martes, enero 29, 2013

Los jubilados cubanos no pueden dejar de trabajar

A sus 78 años, César Lorenzo, un cubano residente en La Habana que trabajó casi tres décadas en la industria alimentaria, debe seguir en la marcha como cualquier otro ciudadano del común.
La pensión que recibe Lorenzo, de aproximadamente 150 pesos cubanos (menos de $10 al cambio oficial), sencillamente no le alcanza.
Pero su historia no es la única. A pesar de que los servicios de salud son gratuitos y los medicamentos relativamente baratos, los gastos de alimentación y otras necesidades básicas hacen muy difícil la vida de los jubilados en la isla.
El día es una prueba más de supervivencia; la noche, el preludio de las dificultades que encontrarán mañana.
“Hay que seguir hasta que el cuerpo aguante. La situación no te permite descansar como uno quisiera a esta edad, por eso se hace de todo un poco”, dijo Lorenzo en una entrevista telefónica con El Nuevo Herald. “¿La jubilación? sólo está en el papel”.
En un país con una economía en quiebra y un gobierno que ha puesto en vigor una política de ajustes que deja más preguntas que respuestas, los jubilados son quizá el sector más golpeado en la población cubana, según fuentes independientes. Y todo parece indicar que continuarán siéndolo durante mucho tiempo.
Hace dos años el gobierno de Raúl Castro aumentó la edad de jubilación de 55 a 60 años para las mujeres y de 60 a 65 años para los hombres. La medida se concretó luego que las autoridades anunciaron la eliminación de medio millón de empleos públicos de forma progresiva para el 2015.
Hasta el momento se han suprimido 140,000 puestos estatales a los que se sumarán otros 110,000 en los próximos 24 meses, según el gobierno cubano. La actualización incluye la apertura al capital extranjero.
“La situación de los jubilados es horrible, así de simple”, comentó la economista independiente Marta Beatriz Roque, portavoz de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, radicada en La Habana.
Actualmente más de 2 millones de personas en Cuba son mayores de 60 años. En el 2030 alcanzarán 3.3 millones, de acuerdo con cifras oficiales.
El incremento de la población de adultos mayores en un país de 11.2 millones con serias limitaciones y falta de recursos tendrá un efecto desgastante en la demanda de servicios de geriatría y gerontología, seguridad y asistencia social, según opositores y activistas de derechos humanos. Al mismo tiempo disminuirá la población con capacidad de empleo, agregó Roque.
Al calor de la profundización de las dificultades económicas, encarecimiento de los alimentos y recorte cada vez más consistente de los servicios del Estado cubano, la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios y muchos otros grupos considerados “al margen de la ley” por el Estado cubano han monitoreado de cerca la crisis de los jubilados.
Sus conclusiones confirman una vez más que el futuro se moverá bajo la sombra de la incertidumbre.
“Los viejitos tienen que hacer cosas increíbles como vender periódicos y cigarrillos sueltos, o buscar en los basureros latas de refresco para revenderlas por una miseria”, aseguró Roque. “No pueden comprar ropa ni zapatos, solo un poco de alimentos. La vida es muy dura para esta gente”.

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