La mentira tiene las patas cortas. Creer que Capriles ganaría
limpiamente las elecciones de Venezuela era demasiado ensueño, demasiada
ingenuidad, demasiado bueno para ser cierto, porque podría haber sido
otra cosa si del otro lado no hubiese hubiera tanta trampa, tanto seso
maquinando fula y tantos intereses que no permiten, en la surna, el
escape que a veces nos brinda el sueño imposible, pero feliz.
Había que ver las transmisiones televisivas, completas como las vimos,
¿cómo es posible que a las 6 de la tarde, Capriles ganaba a pie de urna
con un 51,3 mientras el bemba se quedaba en un 48% y que dos horas
después ganase el candidato del viejo dato, con un 54 contra un 44% de
votos? ¿Cómo se explica que Chávez no haya tenido preparado ningún acto
ni ceremonia para celebrar la victoria, tan seguro que estaba en el
triunfo y hubiera empezado a llenar Caracas de tanquetas y de motoristas
formando lío y tirando tiros pa’ meter miedo?
Si seguimos preguntando llegamos a Hon Kong, pero había que ver las
caras del comando oficial cuando les preguntaron, minutos después de la
primera medición en que Capriles daba palos. El cinismo, el caradurismo,
la preocupación y la cagalera que asomaba en las caras y caretas,
trasformadas luego por el triunfo de último minuto dictado por un
Consejo Nacional Electoral penetrado, en un país manipulado y un
electorado manoseado que se come el queso de que ahora si, en los
próximos seis el tipo hará lo que no resolvió en los 14 pasados.
Todo lo que sucede conviene y como viene la mano a trasmano, seguro que
la timba cae en la rampa. Si el cangrejo se lleva al mono guarapoide
antes de cumplir el mandato, arrebato. Cagalera hubo en Labana y también
alegría de seguir chupando de la teta ajena pero no eterna, vean a
Mariela como gozó, gozosa y golosa se chivateo ella sola y de paso a la
familia completa, vean como los medios comepingalistas y oficiales
celebran el gane del bicho, alabando la democracia, secuestrada allá e
imposible aquí, vean que cualquiera gana si tiene pa' hacer campaña los
millones del estado, las instituciones del estado, las empresas del
estado y al ejército estatal de chivas y facharines, los cubanos de la
seguridá instigando y resingando y un sofware pa' las máquinas de
votación Hecho en Cuba. Eso, además de los millones del petróleo que
sale del piso y que mal administrados en campañitas y regaladeras hacen
que hoy por hoy Venezuela importe gasolina del yuma.
Sírvanos el ejercicio para saber cómo no tenemos que hacer cuando nos
toque, para darnos cuenta del truco y la baba, de lo que puede hacer un
candidato que piensa primero en él, luego en los compinches y después en
cómo seguir haciéndolo mal, pero sobre todo sirva para que los
ilusionados esos que vieron en la caída de Chávez la continuidad del fin
de nuestros saurios mayimbes nacionales, que la bronca de allá no se
enchucha por aquí y que esa pelea, la que se tiene que formar de San
Antonio a Maisí, nos toca a todos. Es nuestra, de nojotros namá y que ya
va siendo hora de que la demos.
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