Arnaldo M. Fernández
Quizás el síntoma más ilustrativo del declive intelectual de la cubanología en el exterior sea la simulación de reuniones del Buró Político (BP) en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (ICCAS) de Miami. Aquí afloran desde idioteces sobre la política de cuadros hasta desvaríos sobre la historia de Cuba, a veces tan agudos que impiden discernir entre ejercicio académico fallido y relajo colosal. Sin embargo, el objeto mismo de estudio —las peripecias de ese fenómeno histórico denominado nación cubana— parece incitar a tales enfoques teatrales o farandulescos, porque antes de fundarse el ICCAS el profesor Jorge Ignacio Domínguez (Universidad de Harvard) tuvo ya la ocurrencia de urdir an imaginary document para el volumen Grenade and Soviet/Cuban Policy (Westview Press, 1986) con ánimo de exponer las claves cubanas en la invasión yanqui a Granada (1983).
Domínguez se transfiguró en special task force para largar su análisis como informe al BP y llegó a la apoteosis del kitsch ensartando tres eslóganes castristas para el cierre: convertir el revés en victoria, nada podrá detener la marcha de la historia y patria o muerte, venceremos. Así y todo, este ejercicio de ciencia ficción social (Grenadian Party Paper) sirvió de algo al reproducirse en Caribbean Review (Volumen XV, Número 2, Primavera de 1986) y propiciar el ejercicio del criterio (Report Redux) del profesor Nelson Valdés (Universidad de Nuevo México), quien se atuvo a la forma urdida por Domínguez, pero ahondó en el contenido.
- Domínguez sacó de la invasión yanqui a Granada, como «lección obvia», que EE. UU. podía aplastar una revolución si movilizaba los recursos políticos y militares necesarios. Valdés replicó —a su favor constaría, por ejemplo, el fiasco de EE. UU. en Vietnam— que semejante determinismo pasaba por alto la resistencia inquebrantable de los procesos revolucionarios en los cuales se conjugan el pueblo armado y la vanguardia unida en estrecha relación con las masas.
- Domínguez soltó que la invasión a Granada sobrevino porque a la Casa Blanca no le gustaba el régimen revolucionario del Movimiento New Jewel. Valdés repuso que, aunque estaba contemplada en plan de contigencia, la invasión nada tenía que ver con la estética, sino con la oportunidad, que se aprovechó al romperse la unidad de la vanguardia (por el golpe de Estado del vice Bernard Coard contra el premier Maurice Bishop), bastardear la relación de los líderes con las masas y proceder el ejército regular a desarmar a las milicias populares.
- Domínguez abundó hasta en incidentes como la suspensión por CUBALSE de los servicios de electricidad y teléfono a la embajada granadina en La Habana [para recomendar que tales cortes debían hacerse ya sólo con la «autorización explícita» de Fidel Castro], en tanto Valdés advirtió no sólo el despiste de la inteligencia cubana sobre la situación política, sino que la inteligencia soviética y de otros países socialistas pudieron tener mejor conocimiento y prefirieron no compartirlo. También subrayó la irresponsabilidad punible de quienes desinformaron sobre los combates de los cubanos contra los marines.
Y así por el estilo, pero sobre todo Valdés mostró que Cuba había dado ejemplo de política exterior basaba en principios. Luego de que Bishop fuera despuesto y arrestado (octubre 12), Castro comunicó (octubre 15) al nuevo liderazgo que se guardaba de ingerencias en los asuntos internos, pero llamaba a la unidad para resolver la preocupante situación política. Al caer asesinados Bishop y otros (octubre 19), Castro tachó los crímenes de injustificables y precisó que investigarlos y juzgar a los culpables era lo único que podría preservar el proceso revolucionario. Ante la inminente invasión yanqui, Castro informó (octubre 22) al gobierno de Coard que las tropas cubanas no acudirían a defenderlo por «razones objetivas» de índole militar y «consideraciones políticas», que se derivaban lógicamente de los crímenes perpetrados y del divorcio entre los nuevos gobernantes y el pueblo. Castro reiteró esta posición en mensaje (octubre 23) a su embajada, pero subrayó que los misioneros internacionalistas cubanos no abandonarían a los granadinos y junto a ellos enfrentarían a los invasores.
Habría que discutir por qué este esfuerzo —tan inútil como enviar tropas regulares— se torna meritorio en situación de crisis provocada por los propios granadinos, pero acaso la ciencia social estriba precisamente en dar pie a la discusión más o menos razonable. Aquí pueden consultarse [en inglés] los ejercicios de ciencia ficción social [páginas 16-20] y del criterio [páginas 21-23] de los profesores Domínguez y Valdés, respectivamente.
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-Ilustración: Sue Coe, U.S. Military Successfully Bomb a Mental Hospital in Grenada (1984) © Grenada Arts Council
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