De acuerdo con un reporte de Cuba Independiente y Democrática en la ciudad de Camagüey hay 468 infectados con Cólera. Están entre el Hospital Amalia Simoni y el Pediátrico. La mayor parte de los enfermos son del reparto Salomé. Según se informa las personas que viven en ese lugar no tienen servicios y hacen sus necesidades donde pueden.
La cárcel de Kilo 7 está en cuarentena. No dejan entrar nada que no esté sellado, por ejemplo, refrescos sellados, galletas etc. Los reclusos pasan hambre.
Pero el desastre del sistema hospitalario en Cuba no es el resultado de la epidemia del Cólera. Esta epidemia es consecuencia del precario sistema de salud en todo el país, que es un resultado del la ineptitud del régimen y de la corrupción.
Por ejemplo, Luisa Mantilla Arango, no escapó a tal situación. Cuando llegó al hospital con la diabetes descompensada y un oído infectado la cama no tenía sábanas y no había un termómetro para medirle la fiebre. Ni en el almuerzo ni en la comida hubo plato fuerte. Le sirvieron menos de 50 gramos de arroz con granos pasados por agua y algunas legumbres.
Limpiaban la sala cada cuatro o cinco días. Los baños sin higiene son usados por hombres y mujeres porque es donde único existe agua para todas las necesidades.
El elevador funciona muy poco y la sala de otorrino está en el quinto piso. Por las puertas y ventanas deterioradas entra el aire frío de las madrugadas.
Es una situación angustiante y peligrosa para todo enfermo de la capital agramontina, donde a mi juicio es difícil recuperar la salud perdida.
Faustino Colá Rodríguez
Delegado Provincial del CID en Camagüey
La cárcel de Kilo 7 está en cuarentena. No dejan entrar nada que no esté sellado, por ejemplo, refrescos sellados, galletas etc. Los reclusos pasan hambre.
Pero el desastre del sistema hospitalario en Cuba no es el resultado de la epidemia del Cólera. Esta epidemia es consecuencia del precario sistema de salud en todo el país, que es un resultado del la ineptitud del régimen y de la corrupción.
Por ejemplo, Luisa Mantilla Arango, no escapó a tal situación. Cuando llegó al hospital con la diabetes descompensada y un oído infectado la cama no tenía sábanas y no había un termómetro para medirle la fiebre. Ni en el almuerzo ni en la comida hubo plato fuerte. Le sirvieron menos de 50 gramos de arroz con granos pasados por agua y algunas legumbres.
Limpiaban la sala cada cuatro o cinco días. Los baños sin higiene son usados por hombres y mujeres porque es donde único existe agua para todas las necesidades.
El elevador funciona muy poco y la sala de otorrino está en el quinto piso. Por las puertas y ventanas deterioradas entra el aire frío de las madrugadas.
Es una situación angustiante y peligrosa para todo enfermo de la capital agramontina, donde a mi juicio es difícil recuperar la salud perdida.
Faustino Colá Rodríguez
Delegado Provincial del CID en Camagüey
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