hernandez01/ Por Andrés Pascual
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Vidal López [Foto: A.Pascual] |
La
pérdida de la identidad nacional del cubano no tiene nada que ver con
que Orestes Miñoso fuera considerado para el acápite “fatiga extrema” de
la prohibición de 1948 (afectaron a Bob Feller, que pensó jugar en el
champion torneo 1948-49) para el campeonato invernal de 1949-1950 y que
los Indios de Cleveland le hubieran pagado un dinerito extra para que no
jugara, tampoco que hubieran utilizado esa justificación con el propio
Miñoso, con Fornieles, con Camilo y con Consuegra para el de 1954-1955,
la creación del capítulo prohibitivo a los peloteros cubanos que estaban
en Grandes Ligas no los incluía a todos, esos son los argumentos de un
perro del castrismo, el plumífero Elio Menéndez, farsante absoluto y de
todos los que se dedican a confundir al pueblo, ni más ni menos que
reproductores de las mentiras
que les prepara el DOR del PCC; porque, no lo dicen, los demás cubanos
de aquellos años que jugaban en las Mayores, SÍ pudieron actuar en la
Liga Cubana, luego no fue absoluta como imposición a todos los peloteros
(los dolores en los brazos de los pitchers jugaron un papel importante y
el bean ball a la cabeza que le tiró Grimm a Minnie pesó muchísimo),
pero esos que escriben para aquel pueblo evaden hablar con seriedad, con
la verdad, porque, nadie lo dude, ES LA MANIOBRA SUCIA Y ERRÁTICA de
continuar imponiéndole una credibilidad muy particular a una población
que, el 80 % creyó hasta que… por lo que, continuar a estas alturas…
Ya
no cabe más estiércol sobre el cuerpo pestilente del experimento que
llamaron “revolución” y que hoy, pese al fracaso más absoluto del
comunismo en el mundo, 54 años después, sus “dirigentes” continúan
explotando, reprimiendo y esclavizando a través de la frase “estamos
construyendo el socialismo”.
La
pelota cubana no fue grande y trascendental por obra y gracia de sus
jugadores, sino de los hombres que la administraban, que hicieron las
cosas casi copia al papel carbón del Beisbol Organizado, por lo que
pertenecer, aplicar las formas de trabajo del circuito de ligas menores
desde los 40’s, fue la garantía que selló la grandeza de nuestro
pasatiempo, aun cuando, tomando a Cuba como ejemplo por su éxito, se
creó la Confederación para aplicarle la experiencia, o tratar de
hacerlo, al resto de la región que se organizó en Miami en 1948.
Recuerdo
que hace más de 6 años leí un material de Elio Menéndez, cuyo objetivo
fue alabar a Chávez durante un juego que celebraron en La Habana entre
castristas y chavistas, en el que fustigaba a los dueños de la clubes de
la Liga Invernal, porque “cambiaron” a Vidal López (en la foto), a
Dumbo Fernández, incluso a René González, por importados americanos a
través de la cuota de 9 refuerzos.
Bueno,
Elio Menéndez no tiene cara y, lo que dice, como todos los que lo
repiten sin analizar bien o desconociendo el asunto total o
parcialmente, lo puede hacer porque no existe la tribuna neutral, que
permita establecer la controversia que le dé al público la posibilidad
de aprobar cuál argumento es confiable y, si no lo hacen, si no lo
autorizan, es porque saben de antemano que no tienen la mínima
posibilidad de convencer a nadie contra la crítica contraria. Esa es la
razón de la mordaza a la opinión libre bajo la bota comunista: como no
han dicho nunca un octavo de verdad, pues mejor que nadie saben que, si
permiten el comentario diferente en el debate, están fritos, sin
embargo, algunos plumíferos todavía no se reconocen en la extraordinaria
derrota, en el monumental fracaso que es la Cuba castrista y deberían.
Entre
las barbaridades que se leen de allá están las comparaciones erradas, a
libre albedrío, para tapar el gran hoyo negro que es esa pelota
corrupta en el terreno y en las oficinas del PCC en todos los niveles,
desde apostadores comprando a peloteros, a vividores en puestos de
“dirigentes” solo para vacilar y pisotear el ex gran deporte nacional,
por ejemplo, ni Blandino ni Trigoura fueron mejores bateadores que
Héctor Rodríguez ¿De dónde sacan eso? Trigoura fue un buen antesalista
amateur del Teléfonos que no lo firmaron, a pesar de que jugó 6 campañas
en la UAAC y Blandino no les gustó a los scouts tampoco, el tercera
base del Almendares fue el mejor bateador de la Liga Cubana era moderna.
Eulogio Osorio fue un buscador de contrato que vino de Oriente y no lo
encontró, lo vi en 1961 en la Liga de Guerra Matos PR-2 y apenas pudo
jugar con El Ciego (granja agrícola palaceña), porque, como que tenía
profesionales de ligas menores enfrente ¿Qué podría hacer ante aquellos?
