miércoles, diciembre 05, 2012

CUBA: Golpe en el Estado

La pregunta objetiva por la toma del poder en Cuba, es decir, por el derrocamiento de esa instancia que se ha llamado “Castro’s family” (un concepto más político que genealógico) es un ejercicio necesario para quien pretende el mando; pero también para los agentes e intelectuales que asesoran o simplemente monitorean a quien ambiciona ese poder. Vislumbrar quién es el próximo candidato a enseñorearse de la política cubana es función de los servicios de inteligencia, y además (que es lo que me interesa) un punto que pone a prueba el método y la intuición del estudioso. En fin de cuentas el poder no siempre se busca para ostentarlo, a veces también para servírselo a otro o para curiosear en él.
Hay varios indicios de que Jonathan Farrar, por ejemplo, pensó cuidadosamente la dinámica del poder en la Cuba contemporánea. Era parte de su trabajo. Farrar cartografió las alternativas reales que existían para sacar a la “Castro’s family” y, después de extender el mapa de variables sobre la mesa, consideró posible, en “tiempo político real”, solo una. La conclusión del ex Jefe de la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana, confirmada por algunos párrafos en wikileaks, fue matemática: La oposición es valerosa y útil para degradar la imagen de las autoridades cubanas, pero la alternativa al poder solo existe dentro del poder mismo. Un cisma, un pronunciamiento, una alianza fallida, un error en la designación de un sucesor… En ese nivel. (Jonathan Farrar. 2009-04-15 13:33:00: “However, the most likely immediate successors to the Castro regime will probably come from within the middle ranks of the government itself.”)
La conocida respuesta de Farrar es clara porque fue claro también en el planteamiento de su pregunta. Cualquiera puede lograr un resultado semejante si se sitúa en el ángulo de observación adecuado; que no es el de quien quiere publicar, ni el del que desea agradar o saldar una cuenta pendiente, sino en el lugar de quien simplemente anhela llegar al poder: ¿cómo y a través de qué fisura puede alguien agarrar el mando? Viejos amigos y enemigos de Fidel Castro atestiguan que tanto en La Habana como en Bogotá este percibió vías abiertas hacia el poder de las que ninguno de ellos se había percatado. Así mismo era Capablanca, pero en el tablero.
Sin la ambición ni la posibilidad, pero con semejante posicionamiento, fue que el ex Jefe de la Oficina de Intereses de EEUU en Cuba llegó a la conclusión citada, y así se lo comunicó al Departamento de Estado en Washington DC. Que en la isla no existían posibilidades de arrebatarle el poder a la “Castro’s family”; a menos de que hubiera una implosión desde dentro de esa misma instancia, o desde su periferia inmediata.  
Es esta conclusión (que comparto siempre que se precise: en “tiempo político real”) la que he estado tratando de entender desde hace un tiempo. De algún modo me he referido a ella al afirmar que ese proceso histórico conocido como revolución cubana de 1959, que al principio se enredó en dinámicas de Gobierno, ha acabado por desovar un Estado cuyo sistema de reglas tendrían que ser tomadas en cuenta hasta por un gobierno anti “Castro’s family”.
Como charlaba hace poco con unos amigos, en el hipotético caso de que en la isla se produjera un golpe militar en este mismo minuto, sería posible y hasta recomendable que los golpistas reconocieran los resultados de las recientes elecciones y las constituciones de las Asambleas a nivel Municipal, aplazando los procesos Provinciales y Nacionales hasta el momento en que puedan arreglar un pronunciamiento a su favor. De más está decir que este gesto ganaría la simpatía de buena parte de la opinión pública internacional. De la derecha moderada a la izquierda radical anticastrista el asentimiento sería muy probable.
Ahora bien, el problema aquí es determinar cuán “anticastrista” sería realmente un gobierno que finalmente mantenga en pie la cultura, los nombres, la geografía política… en fin, el Estado que la propia revolución de Castro engendró. En cuando a la Constitución “socialista” no habría ningún problema: a una junta militar o un gobierno de transición que gobierne a decreto no le molestaría un documento de ese tipo.
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-NOTA: La Secretaria de Estado utiliza las expresiones “Bashir al-Assad” y “Castro’s family” cuando se refiere a las políticas hacia Siria y Cuba respectivamente. Como explicaremos en otro momento, estas formulaciones disparejas suponen problemas que rebasan lo meramente lingüístico. Puede comprenderse lo distinto que sería permutar: “al-Assad’s family”  y “Fidel Castro”.
-IMAGEN: Por Ajubel en DEDETE. Ver el artículo de Arnaldo M. Fernández: “Caricaturas de Fidel”.

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