Qué gusto me ha dado el actor Gerard Depardieu. Se muda a Bélgica, Depardieu. Porque una cosa es pagar impuestos y otra que los políticos (rapiñeros, despilfarradores y parásitos por naturaleza) te confisquen el 85% de lo que ganas con tu talento y tu esfuerzo. Cuántos cochazos de políticos, cuántas dietas de políticos, cuántas pensiones vitalicias de políticos, cuántos sueldos de amigotes, primos y querindangas de políticos no habrá pagado Depardieu con sus impuestos.
Pero se cansó Depardieu. Me parece fantástico. Admirable.
Para hacerlo todo más divertido, un ministro francés, un tal Ayrault, ha llamado “despreciable” a Depardieu por negarse a que le sigan robando de una manera tan descarada.
Depardieu le ha contestado con una estupenda carta . Depardieu, un hombre que ha pagado 145 millones en impuestos a lo largo de su vida y al que le mangaron el 85% de sus ingresos el año pasado, “despreciable”. La desvergüenza de la socialdemocracia europea es inconmensurable.
Y aún falta lo mejor. Depardieu no se ha limitado a mudarse a Bélgica. No. Renunciará a la ciudadanía francesa. Formidable. Qué maravilla alguien que se da el gusto de decirle a los políticos de su país: métanse el puto país y el puto pasaporte por el culo.
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