Al fin comprendo que el pueblo no padece a un dictador: el pueblo es el dictador.
Y lo más interesante es que el llamado pueblo no existe, o mejor dicho sólo existe para hacer posible al dictador.
Pienso en esto lleno de paz porque ya no pertenezco a ningún pueblo y porque siento que mi vida ha valido la pena porque ya no pertenezco a ningún puto pueblo.
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