El próximo 24 de febrero los 612 diputados “electos” a la Asamblea Nacional del Poder Popular (con independencia de la cantidad de personas que hayan participado en los comicios del domingo 3 de febrero) se reunirán en La Habana para designar a las máximas autoridades de esa propia Asamblea, además de a las del Estado y el gobierno.
Deberán quedar definidos Presidente, Vicepresidente y Secretario de la Asamblea Nacional (ANPP), y entonces, después de ello, el Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, el Primer Vicepresidente, cinco Vicepresidentes y veinticuatro miembros más del Consejo de Estado, para un total de treinta y uno. Igualmente, de acuerdo a las leyes, el Presidente electo debería someter a consideración de los diputados sus propuestas de Vicepresidentes e integrantes del Consejo de Ministros, aunque en la anterior ocasión, en 2008, Raúl Castro solicitó a los diputados dejar eso para un momento posterior, propuesta que —oh, casualidad— fue aprobada unánimemente por los diputados.
Lo que suceda en ese venidero cónclave podrá darnos una idea de por donde vendrán los tiros para los próximos cinco años, que se suponen que serían los últimos de Raúl Castro al frente del Estado y el gobierno, según lo que él mismo ha declarado. Que cumpla o no con eso que dijo está por ver, pero es evidente que para la siguiente legislatura, en 2018, los miembros fundamentales de la gerontocracia que se mantengan con vida tendrían una edad tan avanzada que sería muy difícil que pudieran desempeñar cargos públicos. Con más de 85 años entonces —los más jóvenes—, lo sensato sería dedicarse más a la familia, el reposo, las terapias y las consultas médicas, que al ajetreo de pretender dirigir un país inmerso en una profunda crisis estructural y de conceptos, pero en Cuba es difícil saber algo a ciencia cierta, y la lógica y el sentido común pueden ser más “militantes” que “racionales”.
Sabiendo que el “fidelista” Ricardo Alarcón no resultó electo (porque no fue propuesto por la muy “democrática”, “independiente” y “transparente” Comisión de Candidaturas), y que a partir de ahora se dedicará a las campañas por la libertad de los agentes de la “Red Avispa”, hay que preguntarse entonces qué puede ser lo que esté en la mente del Gran Elector de Birán.
Del papel que se pretenda que desempeñe la ANPP en el próximo quinquenio dependerá la designación (eso de “elección” es un insulto a la inteligencia) del próximo presidente del “parlamento” cubano. Si el interés es que esa institución continúe siendo un gran circo para guardar las formas, sin ningún papel relevante más allá de escenografía y paisaje, entonces da igual cualquiera que se designe, porque nada cambiará demasiado.
Sin embargo, si Raúl Castro pretende que esa institución juegue un papel más importante en la “actualización del modelo” y en el funcionamiento institucional del país, como contraparte del gobierno —aún sin pretender llegar a la separación de poderes que es la base de un verdadero Estado de derecho en el mundo moderno—, entonces la persona que sea designada podría dar una idea de hasta dónde se pretende llegar en los próximos años.
En el caso de que se intentara otorgar un papel más relevante a la ANPP, ¿quiénes serían candidatos más probables a presidir esa institución? Escribí “candidatos más probables” y no “los candidatos más probables”, con lo que quiero decir claramente que no pretendo presentar una lista exhaustiva y completa, sino solamente algunas ideas, sin orden de prioridad, y señalando solamente algunos detalles.
Estos criterios los he comentado en los últimos tiempos con personas en Estados Unidos, Canadá, España y otros países, estudiosos del tema cubano y sus peculiaridades, con quienes he intercambiado opiniones, y no siempre coincidimos. Naturalmente, la responsabilidad por errores u omisiones en el listado que presento a continuación es enteramente mía, y no de más nadie.
Candidatos que podrían ser más probables a presidir la ANPP, sin orden de prioridad, serían los siguientes:
Esteban Lazo Hernández: miembro del Buró Político y Vicepresidente del Consejo de Estado en la legislatura que termina. Aunque no se destaca por su brillantez intelectual, la militancia partidista y la población lo consideran persona organizada y afable, y no son muy conocidas manifestaciones de corrupción personal o rechazo a su figura. Un punto a su favor es ser relativamente joven (comparado con la gerontocracia) y de la raza negra, lo que resultaría agradable para más de la mitad de la población cubana que no es “blanca”.
Miguel Díaz-Canel Bermúdez: Apadrinado por José Ramón Machado Ventura, ascendió al Buró Político en el 2003 a propuestas de Raúl Castro cuando todavía el Comandante mantenía en un puño de hierro esa institución. Es Vicepresidente del Consejo de Ministros para el sector de la Educación, y tiene experiencia en el trabajo del partido y del gobierno. Ha recibido bastante exposición mediática en el aparato de propaganda conocido como “prensa” en Cuba, y recientemente Raúl Castro lo “presentó en sociedad” al incluirlo —por encima del propio canciller— en la delegación que participó en la Cumbre Unión Europea-CELAC y la propia cumbre de CELAC celebrada al día siguiente.
Ana María Mari Machado: Miembro del Comité Central del Partido y Vicepresidente de la ANPP, donde sustituyó a Jaime Crombet en 2012, ejerció como jueza de base y presidente de Tribunal Municipal en Encrucijada y Provincial de Villaclara, participando en los “juicios” y condenas de siete cubanos durante la Primavera Negra del 2003, lo que le valió el ascenso a Vicepresidente del Tribunal Supremo. Su designación meses atrás como vice de la ANPP preparaba las condiciones para que la sustitución de Alarcón permitiera un “aterrizaje suave” a quien le correspondiera. No ha recibido la suficiente cobertura mediática que sería recomendable para una promoción a presidir la ANPP, y no parece tener suficiente ascendencia sobre los caciques provinciales en todo el país, pero nunca se sabe. A su favor, Raúl Castro ha expresado muchas veces la necesidad de promover mujeres a los cargos de dirección.
Leonardo Andollo Valdés: Miembro del Comité Central del Partido, General de División, Segundo Jefe del Estado Mayor General y Jefe de la Dirección de Operaciones del MINFAR, segundo al mando de la Comisión de Implementación de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido, y coordinador de la Comisión encargada de estudiar el funcionamiento del Poder Popular y las relaciones entre el gobierno y las asambleas provinciales y locales y proponer medidas de “perfeccionamiento”. Su capacidad y experiencia en esos menesteres juegan a su favor. Su edad, como Esteban Lazo, lo clasifica como “joven” entre la gerontocracia. Aunque el nombramiento de un militar podría no ser bien visto internacionalmente, curiosamente, en las fotos más recientes en la prensa oficialista, aparece vestido de civil, no de uniforme: esas cosas no suceden en Cuba por casualidad.
La carta bajo la manga: En la finca de los mayorales de Birán, conocida también como República de Cuba, cualquier cosa puede suceder, contra la lógica, el sentido común, los pronósticos o los criterios mayoritarios. Quiere esto decir que el próximo Presidente de la ANPP podría ser cualquier persona no considerada hasta ahora por los que se preocupan por estos temas, y podría aparecer entre hombres y mujeres, militares y civiles, jóvenes y ancianos, generales y doctores, obispos y embajadores.
Por mucho talento y neuronas que se pretendan dedicar al tema, es imposible saber lo que pueda estar en la mente de Raúl Castro. Y no debe haber confusiones: el nuevo “líder” de la Asamblea será el que desee Raúl Castro, nadie más.
Todos los lectores tienen derecho a plantear quién creen que sería el próximo presidente del “parlamento” cubano.
Ya lo sabremos en unas semanas.
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