Julio Rojo nació en 1940 y Marcelino López en 1943 ¿Por qué no firmó el
pitcher derecho como sí el zurdo del Cotorro? Novato de condiciones que
tuvo que quedarse Amorós Hernández, igual que Hurtado, que le dejaron
los padres la firma para “el año que viene” y ya ven… A Tony González le
pagaba el Marianao 80 pesos para que cogiera bolas en prácticas,
todavía está asustado con Valdivieso, Lorencito y Ossie Álvarez, no solo
por lo que bateaban, sino por como fildeaban: “muchacho, tú no te
acuerdas de esa gente coñoooooó…. Eran la yaya”, dicho delante mío y de
varios más, hace 3 ó 4 meses, cuando visitó Miami con un grupo de
veteranos para jugar softball.
La
salida del club Cubans Sugar Kings del circuito triple A, así como el
descabezamiento del profesionalismo, estuvo relacionada con motivos
políticos, pero de la parte castrocomunista, porque el tirano no tenía
intención de dejar ventanas abiertas a los aires de independencia y
soberanía individual o de grupo por medio de ningún negocio particular
de gran envergadura y la pelota lo era.
Además,
había que romper el nexo amistoso pueblo cubano-americano que
estableció el beisbol, una vez que se buscaba sembrar un odio enfermizo y
visceral contra todo lo que oliera a americano, sello que distingue la
política devenida en catástrofe para el pueblo cubano hasta hoy.
Nada
de lo que dicen los espadones del castrocomunismo en Cuba es verdad,
pero nadie puede contradecirlos ni extraoficialmente, porque puede caer
preso y hay más de 55,000 condenas conocidas por propaganda enemiga o
desacato, solo por hablar este tipo de cosas en una esquina de una
panadería, no digo yo en una columna de periódico.
Voy
a contarles una anécdota, tengo un amigo en Cuba, decente, respetuoso y
hablo en el estilo del cubano de antes, que el 80 % de hoy no es ni
digno ni cubano porque carece de “identidad nacional”; bien, mi amigo,
historiador del beisbol, profesor universitario con varios libros
escritos, ha dedicado varios años de su vida a investigar, a recopilar
datos, números…sobre todos los jugadores de beisbol cubano posibles,
tanto amateurs como profesionales.
Todo
ese trabajo ha dado al traste en una enciclopedia biográfica que,
supongo, debe ser un excelente material de referencia. Sin embargo, en
nuestro país, que es donde debería publicarse por el desconocimiento
total de la población fanática del beisbol, ni ha hecho intentos por
proponerlo porque, al estilo americano, no es “políticamente correcto”,
pero, diferente a esta gente, esa proposición no encontraría el editor
ni la imprenta, sino al DSE para ponerlo en su lugar por “atentar contra
los poderes del Estado” por la vía de la propaganda enemiga, supongo
que, con lo que acabo de decir, no necesite más detalles, NADIE, para
reconocerse como sometido y espadón o como libre y soberano.
Si
Castro hubiera estado en Cuba en la fecha en que introdujeron el
beisbol, nunca se hubiera conocido el juego, porque no lo hubiera
permitido, que este no es un tipo caracterizado por hacer cosas buenas y
agradables.
Antes
hablé de la pérdida de la identidad nacional: la base de esa condición
en una sociedad está hecha con la mantención en el lugar de privilegio
que debe ocupar el renglón identidad cultural, cuya arista más visible e
importante tiene que ser el conocimiento y el respeto por el pasado.
Con
respecto al beisbol, un survey para verificar cuántos de las
generaciones nacidas bajo la bota castrista conocen sobre la gloria
legítima cubana pre-tiranía, sería ideal para confirmar quién tiene la
razón con respecto a Miñoso, a los Cubans y a toda esa sarta de mentiras
consuetudinarias que le inyectan a un pueblo, de cierta forma
contuberniado con el escarnio, tiñosas pagadas que atentan contra su
país por medio de la desinformación más absoluta, repudiable y
descarada.
La
transmisión televisiva del balompié profesional, su difusión mediática a
la cañona, son parte del pisoteo de la identidad nacional, planificada
desde 1959 por un monstruoso aparato al que le importa muy poco el
asunto: el balompié está en las ternas en Cuba para desviar el gusto
hacia este deporte, alejando al pueblo de la órbita americana por medio
de la desaparición total de un símbolo en las relaciones “pueblo a
pueblo” entre ambos países, es, nadie lo dude, parte importante en la
construcción de la tumba del juego de pelota allá.
Además,
como colateral: es otra contribución al derrumbe definitivo de la
identidad nacional que, a estas alturas, parece que la politización ha
logrado desbancar, por las facetas del “hombre nuevo”, el conocimiento
de qué es importante como
condición para representar dignamente como cubano a esa nacionalidad.
Definitivamente, no somos “el mismo pueblo” que algunos pregonan, yo soy
cubano, los demás… ¿Quién sabe?
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