El presidente Correa junto a su vice, Jorge Glass/AFP |
El presidente ecuatoriano Rafael Correa asumió ayer su segundo período de cuatro años con la promesa de dar continuidad a los programas sociales, en los que basa su alta popularidad, y descartó de plano la posibilidad de buscar un tercer mandato. El jefe de Estado, quien en febrero pasado ganó en primera vuelta arrollando a la oposición, cuenta actualmente con un récord de aceptación popular de más del 80%.
Correa gobierna Ecuador desde 2007 y esta será la primera vez que tendrá mayoría absoluta de la Asamblea legislativa, dado que el oficialismo obtuvo 100 de las 137 bancas. El economista de 50 años juró en un acto al que asistieron los mandatarios de Bolivia, Colombia, Chile, Costa Rica, Haití, República Dominicana y Georgia, así como varios vicepresidentes, entre ellos el argentino Amado Boudou.
El control del Parlamento le permitirá a Correa sacar adelante una serie de reformas previstas en minería, sector agropecuario, sistema penal y seguridad social. Además, podrá avanzar con la polémica ley de medios que le generó un duro enfrentamiento con los principales diarios y canales, a quienes acusa de intentar desestabilizarlo.
Durante el acto de asunción, el Presidente rechazó la posibilidad de hacerse reelegir nuevamente, incluso en el escenario de que su partido no tenga un candidato fuerte. “ Mientras más rápido nos retiremos, mejor. La patria está llena de esperanza con estos jóvenes”, aseguró Correa en referencia a la presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira, de 29 años.
El miércoles pasado el mandatario ya había dicho que sería su “más grande fracaso si después de preparar tantos cuadros” no hay uno que tome la posta. “No es que la voy a tomar yo, de todos modos no me presento, pero sería un fracaso”, afirmó. En ese sentido, adelantó que en 2017 se radicará en Bélgica –de donde es originaria su esposa– con el fin de no convertirse en una sombra para su sucesor. La actual Carta Magna, promovida por él mismo, autoriza una sola reelección inmediata.
Carismático, confrontador y cercano a la gente, Correa obtuvo respaldo social gracias a la implementación de importantes planes sociales y obras públicas. Oriundo de Guayaquil, es economista de profesión, con especializaciones en las universidades de Illinois, EE.UU., y de Lovaina, Bélgica.
Correa es el gobernante que más ha durado en el cargo en Ecuador, después de una crisis política en la que el país vio desfilar a ocho presidentes entre 1996 y 2007, tres de ellos derrocados. Desde que llegó al poder impulsó las inversiones en infraestructura de transporte, educación, sanidad y energía, proyectos que fueron posibles en virtud de los ingresos petroleros del país.
Declarado antiliberal, inscribió su proyecto político en el movimiento bolivariano o “socialismo del siglo XXI”, y encontró afinidades en los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela y de Evo Morales en Bolivia. En esa línea de pensamiento, ayer volvió a hablar de la necesidad de luchar por una “Patria Grande” como una “necesidad de supervivencia, un escudo contra la explotación”. Criticó el neocolonialismo, apuntó que las Malvinas “no son solamente argentinas, son latinoamericanas” y defendió a los gobiernos de Cristina Kirchner y Nicolás Maduro, así como su amistad con Irán.
Con respecto a su país, aseguró que está cambiando “profunda y positivamente” en lo económico, en lo político y en lo social y aseguró que ha pasado del grupo de desarrollo humano medio al alto. Señaló que Ecuador detenta una de las economías más dinámicas de América Latina, ya que creció en los últimos años en un promedio de 4,3 % cuando la región lo hacía en 3,5 %. Remarcó que durante su gobierno más de un millón de ecuatorianos han dejado de ser pobres, y recalcó que vencer la pobreza debe ser el “imperativo moral” para su nuevo período.
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