lunes, noviembre 05, 2012

Nunca nos hemos confundido sobre quién es el real enemigo de Cuba/ Editorial de Cubanálisis

Obra de Roberto Fabelo. (Foto: Raquel Pérez)
No vamos a pretender con falsa modestia decir que parece que fue ayer cuando comenzamos, porque no puede parecer que fue ayer después de 2,190 días con la responsabilidad y la enorme presión de estar on-line diariamente, con rigor y profesionalismo, sin dejarnos llevar por el embullo, los rumores, los ojalá, “la onda” del momento, las primicias o revelaciones sensacionales, y aprendiendo a utilizar adecuada y mesuradamente el modo subjuntivo en los verbos de nuestro riquísimo idioma español.

Durante todo este tiempo han surgido innumerables blogs y páginas digitales sobre el tema cubano, en muchas ocasiones promovidas y bajo la responsabilidad de respetables cubanos de los que no es posible dudar de su capacidad, su verticalidad y su compromiso con la democracia. Sin embargo, lamentablemente, no pocos de estos esfuerzos han dejado de existir en un momento u otro, por diversas razones, y en ocasiones siguen flotando en el ciberespacio sin la dicha de una actualización de contenidos durante días, semanas, meses, o hasta años, mal que lamentablemente también padecen algunos de los protagonistas del ciberespacio que existían al momento de nuestro nacimiento, por no mencionar a los que ya no están en el mundo digital de los vivos y activos.

No nos hemos separado en ningún momento de aquella máxima de una de las personas más creativas que ha conocido la humanidad, Thomas Alva Edison, que señalaba que los resultados dependen de un 1% de inspiración y un 99% de esfuerzo, que él lo expresaba como “transpiration”, es decir, sudor. Y hemos tratado de actuar cada día sin olvidarnos de las palabras de ese otro gigante del pensamiento, Albert Einstein: “Hay dos cosas que creo que son infinitas: el Universo y la estupidez humana; sin embargo, tengo mis dudas acerca del Universo”.

Bajo estas máximas, hemos conseguido amarrar los egos y empujar el carro de conjunto para ir logrando resultados que han recibido la aceptación de los lectores, que es en realidad lo único que interesa: el halago de amigos y familiares puede sonar meloso en los oídos, pero no necesariamente resulta la mejor evaluación.

Lo menos importante en todo esto es que las conclusiones a las que arribemos en nuestros análisis sean de nuestro agrado o se puedan clasificar en el rubro de los yo quisiera o me gustaría: por ejemplo, nunca hemos dado por muerto a Fidel Castro, tarea que constituye el deporte predilecto de muchos “expertos” en el ciberespacio. Nosotros no buscamos regalos de cumpleaños para agradar a cualquiera, sino verdaderas conclusiones en el muy escabroso campo de la realpolitik. Si lo logramos o no lo juzgarán nuestros lectores y lo juzgan cada día, y lo expresan en los hits (entradas a la página) que se han venido produciendo cada hora, cada día, cada semana, cada mes, en cada uno de estos seis años.  

La experiencia nos ha ido enseñando a desechar el narcisismo y no ladrarle a la imagen que vemos en el agua para que no se nos caiga el hueso de la boca, y por eso mismo hemos aprendido que los análisis críticos más profundos y las recomendaciones más certeras sobre nuestros trabajos han venido de nosotros mismos cuando los analizamos internamente, y las de nuestros mejores amigos, que son quienes no dudan en decirnos sincera, clara y directamente lo que piensan sobre esos proyectos nuestros, sin preocuparse si nos resulta simpático o no lo que nos dicen.

Nunca hemos rechazado trabajo o colaboración alguna por el simple hecho de que sus posiciones o conclusiones no hayan sido de nuestro agrado. Pero hemos sido vehementes enfrentando propuestas de trabajos con insuficiente rigor profesional, mal escritos, o que fomentaran divisiones entre cubanos o ataques contra cualquier persona, dentro o fuera de Cuba, que pensara de manera diferente al autor de la propuesta: nos negamos a hacerle trabajo voluntario a los órganos de la seguridad del régimen o a las ambiciones de los enfermos de protagonismo en cualquier lugar del mundo.

Tras sesenta meses continuos andados por este mismo camino, ahí están ya, en estos momentos, 721 trabajos originales publicados en la sección “El Think-Tank” durante seis años, a todos los cuales se puede acceder con simplemente hacer “click” en la barra con la indicación “Busque aquí todo lo publicado en El Think-Tank” que aparece en la parte inferior de la página central. En ninguno de esos trabajos mencionados, por ninguna circunstancia ni bajo ningún pretexto, hay ataques personales o insultos contra nadie, sino simplemente combate de ideas y la presentación de nuestras percepciones sobre los temas más acuciantes de la realidad cubana.

En ningún trabajo somos tan cariñosos como para referirnos a “Fidel” o a “Raúl” cuando hablamos de los dictadores de nuestra patria, como lamentablemente hacen tantos cubanos del anticastrismo, sin darse cuenta de que van cayendo en la trampa de la propaganda totalitaria. Cuando no los mencionamos con nombre y apellido, a lo que obliga la gramática elemental para no caer en redundancias, cacofonías o tautologías, nos referimos a ellos como el Comandante, el general-presidente, el dictador, el tirano, o cualquier otra denominación que no deje dudas de lo que pretendemos decir. Nunca le llamamos “Fifo”, “el caballo”, o cualquier otra de esas denominaciones que en tantas ocasiones se utilizan para referirse a Fidel Castro, ni “el chino”, “Raúl Mirabal” o “Modesto” para referirnos a Raúl Castro. Quienes lo hagan están en su derecho y no es asunto nuestro, pero eso no significa que nos sintamos obligados a seguirlos.

En ningún trabajo “En el Think-Tank” hay ataques contra opositores, periodistas independientes o disidentes dentro del país, ni contra exiliados cubanos en cualquier parte del mundo, aunque en diversas ocasiones podamos tener, y hemos tenido y no lo ocultamos, puntos de vista diferentes sobre un sinfín de asuntos. Nunca hemos vacilado en decirle a un cubano exiliado o dentro de Cuba que no coincidimos con sus puntos de vista, lo cual no significa que no nos solidaricemos con sus luchas y sus esfuerzos, y que no defendamos a cal y canto su derecho a expresar sus ideas y propuestas, aun si no las compartimos ni las consideramos las más apropiadas.

Consideramos como la mejor y más profesional manera de debatir el presentar nuestras ideas como alternativas frente a ideas expuestas, sin atacarlas directamente, y nunca hemos simpatizado con la irracionalidad de matar al mensajero para que las ideas de otros no prosperen. Ni creemos que es una “victoria” o un “éxito” destrozar propuestas e ideas diferentes a las que proponemos. Nunca nos hemos confundido sobre quién es el real enemigo de Cuba y de los cubanos. Nunca.

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