Emilio Ichikawa
El alarde de influencias y relaciones que hizo el gobierno cubano durante el llamado “caso Elián González” (Castro llegó a montar una escuelita con pioneritos guevaristas en las narices de la capital federal de EEUU), así como las muestras filo-racistas contra los cubanos que pudieron verse a lo largo de Estados Unidos y en la propia frontera de Miami, pusieron en evidencia que a pesar de todos los esfuerzos de integración cultural y política en la nación del norte, a la hora del cuajo los cubanoamericanos eran forasteros. El escritor Carlos Victoria, por entonces empleado de EL NUEVO HERALD, venía a veces a Homestead (yo llegué a Miami el 15 de febrero del 2000, así que empecé el caso Elián en Cuba con Abel Prieto y lo terminé aquí en Miami con Carlos Victoria) a contar su cabreo con sus colegas norteamericanos de THE MIAMI HERALD: “¡Que digan que quieren que se lleven al chiquillo para Cuba, pero que no digan que son objetivos!” También sufrió fuerte traumatismo de inserción exiliar el célebre empresario cubanoamericano Carlos Saladrigas, quien fue “mangado” por Janet Reno manteniéndole en “hold” telefónico momentos antes de que el SWAT entrara por el muchacho en la casa de los González en la Pequeña Habana. El empresario refirió que había tenido decepciones en esa etapa, en especial con amigos norteamericanos de mucho tiempo del Riviera Country Club que de repente le tomaron distancia presuntamente por la pasional impudicia con que se condujo la comunidad cubana ante la opinión pública de EEUU; independientemente de la posición asumida respecto al eje binario “Elián se queda-Elián se va”.
No se puede entender la intensidad con que Carlos Saladrigas se ha tomado el problema cubano en los últimos años sin estos dos momentos cruciales en su vida: La revolución castrista de 1959 que obligó a que el niño Carlos saliera de Cuba; la vorágine de Elián que enseñó al empresario Saladrigas que también, de algún modo, había quedado fuera (salido) de “lo norteamericano”. Como es un hombre emprendedor Saladrigas debió haber mirado de frente, activamente, el problema: ¿Cómo recuperar los paraísos perdidos? ¿Cómo recuperar a Cuba y los EEUU? Y debe habérsele ocurrido el actual proyecto sintético: Recuperar a Cuba precisamente a través de los EEUU; invirtiendo el gran capital que le da ser un norteamericano para cubanos y un cubano para norteamericanos.
Claro que el proceso de acercamiento de Carlos Saladrigas a Cuba socialista desde EEUU capitalista tiene una historia; pero creo que el año 2000 significa un hito importante dentro de ella. Para apuntalar esta conclusión ya avancé anteriormente algunas interpretaciones vinculadas a su experiencia en el caso Elián González; ahora quiero compartir algunos recuerdos puntuales que refuerzan la hipótesis biográfica. Porque como he dicho en el título, creo que respecto al rol de Carlos Saladrigas en la cuestión de las relaciones Cuba-EEUU (más que en la reforma de la economía cubana) ya llegó el momento (al menos para mí) de pasar de la observación crítica al intento de comprensión histórica.
En agosto del año 2000 pude apreciar la comunicación de algunas personas (de origen cubanoamericano) con el Sr. Manuel Jorge Cutillas, alto ejecutivo de Bacardí, residente en Nassau, Bahamas. Para mí fue una experiencia reveladora porque estos cubanoamericanos, que tenía y tengo por poderosos, se referían al Sr. Cutillas con gran respeto y diría que hasta con cierta humildad. Resumiendo: todo se trataba al final de pedirle al Sr. Cutillas que intercediera personalmente ante Carlos Saladrigas para que este diera marcha atrás a una propuesta (¿invitación?) para una reunión con funcionarios del gobierno cubano. No debe olvidarse que hablo del año 2000, que como anoté me tomo por un lindero en la evolución del pensamiento político de Carlos Saladrigas. Hoy estamos en el 2013 y al menos públicamente no se ha confirmado que Saladrigas haya sido recibido por algún representante del gobierno de La Habana. En todo caso, él siempre ha estado presto a negarlo. Tengo la impresión, a juzgar por los argumentos de una de las partes, que (obviamente sin ser un “dialoguero”) el Sr. Cutillas no estaba predispuesto, indignado, ni se sentía como los otros “traicionado por Carlos”, solamente solicitó más argumentos y sobre todo una justificación para que este diálogo fuera o no posible. Decía que esta experiencia fue muy significativa porque realmente uno no llega a saber con certeza (aunque a veces lo puede imaginar) dónde está el top de la toma de decisiones respecto al tema cubano. De pronto aparecía este Sr. Manuel Jorge Cutillas, que aún hoy casi ni se menciona al tratar los temas cubanos, y resulta que tiene hasta la facultad de mediar en rencillas entre personas que públicamente tenemos como protagonistas del problema.
A favor de Saladrigas hay que decir que los argumentos usados para enconar la opinión del Sr. Cutillas hacia su proyecto eran muy ordinarios y pasados en adulación: “… y eso te puede perjudicar a ti Manuel”, etc. También se le recordaba que Biscet y Vladimiro Roca estaban presos “… mientras Carlos quiere reunirse” y que Menoyo no había conseguido nada con una propuesta de diálogo parecida. Había sin embargo una percepción muy clara de las consecuencias: “Si Carlos (Saladrigas) lo logra y nosotros no estamos vamos a desaparecer y por supuesto queda sin sentido nuestra oposición a las movidas de la Chamber of Commerce…”.
Un punto de la comunicación me parece de interés: se le recordaba al Sr. Cutillas que en una reunión en Porto Fino con el objetivo de fundar un “consorcio”, Saladrigas había sino muy meticuloso sobre el esclarecimiento de las jerarquías en la toma de decisiones y, por el contrario, se mostraba demasiado indulgente en la propuesta de reunión con funcionarios cubanos. Pero bueno, de esta reunión y de muchas otras son los protagonistas quienes deben hablar en entrevistas y memorias, soslayando la propaganda narcisista y el discurso apologético en que les embarcan las preguntas estereotipadas de algunos periodistas. Del Sr. Manuel Jorge Cutillas siguen escaseando las noticias, los otros se han opacado un poco (“si Carlos lo logra vamos a desaparecer…”), mientras Saladrigas sigue adelante con aquel proyecto.
-------------------- -ILUSTRACION: Alen Lauzán
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