Behind the riders, the drugs and the secrets there were the women.
And they made choices, too, choices that may have set in motion the
unraveling of the greatest doping scandal in the history of sport.
In 2004, Lance Armstrong's most trusted teammate George Hincapie wrote
an email to the man who used to be Armstrong's closest friend on the
bike circuit, Frankie Andreu.
It said: "I cannot understand how you can just sit around and let betsy try and take down the whole team."
It was a reference to Andreu's wife, Betsy, who had started doing
something no one on the drug-tainted team had apparently ever done
before. She started questioning what was going on and even speaking out.
"In the beginning, I was scared," said Betsy Andreu from her home in
Dearborn, Mich. "But I thought this is bull and something has to be done
about it. I had to get the truth out."
The U.S. Anti Doping Agency case against disgraced Tour de France
champion Lance Armstrong is filled with sworn affidavits, statement
after statement by riders admitting their drug use on the bike.
The case includes stories of wives being in on the scandal. Armstrong's
ex-wife Kristin is said to have told people they called the blood
booster EPO "butter" because they kept it with the butter in their
refrigerator.
According to the USADA file: "Later at the World Championships at
Valkenberg in the Netherlands the U.S. riders arrived at their tent near
the start of the race to find that Armstrong had asked his wife Kristin
to wrap cortisone tablets in tin foil for him and his teammates.
Kristin obliged. ... One of the riders remarked 'Lance's wife is
rolling joints.'"
The Andreus had been close friends with the Armstrongs, often dining together and socializing between races.
They were neighbors in Europe and spent huge amounts of time together.
Betsy Andreu grew uncomfortable as she started to hear more and more
talk of drug use and says she asked Kristin Armstrong about it.
"It's a necessary evil," Armstrong's then wife said according to the case file. More >>
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Also:
El informe de la USADA contiene numerosos testimonios del dopaje generalizado. Los más relevantes del escándalo:
“Ahora no puedes escribir un libro sobre la EPO”.
Durante la Vuelta a España de 1998, Vaughters, compañero de equipo del
texano, fue a su habitación para utilizar su ordenador portátil. Delante
de él, Armstrong se inyectó con una jeringuilla usada para inyecciones
de EPO, diciendo: “Ahora que tú también utilizas EPO, no puedes escribir
un libro sobre ello”.
“La mujer de Armstrong está liando porros”. Durante
un Mundial en Holanda, explica el informe de la USADA, los ciclistas
estadounidenses llegaron a la carpa del equipo cerca de la salida de la
carrera para encontrarse con que Armstrong le había pedido a su mujer
Kristin que enrollara en papel de plata tabletas de cortisona para él y
sus compañeros. Uno de los corredores subrayó, “la mujer de Lance está
liando porros”.
Del Moral: “¡Qué lío!”. Armstrong se vistió de
amarillo tras la prólogo del Tour de 1999. Días después, su equipo fue
informado de que había dado positivo por un corticoesteroide. Según
testigos presenciales, cuenta el informe de la USADA, el ciclista no
tenía entonces una autorización médica para usar cortisona. Tyler
Hamilton recuerda "muchos tacos de Lance y Johan [Bruyneel, director del
equipo] y al doctor Del Moral repitiendo 'qué lío'. Del Moral, según la
documentación y los testigos aportados por la investigación, habría
solucionado el problema falsificando una receta, con fecha previa al
positivo, para una crema con cortisona.
Bidones de agua con hielo y EPO. Según el testimonio
de Vaughters, el doctor Celaya “distribuiría EPO en bidones de agua
rellenos con viales de EPO apretados entre hielo. En la botella vendrían
el nombre del corredor y el número de dosis”. “Por ejemplo”, declaró
Vaughters; “yo podría recibir uno en el que pusiera, Jonathan 5x2, lo
que significa que contenía cinco viales de EPO con 2000 unidades
internacionales en cada uno”.
Zabriskie: “Nos daba tiempo de bajar nuestro nivel de hematocrito antes de los controles”.
“Johan \[Bruyneel, director del equipo\] siempre parecía saber cuándo
vendrían los inspectores antidopaje”, declaró Zabriskie, ex compañero de
Armstrong. “\[...\] Parecía que había un increíble sistema de aviso.
Como norma, solíamos saber cuándo serían con una hora de antelación.
Había tiempo de sobra para usar un suero salino para rebajar nuestro
nivel de hematocrito”, explicó el ex ciclista.
Tests consistentes con dopaje sanguíneo en 2009 y 2010.
Tras examinar cinco muestras de sangre de Armstrong recogidas durante
el Tour de 2009 y dos correspondientes al de 2010, un experto consultado
por la USADA concluyó que contenían un número “inusualmente bajo” de
reticulocitos. Al compararlos con otras muestras del ex ciclista, el
investigador dedujo que la posibilidad de que esos valores fueran
naturales era menor que una entre un millón. Pese a esos datos, la UCI
decidió no abrir expediente al estadounidense.
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