martes, diciembre 18, 2012

Balas y votos

La comparación es mala, pero no se me ocurre otra mejor. Al igual que con cierta regularidad las capas de la corteza terrestre realizan ajustes que generan terremotos, en Estados Unidos las matanzas cada vez más frecuentes son el resultado de un cambio social, político y económico indetenible pero rechazado con fuerza por ciertos sectores de la población.
Estos fundamentos sociales, políticos y económicos, que van más allá del ámbito personal y doméstico en la tragedia de Newtown, Connecticut, comienzan a aparecer en la prensa, pero es muy difícil que en este país alcancen la dimensión que merecen.
En primer lugar, para comprender lo ocurrido no basta con intentar conocer las causas que llevaron a Adam Lanza a cometer la masacre, sino es necesario también analizar la forma de pensar y el comportamiento de su madre, Nancy, la primera víctima, quien formaba parte del movimiento “Prepper”.
El movimiento “Prepper” o “preparacionista” pide a sus seguidores que se entrenen en el uso de armas de fuego y acaparen víveres, para así estar preparados ante una hipotética situación de caos social que surja tras un colapso económico.
“Ella se preparaba para lo peor”, ha relatado su cuñada Marsha Lanza a los periodistas. “La última vez que nos visitó, estuvimos hablando del ‘preparacionismo’, de cómo uno debía estar listo para hacer frente a un colapso de la economía”, añadió, de acuerdo a una información aparecida en el diario español El Mundo, que cita a su vez al periódico británico The Telegraph.
El movimiento Prepper, que existe en todas las ciudades de Estados Unidos, como por ejemplo aquí en Miami, surgió alrededor de 1960 y es típico de la Guerra Fría, heredero de la histeria nuclear de esa época.
Tanto los “sobrevivientes” como los “preparacionistas” viven obsesionados con la idea de que hay que estar listos, con medios propios, para enfrentar cualquier desastre, sea del tipo económico, político o natural. Se fundamentan en un pensamiento de salvación individual y en asumir la creencia de que en cualquier situación de crisis, recae en ellos la responsabilidad de supervivencia, tanto personal como familiar. Aunque no se refiere específicamente al tema del “preparacionismo”, el filme Take Shelter no es solo una excelente película sino un buen ejemplo del estado de aislamiento social en que viven quienes se creen predestinados a salvar a su familia de un desastre, que al parecer ellos son los únicos capaces de presentir.
Pertenecen a estos grupos desde aficionados a las armas hasta mormones. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida popularmente como iglesia mormona , preconizaba entre sus miembros que tuvieran almacenados alimentos para que ellos y sus familiares pudieran sobrevivir al menos un año en caso de ocurrir este tipo de calamidades. En la actualidad han limitado a tres meses la cantidad de alimentos a guardar.
Aunque no se puede considerar que todo aquel que practique el “preparacionismo” es igual de fanático, y que todos los miembros estén unidos por la misma ideología, es cierto que lo que para algunos es poco más que un pasatiempo se ha convertido en una obsesión para otros en los últimos años.
La razón es que la sociedad estadounidense se ha ido transformando y alejándose del patrón preponderante en los años 50, un núcleo familiar compacto, en que el padre desempeñaba el papel de jefe indiscutible, todos eran de la raza blanca y se practicaba una fe religiosa cristiana que se manifestaba en todos los actos cotidianos.
El fin de esa época ha ocurrido por diversos factores, pero el fundamental es económico. No se puede vivir en un mundo globalizado y egoísta, donde lo que importa es vender los productos en cualquier mercado y obtener el máximo de ganancia, e intentar al mismo tiempo que las parejas lleguen virgen al matrimonio, todos acudan unidos los domingos a las iglesias y los blancos imperen mientras las otras raza y etnias se limiten a un papel secundario.
El problema es que para muchos, especialmente para los que se sienten desplazados de posiciones de privilegio, no necesariamente económicas pero sí sociales, se ha producido un desfasaje entre lo que vendría a ser la superestructura de valores y conceptos y la base económica. Esto unido al evidente desplazamiento o reacomodo en la pirámide social, junto a la inseguridad de toda índole característica de la época actual, ha llevado a muchos a buscar refugio en una vivienda llena de comida y armas. Algo que, por otra parte ha incrementado la ganancia de los productores de tales bienes de consumo. Entre estos bienes, armas cada vez más potentes resultan indispensables.  Continuar leyendo en  Cuba Encuentro >>

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