he recordado otras veces, la idea de Miami no como diáspora, exilio o grupo emigrado sino como “país cubano fuera de Cuba” fue trabajada por el fundador de un proyecto local aparentemente trunco llamado “Universidad Friedrich Hayek”, del cual no existen muchos datos disponibles.
Esta propuesta comprensiva de Miami en tanto “país cubano fuera de Cuba” tiene gran valor heurístico pues tolera como naturales los enfoques clasistas, racistas, regionalistas y sectoriales en general, mismos que una perspectiva con demasiado acento en los vínculos pre-modernos y afectivistas de solidaridad política (exilio) o solidaridad económica (emigración) velarían un tanto. La propuesta de Miami como “país cubano fuera de Cuba” genera un contexto metodológico apropiado para entender por qué la llegada (temporal o definitiva) a Miami de cubanos de la isla o de otros lugares del mundo no significa tanto un “refuerzo nacional” como un “reto competitivo”. Un desafío cada día más arduo en un “país cubano” que comparte el encogimiento ocupacional global. Esta “amenaza” aplica también para los recientes viajeros que han pasado por “el país Miami” ejerciendo la profesión de “opinar políticamente sobre la situación cubana”, que es una principales modalidades de trabajo que existe en el sur de Florida.
En las condiciones actuales, cuando un cubano llega a este “país” que es Miami y se plantea “triunfar”, generalmente ese triunfo no se puede dar ya, sobre todo en los oficios ideológicos y las artes liberales, si no es compitiendo y derrotando en la lid a otro compatriota. Ya que se trata de una tensión “cubano contra cubano” el resultado de esa competencia en términos de “éxito nacional” no puede contabilizarse como cuando un cubano “funda” y se impone en un área sin pretendientes, o cuando lo hace desplazando a un grupo nacional diferente. La saturación de personal cubano (“recursos cubanos”) en empleos vinculados al ejercicio de la opinión (anticastrista) sobre Cuba como los que pueden ofrecer RADIO TV/MARTI o el Canal 41 AMERICA TV, por poner dos ejemplos, es la dura realidad socioeconómica que funciona tras todas las manifestaciones de camaradería ideológica de las ceremonias de bienvenida. Para seguir ejemplificando, en las temporadas que los actores Geonel Martín (Gustavito) y Ángel García (Antolín el Pichón) trabajaron para el programa “TN 3” conducido por Carlos Otero para el Canal 41 AMERICA TV, otros actores cubanos habituales de ese show se quedaron en casa o disminuyeron sus presentaciones. En Miami se comenta sobre lo celoso que es el actor Carlos Córdova (Carlucho), estrella del programa “El Happy Hour” del citado canal, cuando comparte escenas con el carismático actor Mijaíl Mulkay, de poco tiempo en Miami, seguramente amigo y potencial competidor a la vez.
Esta situación que dentro del mundo artístico pudiera parecer “normal”, se da también en el ámbito de lo ideológico-político. El paso por el sur de Florida de jóvenes anticastristas talentosos, que por demás tienen la ventaja antropológica y moral de vivir en Cuba (como Yoani Sánchez, Rosa María Payá, Antonio Rodiles, etc.), representa también una competencia. Y esto puede entenderse mejor si dejamos de enfocar el ejercicio de la opinión política solo como una “misión” patriótica y la asumimos como lo que también es: una profesión y un empleo. Un área de trabajo en el sur de Florida tan legítima y necesaria como puede ser la agricultura en Iowa o la pesca en Alaska. Como escribí de forma un tanto absoluta en el título: Yoani, Rosa María y Antonio (entre otros) no solo son el refuerzo de la Patria, también son la competencia ocupacional en un mercado laboral exhausto.
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-FOTO: Mijail Mulkay y Calos Córdova (Carlucho) en “El Happy Hour”: amaricateve/facebook

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