Emilio Ichikawa
Julian Assange es más potable para la sensiblería mediática de izquierda que para la política de izquierda. Tiene cierta “onda” contestataria y púber, pero siempre ha estado demasiado protegido y los revolucionarios le guardan sospecha. Sobre todo los revolucionarios en el poder. En su serie “Diálogos con Julian Assange”, que realizó para la agencia informativa transnacional RUSSIA TODAY (ya con oficinas en Miami y La Habana), tiene un capítulo muy plástico, el número 8, que realiza a un trío de “Cypherpunks” (lo traducen como “Criptopunks”), un movimiento que él considera derivado de su propio proyecto de Wikileaks. En el esquema mental de Assange no existe una lucha entre clases, ni entre norte y sur, ni entre ricos y pobres… Su versión de Buenos Vs. Malos la formula de esta manera: “Se está librando una guerra furiosa por el futuro de la sociedad. Es invisible para la mayoría de la gente. Por un lado están las redes de gobiernos y corporaciones, por otro lado están los Cypherpunks…” (que se les oponen en Internet).
Los invitados de Assange son tres jóvenes relajados que muestran harta confianza ante las cámaras. Uno viene de Alemania, otro de Francia y el último de los EEUU. Con un magnifico humor, se dedican a contar algunas de las travesuras que han hecho a gobiernos dictatoriales del mundo; entre ellas, el cambio de horario a una guardia palaciega que provocó que actuaran con impuntualidad. No hay ideas ni proyecto, pero sí una conciencia de superioridad por tener la capacidad de “utilizar” (consumir) tecnología con una destreza por encima de la media de usuarios; cosa que les permite alterar estructuras de la “vida real” allí donde esta “vida real” empata con ellos a través de la red.
Este es un buen ejemplo para ilustrar que en el activismo político actual es obsoleto el uso de Internet como un medio para exponer e intercambiar información, ideas e investigaciones historiográficas y sociológicas que a mediano plazo lesionen la ideología del rival. La llamada “batalla de ideas” en la red es un eufemismo como nombre y una táctica depreciada como arma cuando se compara con las acciones de las “ciberguerrillas” o “cibercomandos”, que tienen como “tarea” distorsionar y “burlar” lo real. De ahí su carácter simpático o “gracioso”. Es decir, para la confrontación ideológica, a corto plazo (que es lo que interesa al auditor), no se trata por ejemplo de crear plataformas como WIKIPEDIA o ECURED que divulguen investigaciones de los intelectuales orgánicos de sus respectivos bandos; es cuestión de falsear el contenido, bloquear la red, hackear los correos de los colaboradores, privar de servicio, etc.
Ni siquiera se trata ya de propiciar una información falsa o semi-veraz en el lugar de los hechos y luego amplificarla en una familia de webs, blogs, twitters, emisoras de radio y TV; es demasiado lento y por demás caro. Como se hizo en el caso de la enfermedad de Hugo Chávez (o de Clinton), antes de multiplicar un “twiit” creado en La Habana (o en Yew York) se opta por duplicar un sitio en las redes sociales en nombre de algún familiar y dar un parte sobre su salud que después multiplicarán en la red una decena de sitios debidamente seleccionados. Realmente no hay que tener un médico infiltrado en el CIMEQ ni un General infiltrado en el Pentágono, ni un agente en un grupo de Miami u otro en Palmarito de Cauto para “activar” opiniones.
Ya no hace falta crear una información falsa cuando se puede crear un falso informador. La información falsa del periodista real puede desmentirse al confrontarla con la realidad. Frente al irreal periodista virtual toda información, por muy falsa que sea, acaba siendo verdadera en su efecto.
-------------------- -ILUSTRACION: “Equilibrium”, by Karoll William: karollvisualarts.wordpress
No hay comentarios:
Publicar un comentario