miércoles, octubre 24, 2012

Nikita, Nikita, lo que se da no se quita

EFE/
nanduti.com.py
"Nikita, Nikita, lo que se da, no se quita", coreaban los cubanos tras la retirada de los misiles soviéticos hace 50 años, pero los 41.000 soldados desplegados en la isla por la URSS estaban dispuestos a todo para salvar la revolución castrista.
"Estábamos dispuestos a disparar los misiles nucleares contra EEUU. Si hubiéramos recibido esa orden, la habríamos cumplido a rajatabla", aseguró a Efe Víctor Yesin, oficial de la 51 división de misiles emplazada en Cuba.
Encargado de garantizar el funcionamiento de los misiles, Yesin recuerda con una mezcla de orgullo y alivio la tensión nuclear vivida entre la URSS y EEUU en octubre de 1962.
"Ahora siento alegría de que nuestros dirigentes encontraran la voluntad política para solucionar la crisis, ya que estuvimos muy cerca de la tercera guerra mundial. EEUU era nuestro enemigo. Así nos educaron", dice.
Yesin llegó en agosto de 1962 a un lugar idílico rodeado de palmeras y caña de azúcar llamado Sagua la Grande, pero no para descansar, sino para preparar el lanzamiento de los R-12 (2.000 kilómetros de alcance) y R-14 (4.000), capaces de llegar a cualquier ciudad norteamericana.
Poco sabía el entonces joven teniente sobre su misión cuando zarpó a bordo de un buque con destino al Mediterráneo para unas maniobras.
"Nos lo dijeron a la altura de Mallorca. Nuestra misión era frenar con nuestra presencia la agresión norteamericana. (Nikita) Jruschov debía visitar la isla (de Cuba) y anunciar al mundo el despliegue de los misiles, pero la crisis frustró el viaje", rememora.
Yesin, de 75 años, recuerda como si fuera ayer los vuelos de reconocimiento de los aviones espías norteamericanos apenas a unos 100 metros sorbe sus cabezas.
Aunque lo más difícil fue soportar las condiciones climatológicas de humedad, las lluvias torrenciales y las picaduras de los mosquitos.
"Dormíamos en tiendas de campaña o al aire libre en camas húmedas. No había agua potable y nos bañábamos en un río. Yo era joven, pero otros oficiales mayores sufrieron mucho", relata.
Decenas de soldados murieron por las tempestades, enfermedades y sabotajes.
"Sólo el 28 de octubre nos convencimos de que no habría conflicto mundial. Si hubiéramos disparado los misiles, no habrían sufrido sólo los soviéticos y norteamericanos, sino todo el mundo", apunta.
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