“A mí que nunca me pasa nada, desde ayer me están pasando cada cosas…”
(Nácar)
¿Por qué en Miami la misma “clase informativa” que asegura que se ha producido un cambio en la textura política del exilio, que declara que existe una “nueva mayoría” que está por la democratización pacífica de la isla, a favor de los viajes a Cuba y por el levantamiento del embargo, es sin (ese) embargo incapaz de trascender los viejos marcos mentales y sigue, como en la Guerra Fría, comparando “civilizatoriamente” la Serie Nacional de Beisbol con las Grandes Ligas, manipula declaraciones para convertir a funcionarios oficiales en supuestos disidentes e insiste en la categoría “deserción” cuando un artista cubano decide radicarse en los EEUU? ¿Por qué en la isla la misma elite cultural que afirma que se han producido cambios en la sociedad cubana sigue jugando a llamar la atención con declaraciones que solo tienen sentido si se confronta a un régimen comunista tradicional?
Quizás porque de algún modo se sigue siendo rehén del socialismo; porque es más fácil decretar un cambio que cambiar efectivamente, generando la nueva mentalidad que avale la mutación. Creo que en este piadoso dilema está varado el filme “Se vende” (2012), escrito y dirigido por Jorge Perugorría. El tiempo rector de “Se vende” minutea en La Habana de comienzos del Siglo XXI y su encuadre histórico es post-comunista al rebajar el rol de la ideología y plantar como surtidor de sentido a las relaciones de compra-venta y el clima de “nadie quiere a nadie”. Sin embargo, Perugorría no penetra en los signos de la paleogénesis de una sociedad de mercado sino que más bien insiste en sacar partido al pulseo crítico entre la heterodoxia artística y la solemnidad de la razón de estado. Desde el punto de vista de su planteamiento estético “Se vende” es más bien cine de los años ’80; algo que confirma el cartel de “Homenaje a Titón y Tabío” que se muestra sobre el cine Yara.
Nácar, un personaje con nombre de jabón interpretado por Dailenis Fuentes, ofrece una conferencia sobre la historia cubana reciente o “inmediata”. Ella nació en el año 1970 de una madre (Mirtha Ibarra) especializada en “el arte de sobrevivir” y un padre (Mario Balmaseda) ultra revolucionario. Sobrevivieron la década del ‘70 gracias a la venta de la casa de los abuelos que se fueron del país. Sobrevivieron los ‘80 gracias a la venta de las joyas de la familia en la debatida “casa del oro y la plata”, y sortearon los ‘90 por milagro. A pesar de todo, Nácar afirma que tuvo una infancia hermosa y evoca los ‘80 como “aquella época en que éramos felices y no lo sabíamos”.
“Se vende” es un epílogo al esquema historicista anterior; y toma forma a partir de la última estratagema de sobrevivencia que le queda a Nácar para surfear la ola que se abre en el 2001: Vender la bóveda donde yacen sus padres y un par de personajes más. Desde ese momento “Se vende” se reduce a unos cuantos sucesos desprendidos de la necesidad de dejar la bóveda lista para consumar la transacción. En el proceso Perugorría (como director) consigue varias escenas eróticas, momentos de humor, lances de crítica política (“Y eso que la gente no tiene Internet”), juegos de lenguaje (“… el esqueleto de la señora, Morales”), etc. Entre una notable lista de actores y actrices (Mario Balmaseda, Aurora Basnuevo, Mirtha Ibarra, Irela Bravo, Coralia Veloz, Mario Limonta, Fuentes, Perugorría etc.) Yuliet Cruz destaca con el personaje de La Pili. “Se vende” tiene una buena banda sonora. Y fue producida por NMP International SA, ICAIC, Neocuba y Habanacultura.
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